Irati Jimenez
UNA PRENDA EN PIE DE GUERRA

El bikini de la A a la Z

El año pasado por estas fechas hablábamos de los tacones como uno de los accesorios de moda más discutidos y debatidos de la historia, tanto desde el punto de vista de la salud como desde los feminismos. Sin embargo, la imagen de la Policía francesa recorriendo las playas el verano pasado para impedir a las mujeres musulmanas el uso del burkini, relegó a los tacones a un segundo lugar en cualquier debate sobre moda y opresión y nos recordó que la manera en la que nos vestimos y nos desvestimos es cualquier cosa menos superficial. A menos de un mes de que empiece el verano, con la prensa llena de términos como «operación bikini» y sin saber aún si se repetirá la polémica islamófoba de 2016, volvemos la vista hacia la historia de una prenda que fue bautizada en recuerdo de la bomba atómica y que, a día de hoy, sigue poniendo al mundo en pie de guerra. El bikini, por supuesto.

Atolón: Bikini es una isla coralina oceánica –o sea, un atolón– de unos 6 km² de superficie situada en las Islas Marshall. Nadie conocería este trozo de tierra deshabitado si no fuera porque sirvió para probar más de 20 bombas atómicas y de hidrógeno entre 1946 y 1958. Aunque lo que más fama ha dado a su nombre es la decisión del diseñador francés Louis Réard de llamar así al bañador de dos piezas que presentó ante la prensa en 1946 confiando en que crearía una explosión comercial y cultural similar a la de la bomba H.

Brigitte Bardot: La actriz, modelo, cantante y activista francesa es considerada una de las grandes responsables de la popularización del bikini en la década de los 50 gracias a sus posados en las playas del sur francés y a películas como “Manina” (1952) y, sobre todo, “Y Dios creó a la mujer” (1956), un éxito internacional que catapultó su carrera y la fama del bañador de dos piezas. No es la única prenda que se asocia a Brigitte Bardot, a la que los existencialistas franceses miraron como a la primera mujer liberada de la Francia de la posguerra y de la que Simone de Beauvoir dijo que había sido «una locomotora en el avance de la historia de las mujeres». En moda, se llaman «cuellos Bardot» los cuellos muy amplios que dejan ambos hombros al descubierto.

Censura. Ahora, es el burkini el que ofende la moral en el Estado francés hasta el punto de mandar a la Policía a desnudar a las mujeres musulmanas en las playas, pero durante la década de los 50 fue el bikini el que soliviantó los ánimos en media Europa. El invento de Réard fue prohibido en Bélgica, Italia, Estado español, Portugal y Australia, así como en algunos estados americanos. Su inventor le dio nombre, pero tuvo que seguir diseñando bragas convencionales en la tienda de su madre para ganarse la vida.

Dorado: Así era el bikini de la princesa Leia en “El retorno del Jedi”. En una de las secuencias más memorables de la última película de la trilogía clásica, Carrie Fisher dejaba a un lado su vestido de diplomática con trenzas paralelas en forma de ensaimada y sus uniformes de batalla y aparecía con un «dos piezas» metálico, atada con cadenas a los pies de una babosa gigante llamada Jabba El Hutt. Este icónico atuendo, uno de los más recordados de la historia de la ciencia ficción, fue puesto en duda recientemente por un usuario de Twitter que se quejaba de haber encontrado a una Leia en bikini en una tienda de juguetes. Ante su lamentoso «¿Qué le voy a decir a mi hija?» se encontró con la contundente respuesta de la actriz Carrie Fisher, quien moriría pocos meses después. «Puedes decirle que vestida así, Leia consiguió escapar de su captor y que lo ahogó con las mismas cadenas que él le había puesto».

