GARA
LAUSANA
NEGOCIACIÓN SOBRE EL PROGRAMA NUCLEAR IRANÍ

Nueva prórroga entre la impaciencia y la cercanía del acuerdo

Irán y las potencias del denominado grupo 5+1 se dieron un día más de negociación después de haber superado el plazo marcado, y continuaron anoche las conversaciones sobre el programa nuclear iraní, entre anuncios de un acuerdo próximo, matizaciones sobre las dificultades y acusaciones mutuas de falta de voluntad.

Las negociaciones sobre el programa nuclear iraní en Lausana volvieron a presentarse como una «montaña rusa» en la que las declaraciones de los ministros y delegados tan pronto anunciaban un acuerdo inminete como acentuaban las discrepancias.

Superado ya el plazo del 31 de marzo que se habían dado las partes, la voluntad de cerrar un acuerdo y la aparente cercanía del mismo hicieron que decidieran continuar negociando, mientras de cara al extrior siguieron emplazando a la otra parte a dar el paso definitivo.

«El progreso y el éxito de las conversaciones depende de la voluntad política de la otra parte», declaró a la prensa el ministro de Exteriores de Irán, Mohamad Javad Zarif, desde la ciudad suiza, donde desde el sábado los siete interlocutores intentan llegar a un acuerdo político marco que les sirva de guía para seguir disctiendo aspectos técnicos hasta el 30 de junio, cuando se han propuesto firmar el definitivo.

Zarif exhortó al grupo 5+1 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Estado francés, Rusia, China y Alemania) a «aprovechar el momento y la oportunidad que puede que no se repita». A su juicio, alcanzar el acuerdo requiere voluntad política y eso es algo «con lo que la otra parte tiene un problema».

Explicó que en la jornada de ayer se resolvieron «dos temas de diferencias» pero añadió que el trabajo se había vuelto más difícil al abordar «los detalles de las soluciones».

Sin embargo, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, insistió en que aún quedaban puntos de desencuentro sobre los que Irán no ha hecho «los compromisos específicos y tangibles» que esperaban las potencias occidentales.

Así, reiteró la amenaza de que EEUU está dispuesto a abandonar las negociaciones nucleares, si es necesario, aunque el paso tendría un enorme coste político para el presidente estadonidense, Barack Obama. «El tiempo se está acabando», alertó, pero indicó que «los negociadores están trabajando duro» y que EEUU no romperá «abruptamente» las negociciones si ve que hay «seridad» en la otra parte.

El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, dio una señal de que se producían avances al prolongar su estancia en Lausana hasta hoy por la mañana. También el regreso a Lausana de su homólogo grancés, Laurent Fabius, pareció impulsar el final de la negociación.

Igualmente, el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, sugirió que hoy podría cerrarse el acuerdo marco. «Esta noche habrá nuevas propuestas, nuevas recomendaciones, pero no puedo predecir si serán suficientes para llegar a un acuerdo esta misma noche. Las últimas noches han mostrado que es muy difícil», afirmó. «Mientras que un éxito sea posible, vale la pena este esfuerzo», dijo Steinmeier. En vista del acercamiento alcanzado durante estos días de negociaciones, agregó, «sería poco responsable dejar de lado un posible acuerdo». Aunque el jefe de la diplomacia alemana también advirtió de que Lausana podría ser el punto final de las negociaciones nucleares.

El cansancio tras varios días de conversaciones, que debían haber concluido el martes, se ha hecho visible en los ministros de Exteriores de Rusia y China, que decidieron dejar a sus respectivos «número dos» al frente de sus respectivas delegaciones.

En noviembre de 2013, el Grupo 5+1 e Irán lograron cerrar un acuerdo preliminar de seis meses de duración, por virtud del cual Teherán se comprometió a congelar parte de su programa nuclear a cambio del levantamiento de algunas sanciones.

Sin embargo, las partes no lograron cerrar un texto definitivo, por lo que decidieron darse hasta el próximo 1 de julio para zanjar de una vez por todas la controversia sobre el programa nuclear iraní.

