Iñaki IRIONDO

DICHOS, HECHOS Y TRECHOS EN EL CASO DE IñIGO CABACAS

La marcha atrás del PNV sobre la prohibición de las pelotas de goma no es sino el último episodio del trecho que hay entre lo que los jeltzales y el Gobierno de Lakua dicen en lo relacionado con Iñigo Cabacas y lo que hacen dentro del juzgado o en citas con sus padres.

Cuando Rodolfo Ares acudió por primera vez al Parlamento a dar su versión de la muerte de Iñigo Cabacas, el PNV calificó lo ocurrido de «inexplicable e intolerable» y su portavoz le recordó al consejero de Interior que ya le había trasmitido en privado en otras ocasiones que hacía tiempo que venían recibiendo quejas de ciudadanos porque la Ertzaintza estaba actuando con demasiada contundencia.

Fue en aquella comisión cuando Ares anunció la restricción de las pelotas de goma, que en un pleno posterior el PNV consideró insuficiente, abogando por su prohibición total. «No podemos andar con medias tintas», afirmó el parlamentario jeltzale, «ha llegado el momento de eliminar totalmente y de manera definitiva el uso de las pelotas de goma por parte de la Ertzaintza».

El pasado jueves, el PNV dio por buenas esas «medias tintas», sin que su portavoz ofreciera ninguna explicación sobre por qué lo que en junio de 2012 no era aceptable, lo es ahora, ni sobre qué necesidad tiene la Ertzaintza de seguir usando un armamento que se ha demostrado letal. No lo entienden muchas personas y no lo entendieron ni los padres de Iñigo Cabacas ni los familiares de otros muertos por pelotazos ni quienes han quedado marcados de por vida.

Continuidad también en el juzgado

El PNV adujo que el Departamento de Seguridad actual estaba continuando la labor de sus antecesores del PSE en relación al material antidisturbios. No es el único terreno en el que la Consejería de Estefanía Beltrán de Heredia está dando continuidad a la labor de Rodolfo Ares. Aquellos y estos insisten una y otra vez en asegurar que su objetivo es que los hechos se aclaren y que para ello están a total disposición de la jueza instructora. Sin embargo, sus abogados en la causa no están actuando como defensores de la ciudadanía que buscan la verdad, sino como defensores de los agentes implicados, y así puede comprobarse en las alegaciones que presentan a las peticiones de la familia.

Y lo mismo ocurre con los responsables políticos del Departamento, que han adoptado siempre posiciones defensivas cuando se han ido conociendo novedades informativas sobre lo ocurrido aquella noche. También es destacable la decisión de nombrar máximo jefe de la Ertzaintza nada menos que a quien estaba al frente de la Comisaría de Bilbo cuando ocurrieron los hechos. Aunque no hubiera tenido nada que ver con el operativo, solo el caos que aseguran los implicados que reinaba en el búnker y que dicen impide saber quién empleó las pelotas y quién no aquella noche, sería suficiente para desacreditarle para el cargo.

Tampoco se puede olvidar la decisión de negar a la jueza los protocolos de actuación para estos casos recogidos en instrucciones internas de la Ertzaintza. El viceconsejero le negó la instrucción número 73 por ser «reservada» y la 6 por «confidencial».

En los actos del tercer aniversario de la muerte de Iñigo Cabacas, su padre, Manu, hizo público que desde el actual Gobierno les habían dicho que no todos los crímenes se resuelven, y se preguntó si con esa frase «está anticipando algo».

«No os hagáis enemigos»

Lo que la familia Cabacas cuenta de sus relaciones con el Ejecutivo de Lakua dista mucho también de la empatía hacia las víctimas que predican algunos de sus miembros. En una reciente entrevista en la Cadena Ser, Manu Cabacas y Fina Liceranzu recordaban una reunión mantenida con la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, y con el secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández.

«Les pedí –relató el padre– que colaboraran con la justicia. La consejera, impertérrita. Como una roca. No dijo nada. Casi hubiera preferido que me hubiera dicho que no. Si no vas a hacer nada, di no. Y el otro, Jonan Fernández... ese me rompe los esquemas. Abrió la conversación diciendo que no pensara yo que todas las viudas de los ertzainas conseguían saber quién había matado a sus maridos. Yo me quedé... se me encendieron los ojos. ¡Qué tiene que ver el tocino con la velocidad! Cómo me puedes decir eso. Es una barbaridad».

También contó que en otra ocasión, cuando iban a hablar con el fiscal, Fernández le llamó para preguntarle cómo estaban. «Le dije que cómo quieres que me encuentre si estoy viendo que no avanza nada y no aportáis nada. Me respondió que no me hiciera enemigos, que no estaba en situación. ¿Pedir justicia para mi hijo es hacerme enemigos?», se preguntó ante el micrófono Manu Cabacas, en una muestra más del desengaño que sufre al ver el trecho que hay entre los discursos públicos y los hechos.