Raimundo Fitero
DE REOJO

Descartes

Se estudiará en el futuro la programación de Telecinco en las universidades? Es más que seguro que se hará, aunque ahora cuesta adivinar en cuál ni en qué rama. Se puede repudiar los contenidos de sus programas más emblemáticos y que cautivan a más audiencia, pero se debe reconocer que han logrado crear una fauna propia con famosos y petardas que se retroalimenta y que parece imparable. Cuando algunos vaticinaban un cansancio, una bajada paulatina de interés de los consumidores porque el modelo no se renueva, van, doblan las emisiones del “Deluxe”, y logran unas audiencias espectaculares que sorprenden porque se trata de reincidir en la misma inconsistencia, inventos y circunferencias cuadradas.

Parece un desastre que se convierta en la preferida de un porcentaje tan elevado de personal ocioso interesado en las vidas poco ejemplares de los demás, pero empresarialmente es impecable. Acusarles de televisión basura, denostar sus contenidos se ha convertido en un lugar común y en demasiadas ocasiones es fruto de una actitud moralista incapaz de mirar alrededor para acabar negando la existencia de un hecho social. Mantenerse callado sin procurar aliviar esta vergüenza ajena es un acto de cobardía.

No hay que descartar que se estudie, incluso que se copie, que se mimetice el modelo que ha creado escuela y contaminado los espacios de griterío político, aunque en cuanto se saca la nariz fuera y se ven otras televisiones se descubre que en otros platós ya se ha viajado a situaciones todavía más denigrantes, a tratamientos y lenguajes más deplorables, que es posible llegar a más bajezas e inculturas, que se puede crear una costra social más purulenta con actitudes más infames. Que nadie descarte una invasión de programas más adictivos y venenosos. Están en ello.