Estados Unidos: Mientras en el Estado francés se gestaba la invención del bikini moderno, al otro lado del Atlántico, los bañadores se habían ido reduciendo de tamaño… por ley. En 1942, la Agencia de Producción de Guerra aprobó la Regulación L-85 que exigía la reducción de las fibras naturales de la ropa y ordenaba un ahorro del 10% en la cantidad de tela que podía usarse para las prendas de baño. El racionamiento era inevitable en un momento en el que hacía falta tela para los uniformes y el abrigo de los soldados en el frente y provocó que se empezaran a fabricar bañadores de dos piezas que –eso sí– seguían tapando gran parte del estómago y de las ingles. Durante la década de los 50, el bikini estuvo prohibido en muchos estados y no fue realmente popular hasta los años 60 gracias, en parte, a la proliferación de las piscinas privadas que permitieron a las mujeres empezar a experimentar con aquella nueva moda sin exponerse a ser acusadas de escándalo público. Eso sí, una vez que comenzó a hacerse popular, el ascenso del bikini fue meteórico. En 1957, se afirmaba desde la revista “Modern Girl” que no hacía falta ni hablar de él porque resultaba «inconcebible» pensar que una chica «con tacto y decencia» pudiera jamás llevar algo así. Sin embargo, solo ocho años después, la revista “Time” publicaba que un 65% de las jóvenes americanas tenía ya un bikini en su armario.

Franquismo: Durante la dictadura militar de Francisco Franco, en la década de los 50, tomar el sol en bikini podía ser castigado con 40.000 pesetas de multa. Es lo que tuvo que pagar una turista a la Guardia Civil por atreverse a lucir el dos piezas en una de las playas de Benidorm. El incidente despertó la preocupación de Pedro Zaragoza Orts, quien había llegado a la alcaldía de la localidad alicantina de la mano de la Falange y de las JONS, y que pretendía convertir aquella pequeña localidad de pescadores en «la Nueva York del Mediterráneo». Convencido de las posibilidades del turismo para la economía española de la posguerra y de la importancia de hacer sentir cómodos a los visitantes, llegó a reunirse con Franco en persona para conseguir que permitiera el uso del bikini. Dicen que llegó al palacio de El Pardo en una vespa y que el dictador no tardó en convencerse de las bondades del dinero frente a las de la moral. Atrás quedaron las protestas del gobernador civil de Alicante y del arzobispo de Valencia, que había amenazado al alcalde con la excomunión. La historia de cómo la tentación de las divisas pesó más que las de la carne la cuenta el guionista y director Óscar Bernàcer en “Bikini”, cortometraje con más de sesenta premios en el circuito de festivales cuyos derechos adquirió la prestigiosa cadena HBO.

Gimnastas: Las primeras representaciones de mujeres llevando prendas muy parecidas a los actuales bikinis se remontan al período Diocleciano (286-505 d.C.). Los mosaicos del suelo de la Villa Romana del Casale, en Sicilia, muestran a diez mujeres corriendo, levantando pesas y haciendo gimnasia. Hay imágenes parecidas en más de una obra de arte de la Antigüedad. Es el caso de la “Venus en Bikini” que se encontró en Pompeya (Italia) que muestra a Venus Afrodita desatándose la sandalia con una mano y apoyando la otra en la cabeza de Eros.

Hays: El estricto código puritano al que tuvo que someterse el cine de Hollywood entre 1930 y 1968 llevaba el nombre del pastor presbiteriano Will H. Hays que fue presidente de la Asociación de Productores y Distribuidores de Películas y que, en los años 30, decidió establecer una severa normativa sobre lo que podía y no podía mostrarse en pantalla. Durante décadas las películas estadounidenses no pudieron mostrar a personajes usando lenguaje obsceno, traficando con droga, dando a luz, ridiculizando al clero, teniendo relaciones sexuales o sentimentales con personas de otras razas o enseñando partes de su cuerpo que se pudieran considerar «licenciosas o sugerentes». El código establecía de qué manera podía hablarse de toda una serie de temas; desde la bandera americana hasta los reproches penales para ciertos delitos y prohibía expresamente que se mostrara el ombligo de las mujeres. De ahí, que durante décadas, las grandes estrellas de cine que posaban en bañador como Ava Gardner o Marilyn Monroe llevaran bragas altas, a menudo cortadas casi como pantalones y que apenas dejaban el estómago al descubierto.

