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La alergia alimentaria, la más habitual en verano

Es conocido el aumento de las alergias entre los niños. Menos conocido es, quizás, el hecho de que las alimentarias son las más frecuentes en verano. La alergóloga Sara Martínez advierte de que ante cualquier síntoma hay que recurrir al especialista.

Es muy importante que ante cualquier reacción acudamos al alergólogo para que seamos tratados y puedan realizar un estudio que determine cuál es la causa de esa reacción para poder actuar sobre ella de manera directa». Es el mensaje que recientemente ha lanzado la especialista de la Policlínica Gipuzkoa Sara Martínez, atendiendo a dos realidades: el incremento espectacular de los casos de alergia en edad infantil y la peculiaridad del verano, una época en la que son más frecuentes las de origen alimentario, junto a las provocadas por picaduras de avispas y abejas, así como las ligadas a la fotoexposición solar.

La peculiaridad del verano en el terreno de la alergología tiene que ver con los hábitos propios de una época con estancias más prolongadas en el medio natural, la exposición mayor, por tanto, a las picaduras de insectos. Pero hay otra cuestión que influye directamente, que es la alimentación propia de la estación y el hecho de que esta sea más variada que en otras épocas. «Aunque popularmente la estación estival es considerada una época libre de reacciones alérgicas, lo cierto es que podemos desarrollar nuevas alergias que antes desconocíamos, y la más frecuente suele ser la alimentaria», apunta Martínez. Esto se explica porque «ampliamos la oferta de lo que comemos y además ingerimos alimentos como helados que llevan enmascarados frutos secos, pescados y mariscos, frutas...».

Reacciones de distintos niveles

La cuestión es, según la especialista, que estas alergias se manifiestan en síntomas de diferentes niveles, desde reacciones leves hasta casos graves que «pueden llevar a amenazar la vida de los pacientes». El consejo es que, en general, no se pasen por alto síntomas que puedan parecer menores, porque esta cuestión es esencial en el diagnóstico y en la puesta en marcha del tratamiento más adecuado.

En este campo, la alergóloga Sara Martínez explica en una nota que hoy «podemos diagnosticar cuál es la causa de manera fiable basándonos en técnicas moleculares o pruebas cutáneas» y que entre los tratamientos, «la inmunoterapia está permitiendo curar y controlar las reacciones alérgicas con total seguridad».

Un estudio con el cacahuete

Según explica la alergóloga, los tratamientos van desde la administración de fármacos hasta la inmunoterapia y las exposiciones orales. Pero, también se han desarrollado nuevas técnicas «que están dando unos resultados muy beneficiosos», sobre todo en lo que respecta a la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Cita la nota de la Policlínica un estudio recientemente publicado en una revista médica, “The New England Journal of Medicine”, sobre la introducción precoz de cacahuete en la alimentación del lactante con alto riesgo de alergia alimentaria antes de los once meses, práctica que lograría reducir en más del 80% la probabilidad de tener una alergia al cacahuete a los cinco años, frente a los casos en los que su introducción en la alimentación se retrasa hasta los tres años.

Los datos preocupan a la comunidad médica y hasta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sitúa ya a las alergias entre las seis patologías más frecuentes y la enfermedad crónica más común en la infancia, y habla de un problema de salud pública global y creciente.

Según datos aportados por la propia Policlínica, en el Estado español, la Sociedad de Inmunología Clínica y Alérgica pediátrica estima que en menos de 10 años un 50% de la población sufrirá alguna alergia, una enfermedad, que normalmente es crónica, y que generalmente empieza a presentarse en la infancia pero también puede aparecer en edades adultas. Por ello, la atención está especialmente puesta en los niños y en las intolerancias alimentarias, cuyo aumento es de más del 100%.

En cualquier caso, las autoridades recomiendan el consumo seguro para minimizar el riesgo de reacciones alérgicas y recuerdan la importancia de especificar la información sobre los alérgenos.