Janina Pérez Arias
Elkarrizketa
Charlize Theron

«Mi religión consiste en que las mujeres podemos hacer de todo»

Charlize Theron (Benoni, Sudáfrica, 1975) cuenta que hace siete años cayó en sus manos un esbozo de diez páginas de una novela gráfica que aún no se había publicado. Se llamaba “The Coldest City”, la firmaban Antony Johnston y Sam Hart, y se desarrollaba en Berlín de 1989, a punto de caer el muro y en plena agonía de la Guerra Fría. La protagonista era una espía, Lorraine Broughton, una mujer de garras afiladas, aficionada al vodka, austera en palabras, generosa en puñetazos y patadas, en fin, con muchísimo potencial. Theron no lo dudó, se la quedó, porque ella la interpretaría. Incontables moratones, dolores infinitos, una rodilla torcida y varias cirugías dentales no fueron suficientes para detener a Charlize Theron en los largos meses de entrenamiento, ni mucho menos durante el intenso rodaje sin doble y a bajas temperaturas de “Atomic Blonde”, dirigida por David Leitch, todo un experto en películas de acción.

«¡Este es mi bebé!», cuenta orgullosa la actriz en pleno verano y en un Berlín contemporáneo que atrae a los turistas con un pedazo de muro para los selfies, pero donde en cada esquina se siente el recuerdo de treinta años de separación. «No le dedicas a un proyecto tantos años si no es algo por lo que sientes una fuerte pasión», explica con una taza en la mano a la que le propina un último sorbo. Efectivamente, en “Atómica” (así se ha titulado para el mercado del Estado español, donde se ha estrenado este fin de semana), donde también actúan James McAvoy y Sofia Boutella, se siente ese entusiasmo que pone al espectador literalmente en el borde de la butaca.

Charlize Theron es una de esas intérpretes que no pierde la oportunidad de ponerse a prueba. A lo largo de veinte años de carrera artística, nunca le ha apetecido acomodarse en un género en concreto, ni mucho menos en un tipo determinado de rol. Su alto sentido del riesgo la ha llevado tanto a la cumbre del éxito como a los oscuros sótanos del fracaso taquillero. Pero lejos de desanimarse por las caídas, cada vez apuesta por más lejos y más alto, tal como lo hizo al interpretar a la Imperator Furiosa en “Mad Max: Furia en la carretera” (2015). Una vez que aparecen en la pantalla los créditos finales de “Atómica”, y que al espectador poco a poco le vuelve a la normalidad el ritmo cardiaco, se sospecha que Lorraine Broughton pronto regresará con sus minifaldas y tacones a atizarles sendas palizas a los malos de la película. Pero Theron es una profesional de fuerte caparazón, que agradece los cumplidos y los buenos comentarios, pero en calidad de productora y artífice de “Atómica” opta por esperar a ver cómo funcionará esta impecable producción de 30 millones de dólares, rodada durante cincuenta días principalmente en Berlín y Budapest.

En este momento de su carrera, ¿por qué se ha decantado por roles de acción, como Furiosa en «Mad Max: Furia en la carretera» o Lorraine en «Atómica»?

Honestamente no creo que sea por querer interpretar personajes de acción. Mi inquietud desde siempre ha sido contar historias con mi físico y, de hecho, en eso consistió mi primera carrera como bailarina clásica, lo cual hice por un tiempo prolongado. Allí está la razón por la cual quería contar historias y pienso que de alguna manera sigo aún enamorada de eso, y asumir este tipo de roles es la forma de continuar experimentándolo. He tenido mucha suerte al contar con gente de mucho valor como George Miller (director de “Mad Max”), y no hubiera sido posible hacer “Atómica” de la manera como resultó, con tan pocos diálogos, sin la experiencia de Furiosa. Es un rol poderoso, que deja de lado las palabras y que te cuenta quién es a través de su cuerpo. Lo que implican esos personajes va más allá de las escenas de combate, y expresan la bailarina rota que hay dentro de mí (sonríe), que aún vive pero que ya no puede ser la misma de antes.

Como productora y actriz, ¿cómo ve el hecho de contribuir a cambiar las reglas del juego en Hollywood con «Atómica»?

Gracias por hacer esa pregunta porque pienso que mucha gente aún no se ha dado cuenta de que las mujeres no tienen la oportunidad de asumir los mismos roles que los hombres ni en la industria del cine ni en las películas. Una gran parte de este proyecto se sustentó en experimentar poniendo a una mujer en un mundo que durante mucho tiempo ha pertenecido a los hombres. La intención fue eliminar la fabricación de emociones, la cual conlleva una manipulación de los sentimientos y sensaciones porque, al tratarse de una mujer, se tiende a demandar una justificación de su comportamiento. En cambio, cuando es un hombre el protagonista, no necesita ninguna justificación, más bien celebramos cada una de sus acciones porque están haciendo su trabajo.