Iglesia: El bikini topó con la Iglesia muy temprano. En 1951, durante la celebración del concurso Miss Mundo en Londres, la sueca Kiki Håkansson ganó el primer premio y fue coronada llevando uno. El Vaticano, con el Papa Pío XII al frente, condenó lo «pecaminoso» del atuendo y provocó que durante muchos años el bikini estuviera prohibido en los concursos de belleza y que ninguna mujer volviera a ser coronada Miss Mundo llevando uno.

Japón: Casi todas las transformaciones que ha vivido el bikini desde que se creó han estado rodeadas de cierta polémica sobre lo decente o no de su uso. Un ejemplo es el bondage bikini de la marca Buyma que se puso de moda en Japón durante los meses de verano de 2016. Inspirado en el BDSM, cubre los pezones y la vulva, dejando al descubierto gran parte del pecho y de las ingles. Se ajusta con varias tiras de tela sobre el esternón y en las caderas y se puede comprar con calcetines que llegan hasta la rodilla.

Kathleen Hanna: Música, activista feminista y autora de textos punk, Kathleen Hannah fue la voz y líder de Bikini Kill, la banda que originó el movimiento riot grrrl y que entre 1990 y 1997 se especializó en tocar música punk feminista. El movimiento riot grrrl se suele enmarcar dentro del origen del feminismo de tercera ola, combina la conciencia feminista con el punk y el activismo político y consiguió que bandas de mujeres entraran en la escena punk de principios de los 90 que hasta entonces había estado dominada por grupos de hombres. Bikini Kill se separó en 1997 dejando atrás dos álbumes y canciones como “Rebel Girl”, un clásico que hace poco volvió a ser noticia a raíz de la campaña electoral para la presidencia de los Estados Unidos. Un asesor de Hillary Clinton tuiteó un vídeo que usaba la canción para hacer un alegato a favor de la política de su candidata, y aunque se trataba de un vídeo hecho por un particular, fue objeto de una denuncia por parte de Toni Vail, una de las Bikini Kill, que consideraba que se trataba de un producto publicitario y afirmaba que no contaba con el permiso de todas las integrantes del grupo.

Liberté: En verano de 2016, el usuario de Twitter Sabino Arana puso de relieve la hipocresía de la administración francesa al prohibir el burkini en las playas del Estado francés en nombre de las libertades públicas. Este ácido comentarista de la actualidad que adopta la personalidad del fundador del PNV, solo necesitó tres palabras para hacerlo. Parafraseando el lema de la revolución escribió «Liberté, egalité... destapaté».

Micheline Bernardini: Cuando Louis Réard quiso presentar su modelo de bikini no encontró a ninguna modelo profesional que accediera a llevarlo, así que recurrió a Micheline Bernardini, una estriper del casino de París. Eran 76 centímetros de tela y se presentaron un 5 de julio. Hoy día, es en esa fecha cuando se celebra el Día Mundial del Bikini.

Nuclear: La carrera atómica y las bombas nucleares estuvieron muy presentes en los orígenes del bañador de dos piezas moderno, ya que, poco antes de que Réard presentara su diseño, otro modista francés había dado a conocer una versión parecida a la que llamó Átomo por lo pequeña que era. En realidad, su diseño llegó a las playas tres semanas antes que el de su competidor, pero la denominación que triunfó fue la de Réard. Dicen que la idea para esta prenda se le ocurrió al ver que las mujeres se enrollaban el bañador en la playa para conseguir mejores bronceados.

Operación Bikini: «Dícese de la histeria colectiva que abduce la voluntad de buena parte de la población haciéndole creer que el seguimiento puntual de las recomendaciones dietéticas más locas servirá para estar como una sílfide en la próxima temporada estival. Abarca un periodo de tiempo más o menos variable, normalmente comprendido entre los meses de marzo y junio». Así definía el nutricionista Juan Revenga la Operación Bikini en un artículo escrito para el popular blog de gastronomía “El Comidista”. En él, Revenga insistía sobre el consenso científico en torno a las dietas: no son una buena solución al sobrepeso y provocan el efecto contrario al que se desea, especialmente, en personas que tenían un peso saludable al comenzarlas.

