Mikel INSAUSTI
CONVICTO

El escocés David Mackenzie ha realizado un drama carcelario distinto a todos

Dice David Mackenzie que para preparar “Starred Up” revisó dos clásicos del género carcelario: “Un condenado a muerte se ha escapado”, de Robert Bresson y “Fuga de Alcatraz”, de Don Siegel. Simplemente las vio para hacerse con la descripción de la rutina de los presos y sus guardianes, porque en su película no hay ninguna evasión, ni tan siquiera la más remota posibilidad de escapar a un mundo cerrado e inaccesible.

No sé si “Starred Up” es la película más dura que se ha hecho sobre el internamiento forzoso en prisiones de máxima seguridad, pero la ganadora del Bafta del cine escocés es diferente a todos los dramas carcelarios que se han visto. Es una obra única en su género, que se estrena con retraso y ha sido recuperada gracias a la presencia estelar del joven actor Jack O’Connell, que la rodó antes de ser lo popular que ahora es.

El cineasta escocés David Mackenzie apuntaba muy alto hace diez años con “Young Adam”, pero por lo que fuere sus siguientes títulos no han despertado el mismo interés, salvo alguna curiosidad como la película musical “Rock’ n Love”. Por todo ello “Starred Up” es, sin ninguna duda, su máxima creación. Ha tenido la suerte de encontrarse por fin con un gran guion, el que ha escrito para la película Jonathan Asser. Se trata de un relato autobiográfico, ya que ha volcado en él su experiencia personal como terapeuta con reclusos considerados peligrosos durante doce años.

En la pantalla el alter ego de Asser es encarnado por el actor Rupert Friend, quien lleva a cabo un trabajo tan físico como el de los actores que interpretan a los internos y sus vigilantes. Todos sus intentos se encaminarán a integrar en la terapia de grupo al protagonista, un caso difícil por provenir de un centro de menores donde no ha conseguido rehabilitarse, debido a que no ha conocido otra cosa desde su niñez que la violencia.

Y ahí es donde surge la tensión dramática, porque en su nuevo y primer destino carcelario se encuentra con su padre, al que no ve desde que tenía cinco años. A pesar de circunstancias tan adversas el contacto paternofilial es reestablecido, si bien su progenitor es consciente de que en un lugar así no puede proteger a su hijo, de los demás y de si mismo. A su manera intentará, no obstante, ejercer la paternidad.

El ambiente no puede ser más hostil, por lo que los sentimientos familiares o de cualquier otro tipo se pervierten en medio de la corrupción y degradación generalizadas. Estos hombres luchan contra el proceso de animalización al que son sistemáticamente sometidos, y hacen lo posible para no terminar de convertirse en unas bestias salvajes que solo se mueven por el instinto de supervivencia más primario.