Lo que quería realmente era crear un personaje sin concesiones, que no tuviera remordimientos ni complejos por lo que es ni por lo que hace, ya que se trata de su trabajo. Lorraine es una agente del MI6 (el Servicio de Inteligencia Secreto de Gran Bretaña), es muy buena profesional y yo no quería saber nada más de ella en cuanto a su historia personal. Ese fue el experimento y me siento muy orgullosa de haber sido capaz de echarlo a andar, y de demostrar que está bien hacer este tipo de películas. Tengo la certeza de que el público femenino va a apreciarlo, porque contribuye al empoderamiento de la mujer, ya que pone el foco de atención precisamente allí y no se agazapa en la mera manipulación emocional.

¿Cree usted que una película como esta pudo haberse hecho hace diez años?

A veces me pregunto cómo hemos podido llegar hasta cierto punto y luego nos estancamos, o por qué a veces no sale como lo esperábamos. Me fascina hallar la manera de ver cómo podemos darle consistencia y sostener ese motor para las mujeres, de cómo podemos crear ese tipo de personajes que se sientan reales. No se trata de «ser como hombres», sino de que las mujeres sean representadas más honestamente, que los personajes reflejen lo que somos en realidad. Las mujeres somos competentes, capaces y confiamos en nosotras mismas. Para mí la gran pregunta consiste entonces en cómo podemos lograr que se hagan más películas como esta. En numerosas ocasiones he hablado al respecto con varios estudios y sé que existen muchas mujeres que están dispuestas a asumir roles como este.

Las expectativas del público son muy grandes, lo cual lleva a pensar si el próximo James Bond puede ser una mujer…

¡Sí! Mi religión consiste en que las mujeres podemos hacer de todo (sonríe). Cuando escucho a los políticos decir que sería bueno tener a una mujer como presidenta en Estados Unidos, pienso que estamos muy retrasados, porque en muchos países eso ya se ha logrado. Hay que reiterar que en todo el mundo es necesario un proceso de cambio.

¿Es cierto que la bisexualidad de Lorraine fue idea suya?

No, en realidad fue una propuesta del guionista Kurt Johnstad. Cuando haces una película como esta, te preguntas cómo puedes sorprender, qué puedes ofrecer de diferente. Al eliminar muchos diálogos y la historia personal de Lorraine, de alguna forma tienes que mostrar su humanidad, como también su incapacidad de intimar con alguien. Por eso pienso que ese aspecto le sentaba muy bien, en lugar de ponerla a decir un largo monólogo sobre sus carencias o sus experiencias; por otra parte, en su mundo se sabe que resulta imposible lograr entablar una relación íntima con alguien, además vives tan secretamente que la idea de ser vulnerable frente a otra persona es casi improbable. Me gusta que Lorraine intime con una mujer, porque lo sentía auténtico. Si afirmamos que el cine es un espejo de la sociedad, tenemos que darle la vuelta a ese espejo y mirar detenidamente para saber cómo es nuestro mundo y esa es una comunidad (de bisexuales y homosexuales) que no está bien representada en el cine. Me pareció que ese elemento le aportaba mucho a la historia y me encanta que la única vez que se pone de manifiesto la vulnerabilidad de Lorraine no sea con un hombre, si no con una mujer.

Teniendo en cuenta que esta película le llevó a extremos muy físicos, ¿quién le detiene? ¿Quién le recuerda a usted que se tome las cosas con calma?

(Sonríe) Mi madre se preocupó por mí mientras estaba haciendo esta película. Me ayudó a cuidar a mis hijos (tiene dos) durante el rodaje y, aunque no vio lo que estaba haciendo, cuando yo volvía a casa veía los rastros de lo que había significado cada día de filmación. Como toda madre, ella tuvo ese momento de recordarme aquello de: «Ahora eres madre, piensa si merece o no la pena». Yo le dije: «Mamá, está bien» (risas). Pienso que para ser buena en este trabajo tienes que ser capaz de casi anularte completamente tan pronto como veas que se convierte en algo que te toca personalmente, y creo que en todo lo que he hecho hasta ahora he logrado eliminarme a mí misma. No es que haya sido imprudente, porque tampoco soy tan estúpida, pero cuando asumí este trabajo sabía cuáles eran las expectativas, lo que me esperaba, por eso pienso que es injusto que se reduzca a un «ser o no sensata». No podía hacer esta película sin aprender a luchar, porque, de lo contrario, no hubiese podido hacerle justicia a este personaje y mejor hubiera sido no hacerlo.

En una escena de la película se puede leer: «Todo lo que quieres está detrás del miedo». ¿En qué momento traspasó usted el miedo para conseguir todo lo que quería?

Eso lo hice siendo muy joven. Vengo de un país que me enseñó que nada en la vida es fácil. Sudáfrica estaba inmersa en una situación política muy particular y estaba sufriendo a causa de su propia identidad. Cuando un niño crece en un ambiente como ese, no sale indemne. Mis recuerdos de infancia tienen mucho que ver con aquel ambiente, me recuerdo tratando de encontrar fuerzas al otro lado de todo aquello. Además, mi vida familiar tampoco era la más feliz, porque crecí con un alcohólico. Todas esas pequeñas cosas te enseñan que no puedes sentirte definida únicamente por las circunstancias, si no que puedes surgir como persona dejándolas a un lado.

