Raimundo Fitero
DE REOJO

La costumbre

Decepciones acumuladas, el Eibar a segunda, Edurne, en una posición metafórica, la veintiuna representando en Eurovisión a la TVE del gobierno del veintiuno por ciento de IVA para castigar a la cultura. Y sigue, porque esto se escribe con las urnas abiertas, y hoy podemos estar recontando votos y siguiendo con la costumbre de analizar las derrotas con el optimismo patológico del condenado, que espera despertarse de esa pesadilla absuelto.

Costumbres ritualizadas de ganadores y perdedores. Despedidas y recuentos. El fútbol como marea de emociones transferibles. Ganar para perder. Y viceversa. No obstante, lo de Eurovisión se llevó como se acostumbra desde la prensa oficialista, y más en campaña electoral, con descarado triunfalismo. El sábado algunos medios aseguraban que quedaría primera o segunda. En sus páginas de información general, con seriedad impostada en base a supuestas encuestas. Los deseos de vincular un triunfo en esa cita musical desmedida al gobierno de las mentiras constantes. Ahora se habla poco menos que de conspiraciones. Los contables de TVE rezan a escondidas para que no se produzca la conjunción de sobres, comisiones y mensajes cifrados políticos que le otorguen un primer puesto. El que gana, pierde. O lo que es lo mismo, debe organizar la cita del año siguiente.

Así que toda la promoción, todo el gasto para hacer de una canción estándar algo más, se queda en la frustración, como de costumbre. La gala, como de costumbre, un despliegue técnico, una sucesión de canciones, todas comerciales, un paseo de extravagancias prefabricadas. Cuando salía alguien con algo de verdad y calidad, se respiraba un poco mejor.

Ahora mismo toca mirar con detalle los resultados pueblo por pueblo. Y ver cómo están las costumbres de nuestros paisanos.