TERESA MOLERES
SORBURUA

Yemas invernales

Las yemas o brotes invernales comienzan a aparecer generalmente en otoño. Nacen protegidas por escamas que pueden ser coriáceas, herbáceas o cubiertas de pelo. La forma de la yema también es muy variada: globulosa, ovoide, fusiforme o piramidal, diferencias que nos permiten identificar el futuro árbol o arbusto.

Sabemos que a partir de la yema nacerá un nuevo árbol debido a la extraordinaria capacidad de regeneración que tienen por su alta concentración en minerales, oligoelementos, vitaminas y encimas que lleva su savia, elementos necesarios para el crecimiento de la futura planta.

Con el estudio de los brotes, la medicina comenzó a aplicar su acción curativa. Ya en el siglo IV a C., Hipócrates aconsejaba tomar yemas de pino como remedio contra la neumonía, debido a su contenido en resina balsámica y aceite esencial rico en pineno, un antiséptico poderoso para curar las afecciones de garganta y bronquios. La ciencia que desarrolla la aplicación del tejido embrionario de las yemas se llama yemoterapia. Aunque todavía no esté muy extendida, comenzó su andadura a partir de los estudios de un médico belga, el doctor Henry, en los años 50. A las yemas se les añaden brotes jóvenes y raicillas, a diferencia de la fitoterapia, que solo utiliza las partes adultas de las plantas.

Por ejemplo, el avellano se utiliza contra la debilidad pulmonar; el cornejo purifica la sangre; la viña ralentiza el crecimiento de las excrecencias del tejido óseo... Diciembre es la mejor época para hacer una cura de arándanos que mejora la vista y en enero las yemas del aliso, Alnus glutinosa, serán beneficiosas para la memoria.

Preparados de yemas y brotes se encuentran en tiendas especializadas, en las que naturópatas, fisioterapeutas y homeópatas conocen sus propiedades. Según los expertos, son eficaces en las curas contra las enfermedades crónicas, la artrosis, el colesterol alto, la hipertensión y en los desequilibrios hormonales de las mujeres.

Para comenzar a sentir sus efectos beneficiosos, nada mejor que pasear por un bosque de pinos en primavera cuando el aire lleva los aromas de resina de los brotes. Estos purificarán nuestros pulmones.