La aguerrida Charlize. Con el nombre de sus perros, Charlize Theron fundó a principios del 2000 su compañía Denver & Delilah Productions junto a dos socios y con la cual echó a andar diferentes proyectos, entre ellos “Monster” (dirigida y escrita por Patty Jenkins). Por su interpretación en ese filme de Aileen Wournos, una prostituta y asesina en serie ejecutada en Florida en 2002, Theron ganó varios premios, incluídos el Oscar y el Globo de Oro como Mejor actriz. Pero más allá de todos los reconocimientos, con aquella película demostró todo su potencial como productora, así como de intérprete de papeles de envergadura y que demandaban asombrosas trasformaciones físicas.

Se conoce su activismo social, del cual no hace alarde ni postureo. Y su fama de aguerrida pro-igualdad de oportunidades en la industria cinematográfica no es de ficción. La lucha de Charlize en ese territorio ha sido discreta; sin embargo, se ha hecho sentir en varias oportunidades.

Tras el hackeo a las cuentas de mensajes electrónicos del estudio cinematográfico Sony Pictures en 2014, se puso en evidencia la inmensa brecha salarial que afecta a la actrices de Hollywood. Tal polémica dio pie a que, en todo su derecho, Charlize renegociara sus honorarios en “Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo” (2016), consiguiendo la misma cantidad que su partenaire Chris Hemsworth. No obstante, con 16,5 millones de dólares, Charlize Theron se encuentra en el sexto puesto de las actrices mejor pagadas en el mundo, mientras que en ese mismo lugar, en el ranking masculino, figura Ben Affleck con 43 millones de dólares.

Usted es una de las abanderadas de la igualdad de salarios en la industria cinematográfica, ¿cree que esa situación ha mejorado?

He estado en renegociaciones con los estudios con el fin de lograr una igualdad salarial; el resultado es que han entendido mi posición y han sido justos conmigo. Sin embargo, aunque personalmente he tenido la suerte de estar en posición de expresar mis condiciones, por contra, la mayoría de mis colegas no lo están. Esa es la cuestión, porque ya no se trata solo de mí. Hay que cuestionarnos qué estamos haciendo para que las mujeres que trabajan en esta industria, que no están en la posición de decir «¿sabes qué? Si no aceptas mis demandas, no aparezco a trabajar» porque tienen niños o porque sustentan un hogar, logren salvar la brecha salarial. De modo que el debate se debe de mantener.

Su productora tiene en marcha varios proyectos tanto en la televisión como en el cine, ¿cree que usted está en el camino correcto para lograr romper los techos de cristal en Hollywood?

He invertido gran parte de mi vida en hacer cosas que sé que tengo la capacidad de realizar y que elevan el nivel de mi potencialidad. Sé que llevo en mí la «tendencia sudafricana» de mandar a la gente a «que les den» (se ríe). Soy consciente de que cuando un hombre le pone muchas ganas a lo que hace, le dicen que es un hombre de negocios; en cambio, a una mujer en la misma posición, le dicen que es una zorra. ¡Eso no me importa! Entonces, ¡que me llamen zorra! (se ríe). Sé lo que valgo, sé lo que le aporto a mi vida, a mi trabajo, y a mis hijos.

¿Es su independencia el motor más importante en su vida?

Es un poco difícil de responder porque no se trata de ser independiente, más bien me veo como súper colaborativa. Una de las cosas que me gusta de mi trabajo es la colaboración. No hay nada en mi trabajo que sea hecho en solitario o inmerso en la soledad. Todo lo que hago implica a un equipo y a reunir a gente. Tal vez veo más la independencia en el sentido de tener libertad, como todo el mundo.

«Wonder Woman» ha tenido una muy buena acogida entre el público femenino. ¿Piensa que ese éxito puede ayudar a «Atómica» en la taquilla, así como a una posible precuela de Furiosa?

(Sonríe) Furiosa vive y respira por George Miller. Pienso que todo el mundo respeta y entiende que hasta que George no diga la última palabra y no le ponga fecha y hora no va a suceder nada, sin importar lo fuerte que sea el deseo de que se haga una precuela de Furiosa.

Hace quince años trabajé con Patty Jenkins (“Monster”, 2003) y siempre pensé que ella podía lograr cualquier cosa, porque es una representación real del entendimiento de las complejidades de la mujer; como realizadora tiene una voz muy poderosa y la apoyo en todo lo que haga. El éxito de “Wonder Woman” (de momento es líder en la taquilla veraniega, con una recaudación de más de 380 millones de dólares solo en EEUU) seguro que le brindará a las mujeres directoras más oportunidades para poner en sus manos películas de gran presupuesto y para que confíen en ellas, así como también para que se siga debatiendo sobre estos temas de los que ya no deberíamos estar hablando. Ojalá que mi pequeña película pueda también ofrecer el mismo aporte. Pase lo que pase con “Atómica”, aunque funcione o no en taquilla, siempre será el filme que hice y espero que constituya una contribución a romper los techos de cristal en la industria cinematográfica.