Miguel Fernández Ibáñez
Ankara
ELECCIONES LEGISLATIVAS TURCAS

LOS KURDOS: TODO O NADA

El prokurdo HDP ha decidido no asegurar escaños presentándose con candidaturas independientes. Opta a las elecciones como partido, lo que eleva el listón al 10%. Su predicamento entre las minorías, la izquierda y las mujeres en el Estado permite el optimismo.

Por primera vez en la historia, los kurdos abandonan las candidaturas independientes para presentarse como grupo político a las elecciones legislativas de este fin de semana. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) ha demostrado en Anatolia que en la política no vale con el conformismo si se quieren lograr retos importantes. Reconocer los derechos del pueblo kurdo, así como los del resto de minorías, es el principal objetivo de este grupo coliderado por Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag. Ambos políticos, tan jóvenes como decididos, ven posible superar el 10% de los votos necesarios para entrar en el Parlamento. El riesgo es evidente, ya que el mejor resultado histórico de los kurdos en unos comicios se produjo el pasado agosto, cuando Demirtas logró el 9,8% de los votos en las presidenciales. Una apuesta por el todo o la nada que necesitará el apoyo de los kurdos que confiaron en Erdogan y de grupos de izquierda descontentos con los partidos tradicionales.

El sistema electoral turco, creado para complicar la representación de las minorías, podría facilitar al Partido Justicia y Desarrollo (AKP) la mayoría absoluta necesaria para cambiar la Constitución si el HDP no pasa el corte. Pero la decisión de acudir como grupo, al igual que conlleva un riesgo, traería beneficios: los kurdos podrían obtener una mayor representación parlamentaria con el mismo número de votos. Un gesto dirigido a restar escaños al AKP que, para lograrlo, debería casi doblar los resultados de los candidatos kurdos en 2011 (6,6%). De no lograrlo, Demirtas ha anunciado que dimitirá.

Lista pragmática

Con este objetivo el HDP ha vuelto a configurar una lista electoral pragmática: yazidíes, armenios, musulmanes, asirios, académicos, representantes de ONG y, sobre todo, kurdos. Esta amalgama social cuenta además con un 50% de mujeres. Sin duda el mayor éxito de este partido ha sido presentarse en Anatolia como el referente de los movimientos de izquierda, una parcela descuidada en la última década por el opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP). Esto ha posibilitado un pequeño trasvase de votos de los turcos antiAKP hacia el bloque kurdo, algo reflejado en las anteriores presidenciales y que podría posibilitar al HDP superar el 10% de los votos si en las grandes ciudades obtiene una mejora considerable.

«El discurso del HDP es el de los marginados y oprimidos. Se puede decir que es un partido de izquierdas que representa a las minorías y a la mujer en una sociedad patriarcal. Como resultado, lo marginal es el terreno del HDP y no del CHP, un partido que excluyó a las minorías y ahora domina el centro junto con el AKP», explica Ilhan Kaya, miembro del centro de estudios UKAM. El problema que evita pensar en metas mayores es la terrorífica imagen que aún evoca el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). «El HDP suele ser relacionado con el PKK y su violencia. Está dentro de la memoria colectiva turca y es un legado con connotaciones negativas. Por lo tanto, es muy difícil que reciban un gran respaldo si no se distancian de la violencia. Esto dificulta el apoyo que debería recibir el liderazgo de Demirtas», añade este experto.

El voto de la mujer

La importancia de la mujer en el proyecto revolucionario kurdo ha sido retratada con especial insistencia desde que estalló la guerra en Siria y surgió Rojava. El objetivo del HDP es hacerse con los jóvenes y las mujeres que no han encontrado en Anatolia su espacio político. Según Kaya, el grupo kurdo no usa a la mujer solo para obtener votos: «A través de la liberación de la mujer cree que la sociedad kurda puede ser libre y controlar el feudalismo. Es una modernización progresiva y también una llamada al voto de la mujer».

Además, para apuntalar su proyecto, el HDP debe recuperar el apoyo de los clanes tribales kurdos que en la última década eligieron el modelo islamista de Erdogan. Una doble estrategia que aúna lo moderno con lo tradicional, tal vez la combinación que mejor describe a Anatolia y también al HDP.

Cuestiones espinosas como la poligamia, una tradición aún presente en el Kurdistán norte que podría afectar al HDP en el oeste de Anatolia, han pasado desapercibidas en el último mes. Un error de la oposición que se une a la buena elección de candidatos en las regiones en disputa con el AKP. Colocar al apreciado líder kurdo Osman Baydemir –antiguo alcalde de Diyarbakir– en Urfa indica la importancia que para el HDP tiene recuperar el respaldo de los clanes en las regiones en donde la tradición es la ley.

