Mirari ISASI

EL PNV BUSCA EL PLENO AL NUEVE EN SU BASTIÓN DE URIBE KOSTA

El avance de Bildu en las últimas elecciones municipales supuso un toque de atención para el PNV, señor de Uribe Kosta. En la mayoría de municipios donde el PNV es hegemónico no se esperan cambios, pero en Leioa pueden pasarle factura varios escándalos recientes. Las fuerzas españolistas siguen siendo un fenómeno residual, salvo en Getxo, donde el PP le pisa los talones a los jeltzales.

Uribe Kosta es tradicionalmente un bastión jeltzale, pero la vuelta hace cuatro años de Bildu a la liza electoral supuso un revulsivo. El PNV gobierna en siete de los nueve municipios de la comarca, solo se le han escapado Sopela, en manos de Bildu desde 2011, y Plentzia, gobernada por los independientes. Los jeltzales intentarán lograr el pleno al nueve, pero podrían no solo no recuperar Sopela y Plentzia sino incluso perder Leioa y Barrika.

El escenario poselectoral no deparará grandes cambios en su cabecera, Getxo, donde la oposición denuncia que la gestión de los últimos cuatro años se ha hecho a golpe de decreto. Allí, el PNV mantiene una ligera ventaja respecto al PP y no parece que la formación española vaya a acortar distancias, ya que a la bajada generalizada que se augura se suma la irrupción de Ciudadanos, que puede costarle un puñado de votos. La realidad del municipio, con situaciones cada vez más difíciles, puede dar un impulso a la izquierda de la mano de EH Bildu, que espera mejorar resultados, y Guk, que agrupa a Podemos y ciudadanos independientes, pero cuyos apoyos son una incógnita.

Los jeltzales insisten en convertir Getxo en un municipio elitista con macroproyectos y grandes infraestructuras que condicionan el presupuesto y la gestión de un Ayuntamiento que tiene dinero, mientras se aplican recortes en otras áreas. Es el caso del Getxo Antzokia y la Kultur Etxea de Erromo, cuyos presupuestos se han multiplicado mientras la inversión en política de vivienda, servicios sociales y cultura popular ha sido nula. Además, los problemas relacionados con la mala gestión se han multiplicado en todos los servicios básicos subcontratados o privatizados.

Pero en este municipio elitista que la derecha, vasca o española, pretenden vender, ha aumentado el número de vecinos que se ha quedado sin casa, se han precarizado las condiciones laborales, cada vez hay más inmigrantes en riesgo de exclusión y gente que vive y muere en la calle y los jóvenes tienen que salir de Getxo por la falta de alquileres sociales, según denuncia EH Bildu, que propone invertir en vivienda social y atender a las necesidades de los ciudadanos, hacer frente a la precariedad y al desempleo, defender un plan territorial y una gestión medioambiental que vayan de la mano y apostar por una cultura popular, pero, sobre todo, que defiende la participación y la transparencia, abriendo las puertas del Ayuntamiento para desmontar la buena gestión de la que el PNV presume.

Irregularidades y clientelismo

Leioa es otra de las referencias de Uribe Kosta en esta contienda electoral. La cascada de denuncias por irregularidades y clientelismo en la contratación de obras y servicios puede pasarle factura al PNV, que en las últimas elecciones locales dobló en votos a Bildu, segunda fuerza.

La formación jeltzale ha sido hegémonica en los últimos 35 años, en los que ha convertido Leioa en una ciudad dormitorio y ha construido una red clientelar. Pero varios escándalos de corrupción, o al menos de graves irregularidades, pueden suponerle un castigo.

El más grave, el «caso Pinosolo», un supuesto trato de favor a dos empresas para la construcción de un complejo deportivo, cuyo presupuesto ascendía a 58 millones de euros y fue presentado en víspera de las elecciones municipales de 2011 por el entonces alcalde, Eneko Arruebarrena, como su proyecto estrella. Competencia concluyó que la empresa elegida por el Ayuntamiento –cuyo presupuesto anual es de 40 millones de euros– para evaluar las ofertas, la asesoría Arcain, actuó en connivencia con la constructora Aros y el arquitecto catalán Joaquín Pujol para que se llevaran la obra.

