Oihane Larretxea
Periodista
IKUSMIRA

Nadie muere mientras se le recuerda

Tuvimos un único encuentro, pero fue suficiente para que dejara una huella en mi corazón. Era una gélida tarde de febrero y recuerdo que regresé a casa con una sensación vibrante. Eso es lo que yo entiendo por Periodismo. Resulta difícil de explicar, pero tenía la certeza de que acababa de conocer a un hombre irrepetible, a un fenómeno de la naturaleza. Había asistido a un relato sorprendente, único, al que sigo dándole vueltas. Meses después, me sigue fascinando.

La semana pasada recibí con gran tristeza la muerte de Marcelo Usabiaga. Tenía 99 años, pero hay personas que parecen ser eternas, aunque en cierta manera, él lo será. Militante republicano y preso durante veintiún años en el franquismo, vivió el infierno en la tierra. Estuvo esclavizado y esquivó la muerte en varias ocasiones, salvando una vida que no dudó en arriesgar. Era un hombre íntegro y coherente. Era generoso.

Días después de la triste noticia, el destino me llevó hasta Luis Ortiz Alfau, otro héroe de 99 años, cuyo relato resulta igual de apasionante. Pasajes que superan cualquier ficción. La realidad siempre lo hace. Sin victimismos, hablaba con la cabeza bien alta del orgullo de lo vivido y lo sufrido, y del honor de contarlo.

Y reflexionando sobre ambos encuentros me percato de que tenían, tienen, una única preocupación: que se retransmita el relato. Somos la juventud quienes podemos hacerlo para que los hombres y las mujeres que sufrieron aquellos años sean eternos. Dicen que nadie muere mientras se le recuerda. No cabe duda de que es de justicia hacerlo.