Alberto PRADILLA
EL ACTO DE MADRID

LA EXIGENCIA POLÍTICA TRATA DE COLARSE ENTRE LOS RELATOS

LA INTERVENCIÓN DEL EXALCALDE DE DONOSTIA ODÓN ELORZA, EXIGIENDO UNA «CONDENA» EN MEDIO DE TERRIBLES TESTIMONIOS INDIVIDUALES, SONÓ COMO SI SE PRONUNCIASE EN UN LENGUAJE AJENO AL DE LA SALA. PERO TAMBIÉN SIMBOLIZÓ LAS CARENCIAS DEL DISCURSO CEñIDO A UNA SOLA PARTE DEL RELATO.

Odón Elorza es el único diputado del PSOE que firmó la solicitud al Congreso español para que el acto tuviese lugar. Pese al veto de sus compañeros, ayer tomó parte en el encuentro, lo que lo ubica en un plano diferente. Sus palabras, sin embargo, se centraron en la «deslegitimación» de una de las partes. Sonó extraño, como fuera de la realidad, en un entorno que seguía con atención los duros relatos sobre sufrimiento provocado por ETA, GAL o Fuerzas de Seguridad del Estado. No hacía falta recordar que sus víctimas no han tenido el mismo trato.

«No se trata solo reconocer. También de condenar. El GAL, el terrorismo de ETA, otros terrorismos. Además de reconocer a las víctimas hay que reconocer los errores», abrió Elorza en el turno compartido con los diputados Joan Tardá (ERC) y Onintza Enbeita (Amaiur). Quedó como anécdota extemporánea.

Luego llegaba el turno de Rodero, Lasa y Galdeano y la oportunidad de escuchar testimonios conocidos en Euskal Herria pero no comunes al otro lado del Ebro. El momento en el que Lasa recordó las penurias a las que fue sometida después de 11 años de no saber dónde estaba su hermano puso los pelos de punta. Había más. «¿Qué es la tortura?», preguntó la periodista Ángels Barceló, que moderaba la conversación. Nuevo relato aterrador y trágicamente similar al que se viene escuchando hasta hace nada en la Audiencia Nacional. Rosa Rodero, junto a ella, le acariciaba el brazo cuando se trababa. Esa era la imagen del encuentro.

Elorza, sin embargo, volvió a la carga. Dijo que el GAL desapareció y que ETA siguió actuando. Consideró que hay que «intentar erradicar la tortura». Y retomó la exigencia de condena sin quedar muy claro a quién se lo reclamaba, ya que ahí nadie hablaba en nombre de nadie. Josean Fernández respondió. Negó que los presos se rían de las víctimas al ser excarcelados. Abogó por nuevos esquemas y afeó un discurso «de político clásico» del diputado.

Pili Zabala tomó el relevo. Tuvo que recordar al exalcalde alguna de las veces en las que su familia quedó fuera de los homenajes. O la tortura, que como oficialmente no existe, siempre queda fuera de la agenda. «¿Tengo que pedir que todo se pare hasta que el PSOE reconozca que organizó el GAL? Ya vendrán los reconocimientos», consideró, recordando que no era día de recordar agravios sino de escucha y empatía. Si Elorza había ido a por lana, salió trasquilado.