Carlos GIL
Analista cultural

Términos

La escasez de recursos dialécticos nos empuja hacia lo sintético. Las ocurrencias se alzan sobre los conceptos y recrean nuevas miradas a lo que sucede a nuestro alrededor. Las cenas veraniegas son propicias para establecer eufóricos neologismos que se diseminan de manera viral. Ante la banalización que detectamos algunos aficionados a la hipérbole, definimos las modas y tendencias propiciadas por los grandes medios de comunicación y sus cómplices los gestores culturales de colmillo neoliberal como la «coultura».

Es una forma de estar a la moda por escuchar a tales grupos musicales, ir de museos como quien va de tiendas, disfrutar de espectáculos teatrales frívolos, aplaudir danzas contemporáneas pasadas de caducidad que se han vendido con categoría de lo último, de lo imperdible. Todo lo que el marketing puede influir para hacer negocio con lo cultural. Algo que no es otra cosa que una manera de politizar la cultura y el arte. De hacer lo que en esa noche de luna llena decidimos llamar como «poplítica», que traducido a un lenguaje cercano es lo neoliberal populista, lo pijo tendencioso, el arte por el arte en su versión trans-post.

Disfruten de las ofertas culturales veraniegas, intenten aconsejarse bien y aprendan a discernir entre el original y la copia. Seleccionen desde el sentido común y sus gustos, porque entre tanta baratija se pueden hallar cosas de buen nivel. No se fíen de los medios de comunicación, ya que están contaminados y son parte estructural del problema.