Pablo CABEZA BILBO

«Sounchekin» recoge cerca de doscientos retratos realizados en Helldorado

Con la madurez van llegando cada vez más libros de diferente enfoque musical. Ahora es el turno de «Soundchekin'», un libro de gran formato que reúne buena parte de los músicos que han pasado por la sala HellDorado de Gasteiz en los últimos tres años. La singularidad de esta propuesta reside en que no son fotos de directo, sino retratos. Jon Rodríguez Bilbao lo consiguió durante las pruebas de sonido. Siempre con urgencias, nervios... y muchas ganas.

Algo tiene la sala HellDorado de Gasteiz del garito fantástico de la película «Abierto hasta el amanecer-, más aún cuando Tito and Tarantula, que tocan en la película y son parte de la soberbia banda sonora, también han actuado varias veces en el Hell.

En el filme de Robert Rodriguez, con guión de Tarantino y con más que un cameo, los protagonistas terminan en un bar de carretera en pleno desierto, el Titty Twister (La teta enroscada), donde lo mismo se bebe sangre humana que se escucha música en directo de corte blues-rock. Un local de rockeros y moteros donde una exótica y exuberante bailarina, Salma Hayek, contribuye a reunir buena parte de los tópicos del rock.

Helldorado no se alza en el imaginario desierto alavés, pero el polígono industrial que lo alberga es como si fuera parte de ese desierto fronterizo.

Desolado por la noche, cubierto de silencio, con sus siluetas fantasmagóricas, yace camuflado HellDorado. Entrar en el local es traspasar la realidad, como en el Titty Twiter. La vida cambia. De la quietud a la agitación, de las sombras exteriores inertes a los pálpitos rockeros, sea arriba o abajo del escenario. Del trago a los acordes. Además, su gestor, Juan Uriarte, tiene pinta de motero, y resulta que lo fue. «Colgué la moto hace unos dieciséis años», matiza.

De otra parte, Tito and Tarantula han estado en dos ocasiones actuando en HellDorado y, obviamente, Tito es parte del repertorio de artistas retratados por Jon Rodríguez.

Tito es de Ciudad Juarez, vive en Austin, su mujer es mexicana «alta, ojos azules y rubia», nos explica Juan Uriarte, quien en principio no se creyó que fuera de Chihuahua, pero Tito el explicó que allí hubo en tiempo pasado una colonia de alemanes y que por eso su mujer era así. La cabeza visible de HellDorado llegó a conocer bien a Tito and Tarantula, ya que, además del paso por HellDorado. le organizó una amplia gira por el Estado.

El autor

Jon Rodríguez Bilbao comienza su afición por la fotografía de joven, con solo 14 años. Se inicia en un taller que se organiza en su pueblo, Zornotza. El amor le lleva hasta Gasteiz, todavía camino de ser profesional, pero en breve emprende su pasión por la fotografía abriendo una tienda física y aprendiendo en la Sociedad Fotográfica de Gasteiz.

Hoy Jon Rodríguez cuenta con 45 años y desde hace unos 13 se dedica en exclusiva a la fotografía profesional. Tras dejar atrás su etapa de trabajo para prensa, orienta su vocación en exclusiva hacia los reportajes fotoperiodísticos de bodas. «Hace ya 10 años que me decanté por este camino, pero en el inicio era predicar en el desierto; sin embargo, era lo que yo quería hacer, sabía que en el extranjero se hacía, y a mí me molaba más eso que lo típico».

Lo que propone Rodríguez no es la consabida sesión de fotos de novios y con las que tanto se aburre la gente. El fotógrafo de Zornotza va más allá, tanto en los encuadres como las posturas o la luz. «Los reportajes son un poco más caros que lo normal, pero también ofrezco un añadido original y creativo», perfila.

«Siempre había hecho fotos de de conciertos rockeros, llevo enganchado a esa música desde los 14, pero un día me propuse retratar a una banda que venían a Helldorado y para mí. Vi que se me dio bien y luego volví otra vez y otra y otra. Definitivamente, a mi me encanta fotografiar a gente, aunque sea muy tímido», explica.

La tarea del libro «Soundcheckin'» no ha sido nada sencilla. Jon debía sacar tiempo de sus ratos de familia y bodas para desplazarse hasta HellDorado en las pruebas de sonido y convencer a los artistas para que le prestaran un poco de su tiempo. Muchos accedían, pero otros no querían saber nada, bien por distancia, carácter o porque sin maquillar, ni hablar.

Juan Uriarte solía avisarle, «oye pásate que esta es una gran banda y están dispuestos» y Rodríguez tenía que recoger a toda velocidad su equipo, el paraguas reflector y plantarse allí. Encontrar el momento adecuado y plantarle cara al asunto.

«El tratamiento técnico también ha sido muy crudo, el 95% de las sesiones se hicieron con un solo flash y un paraguas, aunque un proyecto tan largo me aburría y de vez en cuando planteaba nuevas luces, por cambiar, aunque siempre volvía a una luz. En realidad, me encanta y me encuentro súper a gusto con una sola luz. De cámaras, lentes distancias focales hay mil cambios y colores, procesados etc. Tres años dan para muchos cambios y enfoques y ademas, ¡qué coño! es jodido rockandroll y tiene que ser divertido y un poco macarra. Por eso hay diferentes sensaciones en las fotos. No es nada académico».