El acuerdo definitivo contemplaría que Irán pueda mantener un programa de enriquecimiento de uranio dentro de unos términos pactados y limitados. A cambio, la República Islámica debe despejar todas las dudas sobre la naturaleza exclusivamente pacífica de su programa.

Los dos escollos en la negociación son las sanciones sobre Irán, y la investigación y el desarrollo que permitan a Irán desarrollar sus centrifugadoras para enriquecer uranio.

Las potencias occidentales quieren controlar el programa nuclear iraní durante 15 años para evitar que Téhéran tenga acceso a armamento nuclear. A cambio, deberían levantar las sanciones –europeas, estadounidenses y de la ONU– que asfixian a la economía iraní.

Sanciones

Los iraníes quieren concretar cómo se suspenderán o eliminarán, en qué orden y plazos, mientras las potencias occidentales intentan aplicar un levantamiento progresivo, y un mecanismo para volver a aplicarlas en caso de incumplimientos.

En este punto, según el ministro alemán de Exteriores, el bloque europeo está completamente unido, mientras Rusia y China quieren evitar ese mecanismo que ignoraría las reglas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde tienen un derecho de veto al que no quieren renunciar.

Una semana encerrados en un palacio, entre una obra de teatro y una partida de póker

Han hablando, discutido, negociado durante siete días, encerrados en un magnífico palacio con vistas al lago Leman y a las montañas suizas. Con unidad de lugar, de tiempo y acción, parece una pieza de teatro en la que se juega un nuevo diseño geostratégico, representada en el palacio Beau-Rivage, un lujoso hotel del siglo XIX. Con encuentros improvisados, puertas traseras y giros teatrales, los ministros y delegados del Sexteto e Irán la han representado en un ambiente de permanente «montaña rusa», según la expresión de un diplomático, en referencia a la impresión de estar a punto de cerrar el acuerdo, seguida de un distanciamiento. A veces, la acción se trasladaba al exterior, en las orillas del lago donde John Kerry pedaleaba para rebajar la tensión y donde el chino Wang Yi practicaba jogging. En la terraza de un restaurante en el pequeño puerto deportivo bajo el hotel se podía encontrar al secretario de Estado de Energía de EEUU, Ernest Moniz. En una atmósfera surrealista y agobiante, los negociadores han estado ocupados durante siete días de reuniones maratonianas, noche y día, acechados por más de cien periodistas en búsqueda desesperada de información sobre el estado de las negociaciones que pueden modificar la imagen del mundo. «¿No tenéis vida?», espetó Kerry a los ateridos periodistas que el lunes por la noche le esperaban a la salida del hotel. «De hecho tenéis mejor vida que la nuestra», añadió, sonriente. También el francés Laurent Fabius, normalmente serio, recurrió al humor al aludir al «ambiente cordial y distendido» de Oriente Medio. Y Moniz ofreció regalos por el primer nieto del director de la Organización de la Energía Atómica iraní, Ali Akbar Salehi. Ambos se conocen bien ya que estudiaron juntos en el MIT, en Boston, en los años 70. En año y medio de duras negociaciones, de Ginebra a Lausana, pasando por Viena y Nueva York, «se ha forjado una verdadera relación de trabajo. No son adulaciones entre diplomáticos, se dicen las cosas y saben que no están allí para hacerse morder el polvo mutuamente, sino para encontrar una solución», afirma una fuente cercana a los negociadores. Lo que no impide la estrategia y los faroles en esta gran partida de póker que dura desde 2013. Y las declaraciones públicas y privadas no tienen siempre el mismo tono, según su destinatario, interior o exterior. El iraní Mohammad Javad Zarif sonríe siempre, sea cual sea el estado de las conversaciones. Es un temible negociador que conoce el tema nuclear como la palma de su mano. Hasta el punto de que un diplomático confiesa haber tenido «sudores fríos» cuando su ministro se encontraba solo frente a frente con el iraní. «Esta negociacion es como un juego de ver quién se ríe primero», señala otra fuente, que confía en la imaginación de los diplomáticos para superar las peores dificultades.C.FEUILLATRE-S. GHAZI (AFP)