Amparo LASHERAS
Periodista

Una escena de miseria política

En elecciones hay actos que cabrían en una escena de cómicos sin gracia. Me refiero a los que producen vergüenza ajena y una no sabe si aguantar con la debida compostura, reclamar el importe de la entrada o abandonar la sala añorando el humor surrealista de Groucho Marx. Digo esto porque la inauguración del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo fue lo más parecido a una payasada sin el ingenio de lo absurdo y sí con muy mala intención, reflejo de la poca calidad política de sus protagonistas. Mariano Rajoy e Iñigo Urkullu llegaron a Gasteiz a colocar la primera piedra de un centro dedicado a las víctimas de ETA porque hay que darse prisa en institucionalizar el relato del «heroísmo español» y, de paso, construir humo mediático para hacer campaña en un tiempo difícil, en el que arrecia el paro juvenil (52%), la corrupción, los desahucios que acaban en suicidio y una larga lista de desastres inaguantables. Mariano alto y soso y Urkullu bajito y gris, los dos, sin ninguna verdad que transmitir, descubrieron una placa de quita y pon en la ruina de un edificio sin proyecto ni adjudicación de obra. Pero como la vida esconde siempre un surrealismo trágico, el terrible accidente aéreo de los Alpes les expulsó de la primera página. Sin eco mediático, solo quedó la miseria política de quien rentabiliza la muerte.