Aritz INTXUSTA
CAMBIO EN NAFARROA

EL RÉGIMEN BUSCA LÍDERES PARA OPONERSE AL NUEVO GOBIERNO

La presidenta Uxue Barkos ya ha revelado los rostros de sus nueve consejeros y los líderes de las cuatro fuerzas que la sustentan defenderán el cambio en el Parlamento. Sin embargo, el régimen sigue sin reestructurarse y, a día de hoy, está huérfano de referentes.

E l jueves Yolanda Barcina regresó a su despacho en la Universidad Pública. Mientras, en el Salón del Trono, prometían los cargos los nuevos consejeros de Uxue Barkos. Con la marcha de Barcina, el régimen se queda sin una figura en la que confiar sus esfuerzos para regresar al poder. El hueco que deja la primera presidenta de Nafarroa no será fácil de llenar. Su sucesor claro es Javier Esparza, pero su imagen se resiente por la derrota en las elecciones y es difícil que pueda volver a ilusionar a los suyos al menos durante un tiempo. De momento, seguirá liderando la oposición, aunque solo sea por incomparecencia de nuevos rivales.

El gran partido que ha regido Nafarroa vive un momento difícil. Se ha ido Barcina y también la vicepresidenta Lourdes Goicoechea. Viejas glorias del partido, como Miguel Sanz, han urgido para que el vacío de poder se clarifique cuanto antes, forzando un congreso extraordinario que se realizará en otoño, antes de las generales. Formalmente, el secretario general sigue siendo Óscar Arizcuren, que hace no mucho parecía la gran esperanza de renovación del partido. Sin embargo, parece que otra vez ha apostado por ponerse de lado y por dejar pasar la oportunidad. Arizcuren ha cogido un puesto en la Mesa del Parlamento, apartándose de la tarea de liderar una oposición y dejando vía libre al fallido «Navarrísimo». Por su lado, Sergio Sayas, tras un ingente trabajo tanto en la última legislatura como en campaña, tiró la toalla como jefe de comunicación.

UPN busca ahora dar a conocer nuevos nombres. El pasado viernes escribió una carta de opinión en “Diario de Navarra” la número dos de la lista, Ana San Martín. Pero el resultado fue bastante desastroso, demostrando una incompetencia severa a la hora de escribir y argumentar, que incluye serios problemas con la gramática y la ortografía.

A falta de mirlos blancos, el partido se ha visto en la necesidad de recurrir a Carlos Salvador, su único diputado, para continuar con su discurso catastrofista, en aquellos lugares en los que se lo siguen comprando, como las tertulias de 13 TV.

El desastre electoral les ha dejado sin apenas cargos. Ya no hay grandes alcaldes de UPN. Su mayor ayuntamiento es Cintruénigo, donde repite Raquel Garbayo. Pero tras cuatro años de insulsa vida parlamentaria, Garbayo dista mucho de ser un peso pesado. Maya sería, pues, la mayor voz municipal que le queda a UPN, pero el exalcalde de Iruñea está en horas muy bajas. Tiene un halo de perdedor mayor que el de Esparza, porque él no fracasó frente a Geroa Bai, sino frente a EH Bildu. Además, Maya siempre fue muy de Barcina y el regreso de esta a la universidad le ha hecho perder influencia.

Todo esto no quiere decir que no queden nombres en UPN. En la bancada del Parlamento queda retaguardia, como los exconsejeros Luis Zarraluqui, Juan Luis Sánchez de Muniáin (que durante dos años compatibilizarán cesantías con el sistema de dietas, con lo que quizá rocen los 100.000 euros anuales), el portavoz de la pasada legislatura, Carlos García Adanero o el propio Sayas.

La otra pata del ala derecha del régimen navarro tampoco pasa por su mejor momento. Ana Beltrán es líder indiscutida, pero al igual que Esparza, lo es por incomparecencia. Los resultados que obtuvo Beltrán son malos. Tiene dos escaños, los justos para subsistir y la mitad de los que obtuvo Santiago Cervera hace cuatro años. Solo le acompaña Javier García, de 29 años y sin experiencia en política. Así las cosas, el PP trata de exprimir la figura de su eurodiputado navarro, Pablo Zalba. Pero Zalba da para lo que da. Fue el cabeza de lista del partido en Iruñea y no obtuvo los votos necesarios para ser concejal. Con ese lastre, poco futuro.

