Unai Agirre
UNA MIRADA AL MUNDO

La importancia de llamarse Ernesto en la mítica Santa Clara

En el imaginario colectivo cubano y mundial la ciudad de Santa Clara permanece ligada a la figura del Che Guevara. La batalla que se libró allí fue clave para el triunfo de la Revolución, y desde hace 25 años al primer niño nacido el 14 de junio le ponen el nombre de Ernesto. Ellos, los «Ernesticos» y sus familias, lo aceptan como un honor, pero también como una gran responsabilidad.

Cada año en la maternidad Mariana Grajales de la “heroica ciudad” de Santa Clara, al primer niño nacido el 14 de junio, fecha de nacimiento del Che Guevara, en 1928, se le otorga el honor de llamarse Ernesto. Si los padres están de acuerdo, uno de los dos nombres del recién nacido será el del añorado revolucionario. «El Che es emblemático acá, está en todos y nos convoca», aseguraba hace unos días a la agencia France Press Noris Cárdenas, directora del memorial que desde 1997 guarda los restos del guerrillero, ejecutado hace cincuenta años en la selva boliviana. El lugar fue el centro de las ceremonias conmemorativas celebradas el domingo pasado.

Cada mañana, los escolares cubanos hacen el juramento de «seremos como el Che», pero los “Ernesticos” de Santa Clara asumen un compromiso que va más allá. Lázaro Ernesto tiene 12 años de edad, pero asegura haberse impuesto una estricta línea de conducta desde que tomó conciencia del legado del Che. «Comportarme bien, estudiar, ser honesto, ser bueno con mis compañeros y mi familia», expone bajo la mirada de su madre, Mayelin Morán, de 40 años.

Muy tímido, este seguidor de Lionel Messi –natural de la ciudad argentina de Rosario, al igual que el Che– dice sentirse orgulloso de llamarse como el guerrillero y estadista, pero confiesa que el miedo escénico lo embarga cada 14 de junio, cuando sus compañeros y compañeras de escuela lo felicitan por su cumpleaños.

Por contra, Daniel Ernesto asume la fama con mayor serenidad. A sus 24 años, es el segundo de los “Ernesticos” y el mayor de los que aún residen en Santa Clara. Informático en el hospital pediátrico de la ciudad, este coleccionista de camisetas con la imagen del Che admite que «intentar estar a la altura» de la persona a quien debe su nombre a veces «puede ser un peso». En la icónica ciudad, los jóvenes son convocados regularmente para ceremonias oficiales y se reúnen cada 14 de junio para honrar al revolucionario. «Tiene que ver con marcar el legado del Che en el tiempo, pero sobre todo contribuir a la formación de las nuevas generaciones desde los valores que ha dejado el Che en nuestra historia», explica a Felicia Lara, de la Universidad Pedagógica de Santa Clara.

Actualmente encargada del programa “Ernesticos”, que coordina la universidad, Lara insiste en la importancia que tiene para los jóvenes incorporar las principales cualidades del guerrillero, como la honestidad y el humanismo, aunque precisa que tampoco se trata de exigirles lo imposible. «Son herederos, niños de la ciudad que se distinguen por llevar el nombre de Ernesto, y por sus cualidades morales, éticas, pero sin exigir que sean más allá de lo que es simplemente un niño, un adolescente o un joven», advierte la responsable universitaria y subraya con orgullo que «nunca hemos sido decepcionados por un Ernestico».

Por definición, todos los “Ernesticos” son varones, pero Lara recuerda cómo se vieron en aprietos hace 17 años, tras descubrir que un recién nacido tenía una hermana gemela. El dilema quedó resuelto cuando los padres de la neonata aceptaron nombrarla Celia, en homenaje a la revolucionaria Celia Sánchez, mano derecha de Fidel Castro fallecida en 1980.

Un episodio decisivo. La batalla de Santa Clara, a finales de diciembre de 1958, que condujo a la captura de la ciudad por los revolucionarios bajo el mando del comandante Che Guevara, fue decisiva en la lucha contra el régimen militar del general Fulgencio Batista. De hecho, doce horas después el dictador huyó de Cuba y Fidel Castro anunció la victoria.

En aquellas fechas el Ejército Rebelde necesitaba dejar incomunicado el Occidente del Oriente de Cuba, y el Che jugó un papel fundamental, porque a su 8ª Columna Ciro Redondo le había sido encomendada la difícil misión de la toma de Santa Clara para lograr así el control de toda la provincia de Las Villas, y que todos los traslados de tropas enemigas hacia Oriente tuvieran que hacerse por vía aérea, para lo cual harían falta una considerable cantidad de aviones que el régimen no disponía. Además aumentaría considerablemente la credibilidad de los revolucionarios y crecería su prestigio a nivel nacional e internacional. La ciudad contaba con una gran guarnición, tanques, morteros y buen armamento, junto al apoyo de la aviación. Pero el Che triunfó y, con él, la revolución.