Pequeñas: En 1950, el fabricante de bañadores norteamericano Fred Cole fue entrevistado por la revista “Time”, que le preguntó si no pensaba sumarse a la moda francesa y fabricar bikinis. Respondió que no tenía intención y que si algo así había triunfado en el Estado francés era porque allí las mujeres tenían piernas pequeñas y por eso querían bañadores más cortos que las hicieran parecer más largas. Una excusa barata, sin duda, aunque consecuente con la tradicional animadversión entre Estados Unidos y Francia.

Q: Es una de las dos letras con las que se puede escribir el nombre de esta prenda en castellano, ya que la RAE acepta –de momento, y mientras sus honorables miembros no cambien de idea– tanto bikini como biquini.

Río: Olimpiada tras olimpiada, los Juegos dejan imágenes para el recuerdo: Florence Griffith corriendo con sus majestuosas uñas en Seul 88, Abebe Bikila entrando descalzo en el Estado Olímpico de Roma o los atletas Tommie Smith y John Carlos saludando con el puño en alto en México 68. De las millones de fotografías que se sacaron durante la última cita olímpica, la de Río 2016, quizá la que más se recuerde sea la de Doaa Elghobashy, de Egipto, y Kyra Walkenhorst, de Alemania, jugando al voleibol. La primera vestía leggins, camiseta y hijab. La segunda, bikini deportivo. De ambas hubo quien criticó su manera de vestir argumentando, en ambos casos, que se sometían a los mandatos patriarcales que subordinan a las mujeres. Todas las críticas pasaban por alto el hecho de que ambas habían elegido cómo vestir –en el equipo egipcio, por ejemplo, no todas las atletas llevaban hijab–, ya que la federación de voleibol eliminó las reglas de vestuario en los Juegos de Londres, precisamente para hacer que fuera un deporte más inclusivo y abierto.

Sacha Baron Cohen: Es a este actor, cómico y guionista inglés al que debemos la relativa popularidad del mankini, una especie de bikini para hombres que se hizo conocido gracias a “Borat”, el falso documental sobre un ciudadano kazajo que fue prohibido en Rusia y en varias exrepúblicas soviéticas, además de provocar un incómodo incidente cuando el falso himno de su banda sonora se escuchó en la final de una competición internacional de tiro a la que asistía el emir de Kuwait. La medallista kazaja Mariya Dmitriyenko tuvo que oír desde el podio toda la letra, incluida la parte en la que se dice que las prostitutas kazajas son las segundas más limpias de la región.

Trikini: En 1971, el diseñador Rudi Gernreich lanzó al mercado un bañador en el que la parte de arriba y la de abajo iban unidas por una tira de tela. El trikini (o triquini) no era la primera variación del bikini que diseñaba Gernreich. Este modista de origen austriaco, creía firmemente que la ropa podía hacer avanzar a la sociedad hacia su liberación sexual y luchó contra la idea de que hubiera algo intrínsecamente vergonzoso en mostrar el cuerpo humano al desnudo. De ahí que antes hubiera diseñado el monokini, una prenda de baño compuesta por una sola pieza de abajo que se ajustaba al cuerpo con largas tiras de tela dejando el pecho totalmente al descubierto. El diseño vio la luz por primera vez de la mano de la modelo Peggy Moffitt en la revista “Women’s Wear Daily”, en junio de 1964, con la consiguiente polémica. Eso era lo que le interesaba a Gernreich que, en un principio, ni siquiera pensaba fabricar el monokini sino poner en evidencia la represión de la sociedad. Aun así, acabó vendiendo unos 3.000, aunque muy pocos llegaron a lucirse en público. No era fácil: en julio de 1964, la modelo Toni Lee Shelley fue arrestada por llevar monokini en una playa de Chicago.

Ursula Andress: En la lista de mujeres que han hecho popular el bikini es imposible no citar a Ursula Andress. La escena en la que sale del agua en “James Bond contra el Doctor No” con un cuchillo en la mano, vestida con dos piezas de algodón blancas, cartuchera y cinturón militar fue considerada la más sexy de la historia del cine en la encuesta realizada por el Channel 4 británico en 2003, y es una de las más citadas siempre que se hacen listas parecidas. Ursula Andress ha reconocido que ese bikini la convirtió en estrella, le dio independencia económica y la libertad de elegir sus papeles futuros. Lo diseñó ella misma, con ayuda de la modista Tessa Prendergast y se subastó hace unos años por 38.700 euros. En “Muere otro día” (2002), Halle Berry rindió homenaje a la famosa secuencia saliendo del agua con un bikini naranja y, en 2006, Daniel Craig hizo lo mismo apareciendo en escena con un bañador azul, aunque el actor reconoció no haberse dado cuenta del guiño hasta ver montada “Casino Royale”.

