Agustín Goikoetxea
Periodista
IKUSMIRA

Exaltación rojiblanca a cuenta de todas y todos

Confieso sentirme emocionado por la nueva cita con la historia que en el Camp Nou tiene el Athletic y que, sin duda, servirá para que las nuevas generaciones se empapen de lo que significa sentirse rojiblanco; ya solo con jugar han alimentado la ilusión de aquellos que oyen a sus mayores hablar cómo la gabarra surcó las aguas del Ibaizabal en 1983 y 1984.

Aunque nos hayan hecho sufrir como casi siempre, los leones están otra vez en una final de Copa y con ello, como ha sucedido durante décadas, ha llegado el delirio a pesar de que enfrente tendremos al poderoso Barcelona. Los sentimientos son así, irracionales, y por ellos todos perdemos la cordura en mayor o menor medida. Sucede en el mundo del fútbol y en otros ámbitos de la vida.

Con la fiebre rojiblanca in crescendo y los nervios jugando malas pasadas a una fiel parroquia que ningún estadio es capaz de albergar, la exaltación de los colores está a la orden del día. Miles de banderas ondean en ventanas y balcones, al tiempo que distintos establecimientos y medios de transporte se decoran para la ocasión, costumbre de la que también participan instituciones públicas y privadas.

Es muestra de lo que es capaz de mover el club de Ibaigane, generador de actividad económica para muchos. La exaltación rojiblanca no es censurable, en mi opinión, pero sí el desembolso que realizan algunas administraciones. En época de recortes en la sanidad pública, por poner un ejemplo, sorprende que hospitales como el de Usansolo gasten su dinero en pancartas para animar al Athletic.