KOLDO LANDALUZE
CINE

«Piratas del Caribe: La venganza de Salazar»

La temática pirata parecía presa de una maldición que propiciaba que, a poco que asomara un pabellón negro en la gran pantalla, el fiasco monetario surgiera a babor y estribor. Las otrora admiradas gestas de la “Hermandad de la Costa” habían pasado a mejor vida y en los últimos tiempos su sola mención en los estudios era sinónimo de puro veneno para las taquillas. Las grandes compañías observaban desde una distancia prudente y a través de sus catalejos monetarios, los sonados naufragios de “Piratas” (1986), de Roman Polanski, y “La isla de las cabezas cortadas” (1995), de Renny Harlin, y cuando nadie daba un doblón por resucitar esta temática, el todopoderoso productor Jerry Bruckheimer, aferrado a su timón y al buen ojo comercial que siempre ha tenido, puso rumbo hacia una descabellada idea consistente en reflotar un proyecto que parecía condenado al olvido.

Su hoja de ruta se concentraba en un guion para una película de piratas firmado por Ted Elliott y Ted Rossio, los cuales escribieron un primer planteamiento a comienzos de los años noventa. Éste se inspiraba no solo en clásicos de la literatura y el cine, como “La isla del tesoro”, de Robert Louis Stevenson o “El temible burlón” (1952), de Robert Siodmark, sino que incluía referencias de la novela “En costas extrañas”, de Tim Powers, en el videojuego “The Secret of Monkey Island”, de LucasArts, y en una atracción de Disneyland llamada “Piratas del Caribe”. A pesar de esta referencia tan evidente, la factoría Disney no quiso saber nada de este proyecto pero el empeño de Bruckheimer propició que los de Burbank aceptaran el reto de este productor que estaba tan seguro de su jugada que añadió el subtítulo “La maldición de la Perla Negra” con vistas a llevar a cabo una franquicia. El resto ya es sabido por todo el mundo. El gran éxito de taquilla de la primera entrega dio paso a tres nuevos filmes capitaneados por el disparatado Jack Sparrow.

Cuando parecía que el filón ya se había agotado definitivamente tras los pobres resultados que logró “Piratas del Caribe: En mareas misteriosas”, Disney ha avalado una quinta entrega en la que Johnny Depp vuelve a inspirarse en el guitarrista “calavera” de los Rolling Stones, Keith Richards, para meterse en la curtida piel de un Jack Sparrow cuya némesis es ahora Javier Bardem.

Titulada originalmente “Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales” y rebautizada por estos lares como “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar”, ha sido dirigida por dos autores curtidos en el medio televisivo, Joachim Ronning y Espen Sandberg, e incluye en sus títulos de crédito a Orlando Bloom, Geoffrey Rush y Kaya Scodelario, una actriz británica que ha logrado gran renombre tras su presencia en la serie “Skins”. En cuanto al argumento, nos reencontraremos con un Sparrow en horas bajas y obligado a recuperar parte de su esplendor perdido en cuanto le sea revelado que uno de sus fantasmas del pasado está dispuesto a acabar con él: el cazador de piratas Armando Salazar, un otrora temido capitán de la Armada española condenado a vagar cual fantasma en el Triángulo del Diablo. La única oportunidad que tendrá Sparrow para salvar su pellejo es encontrar el mítico Tridente de Poseidón y hacerse, de esta manera, con el control de todos los mares.

Entre las secuencias más llamativas, figuran las que nos enseñan el “rejuvenecimiento” digital de Johnny Depp, que ha permitido mostrarnos el pasado de su personaje y la poderosa presencia de un Javier Bardem que resulta igual de inquietante sin su maquillaje espectral. En relación a su experiencia en este proyecto, Bardem ha manifestado que «me lo pasé muy bien haciéndola. Estuve con un equipo extraordinario. Yo ya lo había experimentado un poco a través de la entrega que hizo Penélope Cruz y me gustó mucho el ambiente. La verdad es que es como irse al parque de Disneylandia a jugar. Te ponen de pirata, unos barcos... y es muy divertido».

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