Raimundo Fitero
DE REOJO

Meditación

Las imágenes que se nos ofrecen del juicio a Juan Carlos Aguilar, el asesino del ensanche bilbaíno nos dejan enganchados a un mal presagio. Con tres monosílabos acaba parte de su intervención, en todos los casos para asentir sobre la autoría y con un no condicional, sobre el ensañamiento. Es decir, trocear a un cadáver no considera que sea ensañamiento. La diferencia es sustancial en cuanto a la condena, por lo que está todo calculado. Como que una vez expuestos sus aseveraciones, vuelve a su silla y cierra los ojos para meditar como insisten en señalarnos las crónicas de los diversos canales.

Este hombre tuvo mucha presencia mediática continuada y transmitía sus supuestos conocimientos de técnicas marciales y de autoayuda orientales. Aparecía con asiduidad, siempre dando una idea de control, de paz, recomendando eso, la meditación trascendental, la paz interior, porque el mundo de esa manera se ordena. El chivo expiatorio Rato, que cuando fue dirigente del FMI, además de otorgarse un crédito para adquirir su residencia americana, se dedicó a hacer yoga. Y también salió, y sale, por la tele ocupando muchas horas, mintiendo y dando mensajes que no se corresponden en absoluto con sus actividades ocultas.

Viendo normalmente un canal dedicado a casos de crímenes, resueltos o sin resolver, de perfiles de asesinos, se entiende mejor a estos dos personajes, a su frialdad, a su actitud de lejanía, de falta de humanidad. El falso Shaolin reconoce dos asesinatos, pero Rato no reconoce ni por asomo el sufrimiento y dolor que ha causado de manera consciente su actividad política, y seguro que se pueden contabilizar también muertes indirectas. Hay que descifrar ahora los mensajes. La mano del funcionario empujando la cabeza de Rato entrando en el coche, es clave.