La comisión de investigación del Ayuntamiento dio por probado que Arcain, el arquitecto y Aros colaboraron con Arruebarrena y su exconcejal de Deportes Jon Loizaga antes de que se convocara el concurso.

El polideportivo sigue sin construirse y solo se han edificado unas piscinas, con un sobrecoste del 50% respecto a los 2,7 millones presupuestados.

Pero además de los escándalos y de la pérdida de dos millones de euros, el PNV no ha llevado a cabo sus principales propuestas, como la creación de 5.000 empleos, por lo EH Bildu observa razones objetivas para que se produzca un cambio en la correlación de fuerzas y EH Bildu confía en esas ganas de cambio que se palpan, aunque sabe que el PNV contará con el apoyo de PSE. La labor de oposición y fiscalización realizada tras su vuelta al Ayuntamiento, que ha llevado al PNV a tener que andar con pies de plomo, ha reforzado el proyecto de Bildu y le ha convertido en un referente que defiende un cambio en la gestión, poniendo el acento en el fin del clientelismo y la corrupción, en una política de vivienda de alquiler social, en la regeneración de los barrios y en la peatonalización de Sabino Arana como centro urbano.

Dos modelos en liza

Dos modelos, los de PNV y EH Bildu, que se confrontarán de forma especial en Sopela, municipio que el PNV perdió hace cuatro años en favor de Bildu y tratará de recuperar por todos los medios.

«Cuatro años tirados a la basura», dicen los jeltzales, que acusan a los abertzales de haber incumplido más de la mitad de sus promesas.

Se espera una reñida lucha, porque el PNV ha vencido en todas las citas electorales desde entonces y la irrupción de otras tres listas de izquierda (Irabazi, Denok Bat –Podemos– y Orain Sopela) puede dividir el voto y complicar su representación. Así pues, los pactos serán fundamentales y los jeltzales intentarán cualquier fórmula para hacerse con la Alcaldía.

Cabe destacar que el bloqueo de muchas propuestas con los votos de PNV-PSE-PP no ha impedido que se saquen adelante un buen número de iniciativas, aunque el cambio del modelo urbanístico y una política de alquiler social siguen siendo los principales retos. Sin Bildu, la alcaldesa y los concejales seguirían cobrando un 25% más; no se hubiera quitado la deuda ni se hubieran solventado las irregularidades en el cobro del IBI; no se hubieran fomentado unos presupuestos participativos ni se hubiera impulsado el comercio; no se hubieran hecho 91 VPO y tramitado 21 viviendas de alquiler social; no habría unas fiestas participativas ni sería un municipio anti-fracking que defiende los derechos de los presos y ayuda a sus desempleados, y Sopela no sería un referente cultural.

Pero para lograr el pleno al nueve en Uribe Kosta el PNV debería recuperar también Plentzia, en manos del Grupo Independiente desde hace dos legislaturas. No parece difícil porque este ha sufrido una renovación y la «marca PNV» tiene mucha fuerza. Ya lo hizo en Gorliz hace cuatro años.

En Plentzia, cuyo presupuesto es muy pequeño, la falta de inversiones, en nuevos proyectos y en mantenimiento, castigará a los Independientes. Las instalaciones deportivas y de servicios son viejas, están en una lamentable situación y requieren inversiones de cientos de miles de euros. Lo que no parece que le vaya a pasar factura es la pésima gestión en las obras de acondicionamiento del entorno de la estación del metro –paralizadas por Costas–, porque la responsabilidad es del promotor, el Consorcio de transportes, que ha sido incapaz de prever y ejecutar con tiempo dichos trabajos y ha cometido errores garrafales en su tramitación. La descoordinación y falta de planificación en las obras de acondicionamiento de Plentzia y soterramiento del metro en Urduliz ha causado muchos problemas y ha incrementado la peligrosidad en una carretera que no está preparada para ese aumento de tráfico de autobuses lanzadera y Bizkaibus.

EH Bildu, que incide en la lucha contra el paro, el desarrollo del PGOU, la solución a los problemas de vivienda y la necesidad de invertir como principales retos, confía en lograr un avance significativo en la cita del próximo domingo.

Habrá que ver también qué ocurre en Barrika, donde hace cuatro años el PNV le ganó por un único voto a Bildu.