En marzo, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la OMS clasificaba el glifosato presente en el herbicida Roundup, de la multinacional agroquímica Monsanto, como «probable cancerígeno para los seres humanos». Un mes más tarde, la Unión Europea autorizaba la importación y comercialización de 19 organismos genéticamente modificados (17 destinados a la alimentación humana y animal). En la lista figuran once productos de Monsanto –distintas variedades de soja, maíz, colza y algodón–. Los otros ocho productos pertenecen a la americana DuPont y a los grupos alemanes Bayer y BASF. El maíz Bt MON810, de Monsanto, prohibido en Francia, Alemania y Hungría, se cultiva en el Estado español. Este fin de semana tuvo lugar una marcha mundial contra Monsanto, Syngenta y Bayer, para exigir estudios independientes sobre el impacto de transgénicos, pesticidas y hormonas de crecimiento en nuestra salud y el medio ambiente. También se reivindicó la relocalización de cultivos ecológicos y la conservación de la diversidad genética.

Transgénicos y pesticidas son letales para la soberanía alimentaria. Los neonicotinoides matan a las abejas. No quiero despertares sin néctar ni zumbidos. La sura An-Nahl del Corán recita con hermosas palabras lo que la Ciencia rubrica.