Ramón SOLA
UN 6 DE JULIO DIFERENTE

EL CHUPINAZO DE TODAS LAS BANDERAS Y DE LAS PISTOLAS... DE AGUA

EL CHUPINAZO SUENA IGUAL, PERO ES SIEMPRE DIFERENTE. ESTE DE 2015 QUEDA PARA LA HISTORIA COMO EL DE LOS 35: 35 AñOS LLEVABA LA IKURRIñA SIN LUCIR EN EL BALCÓN Y 35 GRADOS MARCARON LOS TERMÓMETROS. AYER SOLO HUBO PISTOLAS DE AGUA.

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Habrá quien siga diciendo que el chupinazo de Iruñea es siempre igual. Y sí, es la misma Plaza Consistorial tintada de rojo por los pañuelos al aire, los mismos nervios previos, la misma explosión liberadora, la misma sensación de cosas grandes por venir en las siguientes 204 horas, que ya son horas. Pero poco tuvo que ver este 6 de julio de 2015 con el de 2014. Nada a poco que uno mirara al cielo, entonces encapotado y preparado para diluviar a media tarde destemplando al más animado, y ayer, por contra, azul impecable y con un sol dispuesto a abrasar todos los rincones. Menor parecido aún dentro del Consistorio, allá donde se cuece el inicio festivo y ayer todo olía a nuevo.

La decisión de Alcaldía tuvo efectos balsámicos innegables. La ikurriña fue alzada junto al resto de banderas oficiales a eso de las 11.00, en el mástil colocado al efecto, en posición central, para que todas las sensibilidades estuvieran representadas. Un trabajador municipal se encargó de ello, remarcando así la normalidad del hecho.

No pasó nada ni en la plaza ni en los bares, entre otras cosas porque la gente a esa hora ya estaba pero que muy ocupada en los huevos fritos con magras y txistorra, vino, kalimotxo, cerveza y cava, que para eso iba a ser la única comida de muchos hasta caída la noche. Así que en los tejados no aparecían arrantzales justicieros, no hacía falta esta vez, solo algunos policías forales para evitar sustos. Y a pie de calle, ni un policía armado de los que quitaban las ganas de fiesta en la última década; solamente agentes municipales más en función de bobbys para guiris despistados que otra cosa. La única nota discordante, por no decir ridícula, en la Delegación del Gobierno español, donde corrieron a anunciar un recurso contra la colocación de la ikurriña.

El momentico

En las últimas décadas el chupinazo ha ganado peso y sumado rituales: está el hamaiketako, sí, pero también está el pañuelo rojo atado a la muñeca justo hasta que van a tocar las 12.00, ese pañuelo levantado al aire durante dos minutos que se hacen eternos, los gritos de «San Fermín, San Fermín», el cohete que se oye en toda la ciudad, y el suspiro festivo de la Txantrea a Ermitagaina, de Sanduzelai a Iturrama, que se vuelve alarido en Alde Zaharra. Momentico en toda regla.

En la plaza, una fauna abigarrada, blanca al principio y rosácea al final, de la que esporádicamente salían chicos y chicas volando, propulsados por sus cuadrillas. En el centro lucían un gigantesco ‘‘Navarra decide’’ y dos banderolas por los presos. Pero también se pudo ver una enseña griega, con el ‘‘Oxi’’ ganador del referéndum horas antes, una colombiana, una ecuatoriana... Ambientazo y fiesta, únicamente fiesta.

Todo era más normal esta vez también dentro del Ayuntamiento, con el alcalde, Joseba Asiron, intentando sacudirse el protagonismo obligado de la primera vez. Y dos manos esta vez para prender el mismo cohete: dos personas representativas de la calle, Javier Aranegui y Chantal Estrada, el primero en nombre del Orfeón Pamplonés que cumple siglo y medio y la segunda como descendiente de los fundadores de la peña La Veleta, masacrada por el franquismo y olvidada por la historia oficial pese a haber dejado un legado como la ropa blanca sanferminera, que es algo más que un apósito festivo: un signo que democratiza y populariza la fiesta, igualando a todas y todos sin ideologías, procedencias ni clases.

Lo habían ensayado y, pese a la emoción que rasgaba las voces, salió bien. A Aranegui, sanferminero de pro, se le sumaban la afición y la «profesión», así que el imponente chorro de voz elevó aún más la emoción del trance.

Allí empezaron a botar las 12.000 personas de la Plaza del Ayuntamiento y las cientos de miles que ayer no dejaban resquicio libre en Iruñea, salvo en las áreas en que el sol sacudía sin compasión. El cohete se lanzó con algo más de 25ºC todavía soportables (no hubo un solo atendido por golpe de calor en la plaza), pero luego la cosa se disparó de mala manera; a las 14.00 eran 31ºC y después de comer (¿comer? ¿qué cosa es?) alcanzaron los 35ºC.

Hicieron negocio los vendedores de gorros, sombreros, viseras, gafas de gol y, sobre todo, pistolas de agua. La masa rojiblanca se desparramó por las calles hasta inundar toda la parte vieja –¡y era lunes!– y la fiesta retó de tú a tú al calor inclemente, aunque hicieron falta cientos de cubos desde las ventanas para aliviar el torrado. Queda todo por delante.

 

Un joven de 22 años vecino de Iruñea y natural de Ecuador, ahogado en el ARGA

Apenas media hora después del cohete llegaba el primer percance fatal que suele acompañar a los sanfermines y sus aglomeraciones. Un joven falleció ahogado en el río Arga, a la altura de las pasarelas del club Natación, frente al frontón Labrit. La Policía Municipal de Iruñea detalló que en la zona se había colocado una cuerda para lanzarse al agua. Al parecer, se encontraba con unos amigos.

Tras recibir un aviso de que había una persona flotando en la zona, los agentes llegaron rápido y trataron de reanimar al joven de todos los modos posibles, durante nada menos que 45 minutos. Sin embargo, no lograron su objetivo y poco después se confirmaba su muerte.

Al principio se indicó que tenía nacionalidad francesa, pero posteriormente se aclaró que era un vecino de Iruñea natural de Ecuador, de 22 años. La Policía española y la Municipal de Iruñea investigan conjuntamente cómo se produjo el fallecimiento.GARA