Manipulando la causa kurda

Como es habitual en cada elección desde hace una década, los kurdos –junto con toda la oposición– han acusado a Erdogan de usar la religión y la causa kurda con fines electorales. Entre las medidas más criticadas está la publicación del Corán en lengua kurda o los centros de estudios religiosos. Si bien el HDP es un partido secular, muchos de sus candidatos son musulmanes de la corriente Shafi, la predominante en el Kurdistán norte. Incluso el Movimiento Azadi –independencia, en kurdo– está representado en su lista electoral. Este grupo, a diferencia del HDP, persigue un Kurdistán independiente y musulmán. «Los movimientos kurdos ven en sus líderes a sus guardianes. Por eso se han inclinado por tolerar sus diferencias», desgrana Kaya al hablar de las complejas relaciones intrínsecas.

Durante la campaña, el HDP ha mostrado una moderación ejemplar. Las intervenciones de su líder más importante, Selahattin Demirtas, son pausadas, abiertas y alejadas de la agresividad de su rival en la región kurda, el AKP. Este político zaza –un grupo étnico considerado kurdo– de 42 años ha sabido combinar los mítines multitudinarios con apariciones informales en centros universitarios. En otras aulas, las de la prestigiosa Universidad de Ankara, adquirió su formación en Derecho durante los años 90. Su destacada educación fue una de las razones para que hoy conozcamos a Demirtas como político y no como miembro del PKK. «Él forma parte de esa generación de kurdos que sabían que lo eran pero no podían decirlo. Los años 90 conformaron su fuerte convicción política y pudo haber llegado a ser miembro del PKK», recuerda Kaya.

El proceso de diálogo con el PKK

El resultado de estas elecciones también podría afectar al proceso de diálogo entre el Estado turco y el PKK. El HDP es considerado la rama política del grupo armado y Demirtas ha aseverado que su partido debe estar representado en el Parlamento para avanzar en la causa. También ha insinuado que las protestas podrían incendiar el Kurdistán norte si no lo consiguiese. Kaya ve estas declaraciones más electorales que reales: «Si el HDP no entra en el Parlamento no va a influir mucho en el proceso. No es solo un partido político, se sostiene en un importante apoyo social que aumenta su poder político. El HDP va a tener un rol crucial en la política turca y el proceso de paz aunque se quede fuera».

La negociaciones iniciadas hace dos años atraviesan un momento delicado desde que el AKP efectuase el esperado giro panturco antes de los comicios. El grupo islamista busca asegurarse el voto en la Anatolia profunda y evitar que el HDP logre el 10% de los votos. La estrategia ha sido crear conflictos de baja intensidad que muestren a los liberales del oeste del país que los kurdos no quieren la paz. En los últimos dos meses, el Ejército ha llevado a cabo decenas de operaciones para provocar al PKK. La más importante, el pasado abril en Agri, dejó entre uno y cinco militantes muertos y el regusto de que el proceso se agrieta.

Un mes mas tarde, el PKK anunció que suspendía la preparación del congreso kurdo que Öcalan pidió durante la celebración el Newroz. Para avanzar en el proceso, los militantes kurdos han exigido al Ejecutivo turco el cumplimiento de los diez puntos de la declaración de febrero. Esto conllevaría un cambio en la Constitución que reconozca los derechos de las minorías. Según los kurdos, el AKP desea cambiar el texto para perpetuar el poder de Erdogan sin otorgar los derechos reclamados. En marzo, Demirtas repitió hasta en tres ocasiones que no apoyaría a Erdogan en su sistema presidencialista. Entonces cambiar la Carta Magna se antojaría complejo si el líder kurdo mantiene su palabra. La otra opción, descartada por las encuestas, sería el CHP, que ha declarado su intención de continuar las negociaciones, aunque no ha especificado si llegará a aceptar lo que los movimientos kurdos reclaman.

Todo lo que concierne a la causa kurda tendrá después de los comicios la siguiente etapa, con o sin Erdogan. Los enfrentamientos de baja intensidad podrían volver si tras el verano el Ejecutivo no da pasos concretos. Si el AKP pactase un gobierno con el panturco Partido del Movimiento Nacionalista (MHP) muchos aventuran un negro futuro para el proceso de diálogo; Kaya no. Este académico destaca que «el MHP ha sido constructivo en el pasado. A pesar de su lenguaje, Bahçeli –el líder del MHP– es un político bastante tolerante por lo que se refiere al bienestar del país. Incluso con una coalición AKP-MHP el proceso continuará porque la alternativa es la guerra».

Mientras los políticos discuten sobre los aspectos legales del proceso el mayor problema para una solución yace en una sociedad dividida. Durante la campaña, se han producido decenas de ataques contra las sedes del HDP. En las universidades, kurdos y turcos siguen sin mezclarse. Los turcos no confían en la autonomía kurda al igual que estos desconfían de Erdogan. Unos piensan que el objetivo final es la independencia, los otros que el Estado turco traicionará a Öcalan. La desconfianza mutua, es sin duda el mayor error de todos los actores políticos de Anatolia que el HDP debe de mejorar para encauzar su principal objetivo: el reconocimiento de los derechos de las minorías.