«En general se han portado bien todos, son gente afable y encantadora quitando algún joven gilipollas, los viejos mejor. Algunas chicas solo querían salir maquilladas y bonitas, pero si no había tiempo, había que hacerlo como estaban y algunas no accedieron. Barrence Whitfield, por ejemplo, me dio un minuto y medio, creo recordar que fueron 5 únicos disparos porque se quería ir al hotel antes de cenar. Otras veces he estado esperando un par de horas y no ha habido foto al final. Es lo que hay, no soy Anton Corbin, ni Leibovitz, pero creo que hay un gran trabajo en este libro».

Algo más que un «gran trabajo», puesto que cerca de doscientas fotos, más las descartadas, los procesados y las dudas no son un pasatiempos. Menos aún al ver la calidad de los retratos, en parte en color, de otra en blanco y negro. Según las sensaciones que se perciben tras el click o una vez que se tienen delante del ordenador.

Rodríguez ha trabajado con varias cámaras, sobre todo Canon, pero desde el pasado año es un nikonista. Ha empleado diferentes objetivos, pero preferentemente un 35 y un 85 mm, habitualmente con cámaras de formato completo. Este es su segundo libro, pues ya publicó uno sobre los astilleros vascos.

Juan Uriarte/HellDorado

Fue bajista en Allnighters, pero desde hace años gestiona unos locales de ensayo y da luz por las noches de los fines de semana al club HellDorado, local al que la ciudad de Gasteiz le debe mucho.

Por la sala han pasado cientos de artistas y cualquiera que haya organizado un concierto sabe que eso es una locura; en especial en los primeros años, cuando todo está en precario y los problemas técnicos más la burocracía te van pelando la moral.

Ahora HellDorado es una gran sala, un espacio único por sus características y que huele a rockandroll en cuanto se traspasa la entrada. Todo está engrasado y Juan disfruta como uno más en primera fila. También fue mánager de las desaparecidas Las Culebras, experiencia que daría para un libro.

«He intentando hacer memoria de cuándo o por qué surgió este proyecto fotográfico, pero no encuentro el origen. Y es que, como tal, no existió; quizá sí en la cabeza del autor, pero tampoco pondría la mano en el fuego. Intento retrotraerme en el tiempo tratando de sacar alguna jodida conclusión, y me doy cuenta de que lo único que me viene a la cabeza es que, una vez más, las cosas han ocurrido 'al estilo Hell Dorado'», apunta Uriarte.

«Dicho esto... Un día, en una prueba de sonido, apareció Jon con su cámara y un montón de cacharros. Supongo que me diría que iba a sacar unas fotos y yo le contesté `vale, tú mismo'. Algunos meses más tarde ya tenía una buena colección de retratos de músicos, en situaciones y contextos muy diferentes a lo habitual. Los recién llegados (la banda que tocaba aquel día) ojeaban con curiosidad y cara de no-sé-de-qué-coño-va-esto-pero-mola; rockeros castigados por la resaca de la noche anterior y una buena paliza en furgoneta, y que en pocos minutos pasarían por el objetivo de su cámara, sin tener muy claro de qué iba aquello», explica Uriarte, quien añade: «Un año y medio más tarde, puede que me hablase de cuánto molaría intentar publicar este trabajo, de que al tratarse de algo elegante y bien presentado, alejado de la nocturnidad y sus estúpidos tópicos ¡coño, era todo un libro! Fue entonces cuando tomé conciencia del asunto y, a veces, conduciendo a toda velocidad camino de la sala, pensaba `joder, hoy tocan estos tipos que son la hostia, y no sé si Jon sabe algo'. Le llamaba: '¿Qué pasa, tronco?' `¿Te vas a apuntar hoy?'. `Sí, voy para allá'. A veces la respuesta era: `Pues no tenía pensado ir... tengo algún que otro marrón, ¿merece la pena?'. `Sí, joder, que no les conoce nadie ¡pero molan!'. `Bueno, en veinte minutos estoy allí'. Y allí estaba en una tarde de sábado, de viernes, rompiendo planes o descanso, buscando la mejor imagen del rockero de turno.

Mucho esfuerzo, pero el resultado, para el autor y la sala, debe de ser motivo de orgullo, tanto por los nombres memorables del rock retratados como por la calidad de los mismos..

HellDorado

Título: Soundcheckin'. HellDorado.

Formato: 27 x 22 centímetros. Papel cuché de alto gramaje.

Imáganes: Cerca de 200 retratos tanto en color como en blanco y negro..

Contactos: www.unusualfotografica.com y www.helldorado.net.

PORTADA

La portada del libro la ocupa el enigmático Rusty Brown, componente de los australianos, Melbourne, Electric Mary.

RETRATOS

Óscar Benas, Las Culebras, Zuloak, Josu Zabala, The Allnighters... y todos los componentes del Club Helldorado también son parte de «Soundchekin'»