Mientras, en el PSN, María Chivite no termina de arrancar. Mantuvo al partido en unos resultados dignos, pero la sombra de Roberto Jiménez es alargada, sobre todo después de su pérdida de papeles en sanfermines. El día 7 le cazaron llamando «hijo de puta» a Joseba Asiron desde un balcón y, antes de que terminaran las fiestas, hizo unas declaraciones polémicas metiéndose con los políticos que se rebajan el sueldo. Además, el partido pasa por graves problemas internos, como se reflejó antes de la investidura de Barkos. Chivite buscó que el Comité Regional del PSN avalara su decisión de abstenerse. Pese a lo trascendente de la votación, solo acudieron 80 miembros del comité, por lo que ni siquiera alcanzaron el quorum. Tampoco le beneficia la polémica abierta en Tafalla, que ha acabado con la expulsión de dos ediles por entrar a gobernar junto con EH Bildu. El caso está ya en tribunales, pero quizá lo principal sea que ha puesto en riesgo la propia continuidad de la Agrupación Socialista de Tafalla, ya que la decisión de entrar a asumir responsabilidades no fue personal de los expulsados, sino colegiada por la agrupación. En Iruñea no van mucho mejor. La extravagante Maite Esporrín mantuvo los tres escaños (sobre 27) pero será difícil que aspire a más en política.

En la órbita del PSN hay otro nombre: el de Javier Lecumberri, líder de UGT. Este sí que tiene a día de hoy un reto, que es el de mantener al sindicato ahora que se va a romper el diseño hecho a medida para subsidiar a UGT y CCOO. Tendrá que saber recolocar al sindicato con la dificultad de que su socio CCOO se presume que preferirá estar a bien con un gobierno que apoya I-E.

Las estructuras permanentes

El régimen en Nafarroa es mucho más que unos partidos políticos. La foto más ilustrativa fue la de José Antonio Sarría (jefe de la patronal) y Javier Taberna (presidente de la Cámara de Comercio) en la ceremonia de toma de posesión de Barkos. Entraron juntos al Parlamento y sentaron en las filas del final. No aplaudieron ninguna de las intervenciones, solo tras las canciones del Orfeón. Sarría ya había calentado el ambiente asegurando que hay «miedo» en el empresariado por la llegada del nuevo Gobierno. Solo cambia el tono cuando se refiere a Manu Ayerdi, el vicepresidente económico, que también es el que tiene en su mano las subvenciones al empresariado, así como definir la estrategia de inversiones públicas a futuro. Pese al feo que le hizo a Barkos en la investidura, Sarría aseguró que el vicepresidente es una persona «muy bien capacitada para desarrollar las carteras que tiene encomendadas». Al líder de la patronal navarra, destacado rotario, le preocupa más que un nombre propuesto por EH Bildu tenga competencias en Medio Ambiente y capacidad de decisión sobre el Canal.

Precisamente, en las empresas que gestionan el Canal de Navarra y su construcción, se esconden otros nombres que, probablemente, planten cara al nuevo Ejecutivo, como Enrique Goñi (expresidente de CAN, al que Caixabank mantiene inexplicablemente en puestos de poder) o el padrino político de Esparza, Francisco Iribarren. Goñi busca tener influencia política a través del lobby Red CoCiudadana, dirigida por Eugenio Arraiza, expresidente de La Información (propietaria de “Diario de Navarra” ) y que tiene como conseguidor al ex de IU, Félix Taberna. Este último también acudió a la investidura. Aunque no estaba en la lista de invitados, logró a última hora que el PSN le colara.

Además de CoCiudadana (que no termina de arrancar como núcleo de poder) existen otros dos grupos de presión, ambos en posiciones de la derecha reaccionaria. El más activo es Civismo, que lidera Julio Pomés, y que trajo a hacer campaña en favor de UPN a Carlos Herrera y Vargas Llosa. El segundo lobby es la Institución Futuro, en cuyo consejo vuelve a estar Sarría, y que ahora preside Javier Troyas (Sedena). Futuro está en horas bajas, ya que su miembro más activo, José León Taberna (el magnate panadero) tampoco pasa por sus mejores momentos. En general, Civismo y Futuro se han significado tanto, que se han cercenado a sí mismas su capacidad de influir en el Gobierno.