Nerea GOTI
VISTA POR LAS MUERTES DE JENNY REBOLLO Y MAUREEN ADA

DOS VÍCTIMAS DESENFOCADAS EN UN JUICIO CON 116 PERIODISTAS

EL JUICIO POR LA MUERTE DE JENNY SOFÍA REBOLLO Y MAUREEN ADA OTUYA COMENZÓ AYER EN BILBO, ENTRE UNA GRAN EXPECTACIÓN CENTRADA EN EL MORBO POR EL ACUSADO, JUAN CARLOS AGUILAR. EN LA CALLE, AMIGOS DE ADA LEVANTABAN SU FOTO. SUS FAMILIARES MÁS DIRECTAS NO ESTÁN EN BILBO; NO TENÍAN DINERO PARA ELLO.

El juicio por las muertes de Jenny Sofía Rebollo y Maureen Ada Otuya arrancó ayer en la Audiencia Provincial de Bizkaia rodeado de una gran expectación mediática, centrada en torno al acusado más que en la de las víctimas, cuyos familiares más directos ni siquiera han podido llegar a Bilbo. El récord de periodistas (hasta 116 siguen el proceso a través de dos pantallas) se debe en gran parte al morbo que suscita el caso.

El autor confeso de ambas muertes, Juan Carlos Aguilar, reconoció ayer los hechos en respuesta a preguntas del fiscal. La defensa admite que hubo «alevosía», pero no ensañamiento, lo que centrará el juicio en adelante. El dolor quedó fuera del foco principal. Pero ahí estaba, para quien quisiera verlo. Un numeroso grupo de ciudadanos vascos de origen nigeriano venidos de distintos puntos se concentró a puertas del Palacio de Justicia para asistir a la vista. «Su familia hoy somos nosotros», manifestaban a GARA. Entre ellos, un grupo de mujeres que conocieron en persona a Ada explicaban que asistían para recordar a su amiga, para ponerle cara, y no paraban de mostrarsu imagen en alto.

Lo peor de los próximos días será escuchar lo que se juzga, los hechos que rodean las muertes violentas de Rebollo y Ada. Sus amigas destacaban que «era una niña», que «se reía mucho» y que sigue siendo recordada por su simpatía. «Tenía muchos planes de levantar a su familia», agregaban. Y por eso pedían que todo el peso de la justicia caiga sobre el autor de las muertes.

Según contaron, los familiares más directos de la joven no estarán en la sala porque los visados y el coste económico del traslado a un juicio que se prolongará en el tiempo (está previsto que dure hasta el 5 de mayo, aunque podría acelerarse tras la clara confesión de ayer) «es demasiado para ellos».

El retraso en la designación de los miembros del jurado (cinco mujeres y cuatro hombres) hizo que tuviesen que esperar durante más de dos horas, a ratos bajo fuertes chaparrones. Gustave Kiansumba, presidente de la comunidad congoleña en Bilbo y premio internacional Alfonso Comín 2014 por su labor a favor de los derechos de refugiados y migrantes, explicaba a GARA que «toda la comunidad africana está apoyando a las familias de las víctimas».

«En la cultura africana, cuando está lloviendo se dice que la víctima está llorando», contaba, antes de reconocer que se sienten «un poco indignados» porque no haya contacto entre la Administración, en general, y la familia. Y reclamaba también justicia, ante el temor de que «cuando la persona afectada es inmigrante, es negra, es africana, el resultado es cero».