Victoriano: Quizá el baño en el mar más incómodo del mundo. En su pasión por no ofender la moral pública, la moda victoriana consiguió que hubiera mujeres que entraran en el agua totalmente vestidas y arrastrando una carreta que servía de vestuario y donde podían quitarse la ropa mojada tras el baño. La carreta tenía que ser arrastrada de vuelta a la playa por otra persona e incluso por animales de tiro, como caballos.

Welch, Raquel: Protagonizó la película “Hace un millón de años” luciendo un bikini de piel y su imagen en el póster de la película le sirvió al preso Andy Duphree para esconder el hoyo que le llevaría fuera de la prisión de Shawshank y hasta las playas de Zihuatanejo en la inolvidable “Cadena perpetua” (1994).

XL: Los bikinis no han quedado fuera de las polémicas sobre las tallas a las que se enfrenta el mundo de la moda. La revista “Sports Illustrated”, por ejemplo, decidió en 2016 que su especial de mujeres en bikini incluiría dos modelos de tallas grandes, pero tuvo que enfrentarse a las críticas de quienes señalaron que la primera, Robin Lawley, difícilmente puede etiquetarse así con una talla 40 y 1,88 de altura y que la segunda, Ashley Graham, solo aparecía porque la empresa de bañadores para la que trabaja había pagado por ello. Es decir, que no era contenido editorial sino publicitario.

Y string: Una pequeña tira de tela frontal visible y una invisible, oculta entre las nalgas que se une a la pieza delantera por dos cordones. Es el corte y string que en castellano llamaríamos tanga, aunque perdemos la posibilidad de distinguirlo del g string, que es casi igual pero con una pequeña pieza triangular de tela en la parte trasera y del thong, la traducción literal de tanga y que equivaldría a una braga de una sola pieza que sustituye los cordones por tela.

Zanetti, Aheda: Así se llama la diseñadora australiana que tiene registradas las palabras burkini y burquini, una prenda de baño de material ligero que cubre todo el cuerpo excepto la cara, las manos y los pies y que está pensada para cumplir con los preceptos islámicos. En agosto de 2009, la Policía francesa prohibió a una mujer bañarse con este atuendo aferrándose a una normativa que prohibía el baño con ropa de calle. Siete años después, la polémica volvió a resurgir cuando el alcalde de Cannes –la misma ciudad que lanzó al mundo la imagen de Brigitte Bardot en bikini–, decidió prohibir expresamente los burkinis, relacionándolos con el extremismo islámico. Otras veinte ciudades siguieron su ejemplo y comenzaron a multar a las mujeres musulmanas. Entre ellas, Niza, la que ha dejado una fotografía para el recuerdo, con policías obligando a una mujer a desvestirse o abandonar la playa con el argumento de que su atuendo era «una provocación inaceptable» tras el atentado del 14 de julio en el que murieron 84 personas. Aunque a finales de agosto el Consejo de Estado francés suspendió la prohibición declarando que los alcaldes solo pueden tomar una medida tan restrictiva de las libertades personales en caso de «riesgo probado», la prohibición del burkini mereció un aluvión de críticas. “The New York Times” lo calificó de paternalista, hipócrita y chovinista y Human Rights Watch señaló que impedir el baño en pleno verano supone un castigo a las mujeres musulmanas. Quizá lo dijo mejor la escritora de origen bereber Najat El Hachmi, autora de la novela “El último patriarca”: «A ellos, los hombres, nadie les hará desnudarse, ni les dirá cómo deben vestir. Nos hierve la sangre y el nosotros que creíamos tan sólido cambia, nos engloba de nuevo a todas, tapadas y destapadas, porque ante todo es el nosotras de ser mujeres».