Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
SYRIZA, HACIA UN CONGRESO EXTRAORDINARIO

Tsipras va de frente con su estrategia y pide a Syriza seguir unida

Syriza irá a un Congreso Extraordinario entre voces internas críticas pero con un líder que se muestra firme en sus convicciones, seguro de sus decisiones y confiado en el futuro.

Había mucha expectación en torno al discurso que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, hizo ayer en el pleno del Comité Central de su partido, Syriza. A nadie se le escapa que su apoyo a un nuevo rescate incluso más duro que los precedentes ha generado críticas en Syriza e incomprensión en una parte de la izquierda europea. Máxime cuando ese «sí» al nuevo memorándum venía tras el masivo e inapelable «no» –más de un 61% en el referéndum– a las exigencias de más austeridad de la Comisión Europea.

No han faltado expresiones hirientes a la estrategia seguida por Tsipras. «Traición», «capitulación»... y otras simplistas palabras de oprobio se han hecho presentes en el vocabulario de una parte de la izquierda que ha sacado el spray y se ha dedicado a ensuciar su apuesta.

Tsipras, sin embargo, no se esconde, asume su responsabilidad ante los errores que haya podido cometer y defiende con coraje sus decisiones. En la misma línea de lo que ya había declarado –la elección de un acuerdo malo frente a una catástrofe segura–, en su intervención reconoció que «es verdad que al país se le ha quitado una buena parte de su soberanía» y abogó por responder sin «pose ni promesas mágicas, con la necesaria lucha diaria».

Para ello consideró urgente «preservar la unidad de Syriza» y dio a entender que uno de los objetivos del chantaje y el estrangulamiento de los acreedores era la ruptura política del partido: hacer pagar un alto precio al primer gobierno de izquierda radical en Europa y hacer pasar el mensaje a otros pueblos y Estados atrapados en el bucle austericida del sur continental.

Tsipras, que propuso un referéndum entre la militancia y defendió la opción del Congreso Extraordinario, se puso serio y retó abiertamente a sus críticos: «Si alguien cree que se puede conseguir algo mejor con otro primer ministro y otro Gobierno que lo diga».

Reflexión estratégica

Grecia es la perla del Mediterráneo, un lugar mágico del que muchos foráneos se han enamorado a lo largo de la historia. De la filosofía al queso feta, de la poesía al yogur, los griegos han hecho grandes aportaciones a la humanidad. Pero a los ojos de la actual situación, ni Atenas es para la izquierda lo que en su día fue Moscú, ni hoy por hoy existe una solución solo griega al problema de Grecia.

En ese sentido, Tsipras planteó una reflexión estratégica sobre el papel, el lugar y el margen de maniobra de la izquierda en «esta Europa real neoliberal». A su entender, durante sus seis meses de mandato y de negociaciones con la Troika ha quedado demostrada la «falta de flexibilidad» del modelo actual de la eurozona. Y se mostró convencido de que hay espacio y condiciones para articular una alternativa europea de izquierdas que haga frente a la «brutalidad» que han demostrado contra Syriza. Para Tsipras, la apuesta de la izquierda debe ser europea, que no deje sola a Syriza y que no haga pensar a nadie que los activos de lucha que no genera en su propio país le van a llegar de Grecia.

Por otra parte, insistió en que el mandato popular que lo aupó al Gobierno no era el de organizar «un Grexit rápido» para volver a tomar como divisa un «nuevo dracma». En efecto, Syriza fue elegida con el mandato de «negociar» siguiendo la opinión ciudadana mayoritaria partidaria de seguir en la eurozona. Aunque es cierto también que su mandato implicaba el final de la austeridad y que, por el momento, no ha probado ser capaz de resolver la cuestión de terminar con la austeridad y seguir en la eurozona, ambas cosas a la vez.

Con todo, aun reconociendo que el «acuerdo era difícil de vender» y que la otra opción era la «quiebra descontrolada», insistió en que «Syriza está políticamente obligado a tomar la responsabilidad» de defenderlo. Y se mostró convencido de que esa defensa no es incompatible con la de «las clases populares». Por otra parte, sin decirlo dio a entender que una quita significativa de la deuda griega estaba al caer y que eso aliviaría la situación y abriría nuevos horizontes más profundos.

