Ariane KAMIO
DONOSTIA

Las mujeres saharauis, el motor de su pasado y su futuro

El Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia acoge hoy la proyección de «Coría y el mar», un documental de producción vasca que se adentra en los campamentos de Tinduf para mostrar el día a día de las mujeres refugiadas. Ellas son el motor de su futuro.

Han pasado casi cuarenta años desde el comienzo de la guerra en el Sahara Occidental y desde que miles y miles de personas dejaran atrás sus casas para refugiarse en diferentes campamentos, entre ellos, en Tinduf (Argelia). El pueblo saharaui vive desde entonces dividido, entre su tierra ocupada por Marruecos y los ciudadanos que hoy por hoy todavía sobreviven como refugiados. El muro marroquí, construido a lo largo de 2.720 kilómetros es la principal trinchera que impide el regreso de los refugiados a sus casas y, por consiguiente, el reencuentro de miles de familias saharauis.

A Tinduf, a un campamento de refugiados en el que miles de familias sobreviven en condiciones realmente hostiles, se ha acercado la cámara de Diana Nava para rodar el documental “Coría y el mar”, que hoy se proyecta dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia. El film se presentó este martes ante la prensa y, según relató la propia directora, fue una experiencia personal la que la llevó a contar la historia de estas personas, concretamente de estas mujeres, a través del cine. Fue en festival de Fisahara donde sus ideales cambiaron de forma radical. «Conviví con una familia saharaui formada por tres hermanas, sobre las que tenía un estereotipo prefijado de mujeres musulmanas y sumisas. La conexión con ellas, sin embargo, resultó ser espontánea y muy especial», dijo. Esa es, por tanto, la historia a la que invita su película, que también se proyectará en el FiSahara 2015, que arranca la próxima semana.

En un entorno hostil, donde sacarse la vida adelante requiere más de ingenio que de otra cosa, alimentarse, mantenerse hidratado o contar con una mínima atención sanitaria resulta especialmente necesario. Pero igual de primordial es para las personas que viven allí jugar o soñar con una realidad diferente; con una Sahara libre.

Son las mujeres, las principales protagonistas del rodaje, las que reflejan la labor que desempeñan en el desarrollo social de su entorno. Son emprendedoras, luchadoras y decididas a ser dueñas de su futuro. Apenas aparece la figura de un hombre en todo el rodaje, en gran medida porque hubo dificultades para lograr su testimonio, pero lo primordial es la voz de las niñas, mujeres, madres y abuelas que mantienen en pie el espíritu saharaui. «Nuestros maridos son llamados a luchar y nosotras nos quedamos solas con nuestros hijos y nuestros ancianos», relata una de ellas a lo largo del documental.

Es así que se convierten en el motor de su propio futuro. Son farmacéuticas, o educadoras en un centro de enseñanza dedicado a niños con discapacidades síquicas, o jóvenes que intentan luchar por un futuro guiado por la igualdad de género. «La sociedad saharaui se basa históricamente en un matriarcado. Esto viene de atrás. Y, cuando llegó la guerra, los hombres iban a luchar y ellas se quedaban al frente de todo», señaló Nava.

El hilo conductor de la historia la lleva la pequeña Coría, una joven de once años a la que inquieta la historia de sus antepasados y anhela poder visitar junto a su familia el, de momento inalcanzable, mar de Dakhla, a orillas del Atlántico.

Ha sido un proyecto de largo recorrido hasta que ha llegado a la gran pantalla. Incluso la pequeña Coría que conocieron años atrás era ya una preadolescente cuando arrancó el rodaje. La situación de los saharauis también dificultó en algunos momentos la grabación. Las protagonistas podrán verla con sus propios ojos en el inmimente Festival de FiSahara.