Serene ASSIR (AFP)
TÚNEZ

El fracaso de la revuelta tunecina ha arrastrado a muchos jóvenes al ISIS

Las esperanzas frustradas tras la revuelta de enero 2011 que derrocó y obligó a huir del país al dictador Zine El Abidine Ben Ali, un fuerte sentimiento de exclusión y los persistentes abusos policiales explican por qué muchos jóvenes tunecinos abrazan las ideas yihadistas, según aseguran expertos y activistas.

Desde la revuelta que puso fin a la dictadura de casi 23 años en enero de 2011, Túnez ha sido alabado por la comunidad internacional por no haber sucumbido la violencia como otros países de la «primavera árabe» y por haber organizado elecciones libres a pesar de las dificultades.

Pero Túnez es también el principal proveedor de yihadistas en Siria, Irak y Libia, con unos 3.000 ciudadanos desplazados a estas zonas de conflicto. El que mató a 38 turistas extranjeros hace una semana en un hotel en Port El Kantaoui, en Susa, fue identificado por las autoridades como un estudiante de 23 años, algo que ha suscitado la incomprensión en el país.

«No es sorprendente», asegura, sin embargo, la politóloga Olfa Lamloum. Con la revuelta, muchos jóvenes tunecinos «pensaron que un mundo mejor era finalmente posible en su país. Hoy en día, su desencanto es total. Para la gran mayoría, nada ha cambiado», sostiene.

«Todavía están en el paro, sin cobertura social, excluidos del escenario político oficial, enfrentados a la corrupción de la Administración y a menudo víctimas de la violencia policial», agrega Lamloum.

La Policía aún es vista como un símbolo de la represión y la arbitrariedad, ya que los servicios de seguridad en los que apoyó Ben Ali aún no ha sido objeto de reforma importante.

«Europa o el Daesh»

«En los barrios pobres como Douar Hicher o Hay Ettadhamen (suburbio de Túnez) y en los barrios marginales, el principal enemigo común de salafistas y yihadistas y de los jóvenes que no son necesariamente integristas, es la Policía», sostiene Alaa Talbi, activista y director del Foro Tunecina de Derechos Económicos y Sociales.

Por no hablar de un sistema educativo fallido y una economía que es incapaz de proporcionar trabajo a jóvenes graduados. Entre ellos, la tasa de desempleo se sitúa en el 30%.

«Hoy en Túnez, los títulos han dejado de garantizar el progreso social de los jóvenes. Peor aún, como revelan algunos estudios, los jóvenes graduados tienen menos posibilidades de encontrar empleo», dice Lamloum.

El resultado es «un rechazo total al Estado y sus políticas, un Estado que no fue capaz de dar esperanzas y garantizar la igualdad de oportunidades».

La pobreza no explica por sí sola la radicalización. El presunto atacante de Susa era de origen humilde, pero los jóvenes de clase media también se unen a grupos extremistas, buscando dar sentido a sus vidas.

Según Mónica Marks, profesora invitada al Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, al darles no solo un salario, sino una ideología y un sentido de pertenencia, les ofrecen la ocasión de «ser definidos como héroes o luchadores por la libertad».

Los reclutadores son una legión, señala Walid, un joven veinteañero desempleado. «Solo yendo a la mezquita de vez en cuando alguien se te acerca a lavarte el cerebro», explica.

Tras el ataque del viernes, el Gobierno anunció el cierre de unas 80 mezquitas que operan fuera del control de las autoridades e «incitan al odio». Pero Walid dice que los reclutadores trabajan en silencio «en muchas, muchas mezquitas»

A su lado, su amigo Jamaleddine maldice la suerte de su generación. «Sobre todo, quiero vivir una buena vida, quiero mis derechos», reclama. Pero para algunos jóvenes, «solo hay dos opciones: ir (de forma irregular) a Europa o unirse Daesh en Irak o Siria», espeta con ira.

 

Cristianos en primera línea contra el ISIS

Con la cruz en el collar del cuello o tatuada sobre el brazo, decenas de cristianos iraquíes se inician en la guerrilla urbana para combatir contra el ISIS y recuperar sus hogares.

En una base militar cerca del aeropuerto de Bagdad, los reclutas marcan el paso al son de «Ya Mariam» (Oh, María).

El entrenamiento, a cargo de instructores chiíes de las Brigadas de Babilonia, durará dos semanas, tiempo muy justo para el adiestramiento contra yihadistas aguerridos y bien armados.

Pero Frank Samir no tiene dudas, «Nuestros niños mueren, nuestras familias huyen. ¿cómo vamos a permanecer quietos cuando todos dicen que los cristianos no luchan?». Samir es originario de Bagdad, pero la mayoría de sus camaradas proceden de Mosul.

El objetivo de estas brigadas pasa precisamente por liberar Mosul, aunque algunos de sus miembros ya han participado en los combates para liberar Tikrit y Baiji, en la provincia de Saladino y bajo mando chií.GARA