MIKEL INSAUSTI
CINE

«Crooked House»

Estamos asistiendo a la vuelta de Agatha Christie gracias a un repunte de su prestigio literario provocado por el interés renovado de la industria cinematográfica por la adaptación de sus novelas. El éxito del reciente estreno de “Asesinato en el Orient Express”, unido al anuncio de “Muerte en el Nilo” como su inmediata secuela, demuestra que en Hollywood están dispuestos a invertir no poco dinero en este fenómeno retro. El cine británico, por lo que le toca, no se va a quedar de brazos cruzados, ya que en realidad nunca ha dejado de adaptar a la gran autora, tanto en la gran como en la pequeña pantalla. Así, con el nuevo año llegará a nuestras salas “La casa torcida”, una producción cien por cien británica que cuenta con un presupuesto inferior –con sus 10 millones de dólares por los 55 que ha costado “Asesinato en el Orient Express”–, pero respaldada por el prestigio de la autenticidad de sus puestas en escenas y el mayor conocimiento del ambiente cultural de la época a retratar, junto a la competente profesionalidad de sus impecables repartos corales.

Y aunque “Asesinato en el Orient Express” sea una novela más popular, en función de la versión clásica que dirigió Sidney Lumet en 1974, no hay que olvidar que la propia escritora consideraba a “Crooked House” como una de sus novelas preferidas, si no la que más. El debate entre los expertos en Agatha Christie permanece abierto, si bien su germinal “El asesinato de Roger Ackroid”, publicada en 1926, es para muchos la mejor novela de intriga criminal de todos los tiempos. “Crooked House” es bastante posterior y, como obra creada en 1949, refleja la Inglaterra de posguerra. El relato se inicia con el romance de una joven pareja que se conoció en El Cairo en plena Segunda Guerra Mundial, debido a que ella trabajaba como funcionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores. De vuelta a casa, ya en Londres, los ecos de la contienda no parecen haberse apagado y la violencia se reproduce a nivel interno.

La trama se desencadena cuando la protagonista se encuentra con la muerte de su abuelo, el millonario patriarca de la familia de origen griego de los Leonides, quien hizo construir el palacete llamado Crooked House por su extraña inclinación, para que pudieran vivir en él todos sus descendientes con su respectivos cónyuges e hijos. Como quiera que el prometido de la chica es hijo de un influyente oficial de Scotland Yard, se hace cargo de la investigación del caso, descubriendo que el fallecimiento se ha debido al envenenamiento con una sustancia introducida en la inyección diaria de insulina que tomaba el anciano. Se trata de la eserina, peligroso alcaloide conocido científicamente con la denominación de fisostigmina. Pese a que lo complicado es descubrir al suministrador material del veneno letal, pues todos los miembros de la familia son sospechosos, logrará esclarecer el misterio con un gran talento deductivo.

Justo cuando el crimen queda resuelto se sucede un segundo asesinato que ya complica definitivamente el desarrollo del enigma planteado, con un sorpresivo desenlace imposible de adivinar por parte de quienes no hayan leído la novela. Para los que sí conozcan sus secretos bien guardados, el disfrute de la película dependerá de que el casting haya acertado con la representación de los personajes, tan especiales por separado como la propia familia en su conjunto. La joven pareja está interpretada por Stephanie Martini y Max Irons, mientras que del magnate fallecido hace Gino Picciano. Como el padre de la chica está Julian Sands, destacando Glenn Close en el rol de la anciana tía lady Edith, además de Terence Stamp como el inspector Taverner, Roger Ashton-Griffith como el abogado Gaitskill o Gillian Anderson como la nuera del patriarca, una exuberante actriz. Frente a tanto veterano ilustre no desmerece la pujante Honor Kneafsey.

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