Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Aprendiendo a conducir»

Las clases de autoescuela como intercambio cultural

Las clases de autoescuela suelen servir a los inmigrantes para integrarse en la vida laboral y para desenvolverse en su nuevo destino, a la vez que practican el idioma del país de acogida. Curiosamente, Isabe Coixet utiliza esta vía de intercambio cultural en “Aprendiendo a conducir” a la inversa, porque es el inmigrante quien hace de profesor con la alumna nativa. Una elección que sin duda remite a la oscarizada “Paseando a Mis Daisy” (1989), donde el afroamericano Morgan Freeman hacía de chófer para una sureña Jessica Tandy. La pareja interracial compuesta por Patricia Clarkson y Ben Kingsley resulta si se quiere más exótica, ya que él pertenece a la etnia sij, y el mero hecho de llevar turbante en Nueva York provoca distancias y prejuicios desde el 2001.

Ese recelo existente en el mundo real desaparece para el espectador de la película, porque Ben Kingsley es un actor de origen indio, exactamente del Gujarat, y que pasó a ser universalmente conocido por su caracterización de “Gandhi” (1982). Además, Isabel Coixet sabe cómo colocar a sus dos personajes en un mismo plano, a pesar de las muchas diferencias que les separan en teoría. Logra que sus caminos se crucen en un punto intermedio, pues sus trayectorias opuestas les sitúan en una encrucijada vital en la que pueden llegar a entenderse. Mientras ella sale de un divorcio, él se enfrenta a un matrimonio concertado. La una ha de soltarse de cara a su estrenada emancipación, y al otro le toca acostumbrarse a compartir sus sentimientos con una persona a la que no conoce todavía en la intimidad. No cabe duda de que el coche delimita el espacio de encuentro, ese necesario terreno neutral en el que obtener apoyo. Patricia Clarkson refleja muy bien a la mujer madura que teme abrirse, porque a su edad se hace muy cuesta arriba empezar desde cero, y da igual si es llevando un volante o en cualquier otra actividad cotidiana.