Contradicciones normales

Con tanta presión que le llega desde todos los lados, Tsipras debe mantener nervios de acero. Pocos quisieran estar ahora en su posición. Pero nadie debe obviar que solo lleva seis meses en el Gobierno y que fue capaz de convertir en un movimiento colectivo, en la mayor fuerza política del país, lo que hace cinco años no eran sino grupos dispersos de activistas, intelectuales e ideólogos. Con esa transformación tan radical y una subida tan meteórica, las contradicciones se hacen normales y los errores, tan naturales como inevitables.

Tsipras se muestra firme en su decisión y va de frente al defenderla. Tras haberse asegurado un paraguas financiero que le permite durante los próximos tres años tener acceso a los fondos del Mecanismo Europeo de Estabilidad y haber desenmascarado la actitud cercana al matonismo que ha desempeñado Alemania, cree que Syriza debe mantener la unidad y crecer más convencido de que nuevas batallas están por llegar. Y de que estas no serán como hasta ahora, con Grecia sola frente a todas las fuerzas de la Eurozona.

«Kolotoumba» es la palabra griega que describe a una persona que hace todo lo contrario a lo que ha defendido hasta entonces. Esto es, algo parecido a una pirueta. Algunos críticos de Tsipras, incluso varios dentro de las filas de Syriza, la han utilizado para dañarlo políticamente. Sin embargo, todas las encuestas indican que una amplia mayoría de los griegos quería evitar a toda costa el «Grexit» y, significativamente, casi un 68% volvería a elegirlo como primer ministro.

A pesar de su habla tranquila y de su imagen de «chico bueno», Tsipras tiene un carisma fuerte y una visión estratégica clara. El suyo no es un liderazgo que se caracteriza por el purismo ideológico o la demagogia fácil. Ha demostrado tener realismo, capacidad de anteponer los intereses inmediatos de su país a los objetivos políticos de su partido.

Su apuesta, sin duda, es arriesgada y no tiene garantizada de antemano el éxito. Sus enemigos son poderosos y no han dado en ningún momento muestras de una pizca de elegancia, grandeza ni generosidad. Pero ocurre que en política, a veces, la victoria reside en la asunción de la derrota, ganar exige saber perder, y Tsipras –y Syriza– pueden salir de esta eurocrisis como vencedores, como la fuerza política que va a dirigir al país heleno durante los próximos años. Como un ejemplo inspirador, en lo bueno y en lo no tan bueno, para la esperanza de la gente y los pueblos de Europa.

 

Sombra de dudas en torno a una supuesta «desconexión» del FMI

El frenético vaivén de declaraciones y filtraciones en torno al tercer rescate griego no conoce descanso. Así, mientras el “Frankfurter Allgemeine” aseguraba que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quiere quitarle competencias a una Comisión Europea «excesivamente política» en asuntos como la protección de los tratados, la regulación de la competencia y del mercado interno, el “Financial Times” filtraba un documento elaborado supuestamente por técnicos de FMI en el que descalifica a Grecia como potencial receptor de un nuevo programa de ayuda «por su elevado nivel de deuda y los escasos resultados del Gobierno en la puesta en marcha de las reformas».

Según este documento confidencial, el FMI condiciona su participación a que Grecia «haya acordado un paquete integral de reformas» y, de manera muy fundamental, que los acreedores hayan «acordado un alivio de la deuda».

En este sentido, el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis expresó su temor a que el FMI «desconecte» el programa a final de año. Sus palabras fueron punzantes: «Según sus propias reglas, el FMI no puede participar en ningún nuevo rescate. Quiero decir, ya han violado sus propias normas dos veces para hacerlo, pero no creo que lo hagan una tercera»

Mientras, entre algunos funcionarios griegos crece la sospecha que el FMI y Wolfgang Schäuble, la personificación de la brutalidad negociadora alemana y de la idea de un «IV Reich» –según la etimología, la palabra Reich significa imperio y aquí hace referencia al dominio financiero y político alemán de la eurozona–, buscan echar por tierra el rescate de Grecia a pesar del reciente acuerdo.M.Z.