Beñat ZARRABEITIA
RUGIDO

Las puertas de la historia abiertas de par en par

La elección del Camp Nou como sede definitiva de la final de Copa no ha dejado indiferente a nadie. Una resolución sorprendente para un culebrón alargado de forma esperpéntica y enturbiada por declaraciones de representantes políticos, deportivos o mediáticos de los sectores más reaccionarios del Estado español. Ahora está todo claro, el Athletic, acompañado de una enorme marea rojiblanca, deberá superar al Barcelona en su propio campo para alzarse con el título. Se acabó el debate, las reservas hoteleras y los precios crecerán de forma notable, y al equipo le queda centrarse en alcanzar la 7ª plaza y garantizarse el billete para la Europa League. Llegar a la final en una dinámica futbolística positiva aumentaría las opciones del Athletic para ser campeón. Sin embargo, lo vivido durante las últimas semanas deja varias lecturas. La primera es que Real Madrid y Barcelona disfrutan de un poder prácticamente ilimitado en la LFP y la RFEF. Escenifican una suerte de Guerra Fría, marcada por la pose y el ruido mediático, pero es casi imposible encontrar una situación en la que alguno de ellos resulte perjudicado. De hecho, en las tres últimas finales entre blaugranas y leones, la sede siempre ha sido más del gusto de los culés. Ahora, tras la imposibilidad de jugar en el Bernabéu, la historia se ha repetido. El Athletic como club ha padecido una gran falta de respeto, tratado como una suerte de telonero caricaturizado. Entidad que mueve masas a las que se les puede enviar casi a cualquier sitio porque nunca van a dejar solo a su equipo. Y así será, más de 40.000 aficionados estarán en el Camp Nou –es muy probable que en el campo haya más hinchas del Athletic que del Barça– y otra legión de aficionados sin entrada también se desplazará a Barcelona. Los leones están en la antesala del más difícil todavía. Las puertas de la historia se les han abierto de par en par, la posibilidad de ser campeones como los más grandes, un pasaporte para la épica. Emular a Uruguay en Maracaná en el Mundial de 1950, al Liverpool que ganó a la Roma en la final de la Copa de Europa de 1984, al Depor que desmontó el centenario del Madrid en 2012 o la más reciente victoria del Chelsea en Munich ante el Bayern por la orejona de 2012. Los rojiblancos ya tienen un antecedente, la Copa de 1958, en la que fue obligado a jugar el Bernabéu contra los merengues que comandaba Di Stefano y se llevó el título. Triunfo que propició la célebre frase del entonces presidente Enrique Guzmán: «Con once aldeanos nos los hemos pasado por la piedra». Todo el favoritismo recae en el Barça, casi nadie fuera de Euskal Herria apuesta por el Athletic, pero en el vestuario rojiblanco existe un gran convencimiento en las posibilidades de victoria. La caravana rojiblanca viajará masivamente a Barcelona consciente de que puede escribir una de sus páginas más brillantes. Es posible, la gloria espera.