Beñat ZALDUA
ELECCIONES CATALANAS

Admitido el carácter plebiscitario del 27S, empieza la pugna por el recuento

Aunque Rajoy sigue empeñado en obviar el carácter refrendario de las elecciones del 27 de setiembre, las declaraciones de sus subordinados indican ya que todos asumen dicha cuestión. El debate se centra ahora en dónde situar la barrera para cantar victoria. Mas fue ayer claro al respecto: hay que conseguir 68 diputados independentistas.

«Ahora debemos dejar los debates ideológicos, la prioridad es mantenernos en España». Sirvan estas palabras del candidato del PP a la Generalitat, Xavier García-Albiol, para ejemplificar que absolutamente todos los actores políticos catalanes, de forma más o menos explícita, aceptan ya sin demasiados reparos el carácter plebiscitario de las elecciones del 27 de setiembre, convocadas el pasado lunes por el ahora president en funciones, Artur Mas, y oficializadas ayer tras la publicación del decreto en el boletín oficial de la Generalitat.

De poco sirve ya la insistencia del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en «aclarar que estamos hablando de unas elecciones cuyo único objetivo es elegir el Parlamento de Catalunya, que a su vez elegirá al Gobierno catalán», y los llamados a que «nadie se llame a engaño». Él mismo concedió un carácter extraordinario a los comicios al señalar que «deben servir para poner fin a esa antigua idea que quiere obligar a la gente a decidir entre ser catalanes o ser españoles y europeos».

De poco sirven también exabruptos como el del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que ayer acusó a Mas de «hacer política-ficción al margen de la realidad, sin estar en la tierra». Sobre todo si a los pocos minutos, el portavoz del PP en el Parlament, Enric Millo, invita a Ciutadans a crear un frente común antiindependentista. «Tenemos bastantes puntos común, queremos sumar para mejorar las cosas», explicó.

Que el 27 de setiembre los catalanes votarán de forma mayoritaria para decir sí o no a un Estado independiente es ya, por lo tanto, una realidad. Mas, que ayer compareció durante dos horas ante los medios de comunicación en el Palau de la Generalitat, lo resumió a su manera: «Si el 27S no gana el Sí (a la independencia), Rajoy será el primero en decir que las elecciones eran plebiscitarias».

«Eso es trampa, si son plebiscitarias, lo son para el Sí y lo son para el No», añadió el president en funciones, que ayer desveló que hace ya un año que advirtió a su homólogo español de que trataría de construir una lista unitaria independentista si el Gobierno español prohibía la consulta del 9 de noviembre. «Estaban avisados», remató.

Mas defendió ayer de nuevo que, aunque «formalmente» son unas elecciones ordinarias, «todo el mundo sabe que el 27 a la noche, el recuento tendrá el carácter de plebiscito». «Las cosas han ido demasiado lejos como para que ahora se pueda intentar hacer ver que estas elecciones son simplemente unas elecciones más», añadió. Preguntado sobre la posibilidad de que el Estado impugne la convocatoria, señaló que «el decreto es inatacable desde el punto de vista jurídico», y apuntó que «si la gente quiere dar un carácter plebiscitario a las elecciones, jurídicamente no se puede parar». Eso sí, reconoció que no le sorprendería «nada» volver a presenciar episodios de guerra sucia.

Objetivo: 68 diputados

Asumido, de mejor o peor humor, el carácter plebiscitario del 27S, las preguntas de la prensa, sobre todo de la española, se centraron ayer en el número de escaños o votos que el independentismo tendrá que lograr para reivindicar la victoria en las elecciones. Por primera vez, Mas fue claro al respecto: «Si hubiésemos podido hacerlo en referéndum contaríamos votos, pero si al final lo tenemos que hacer con unas elecciones al Parlament, contaremos diputados, que es lo que se cuenta en unas elecciones». Es decir, en línea con lo defendido por las entidades soberanistas a lo largo de las últimas semanas, Mas también cree que con una mayoría de escaños independentistas (sumando los de Junts pel Sí y los de la CUP) basta para seguir adelante con la hoja de ruta. Y para justificarlo sacó a relucir el que promete ser el argumento estrella sobre el tema: «Lo cambiaría ahora mismo: en vez de hacer las elecciones, que nos dejen hacer la consulta y contamos los votos».

Se trata de un debate todavía abierto en el seno del independentismo. Aunque la mayoría de actores, desde CDC y ERC a las entidades soberanistas, defienden el conteo en escaños (ayer el portavoz de los republicanos, Sergi Sabrià insistió que «las elecciones se ganan en escaños»), algunas voces reclaman que, si se trata de un referéndum, se cuenten los votos. Una idea que no desagrada, por ejemplo, al ya exdiputado de la CUP David Fernández, que sin ponerlo como condición, ayer declaró que lo ideal sería conseguir más del 50% de los votos.

Pero ante la insistencia de los periodistas, el president en funciones zanjó el tema de manera tajante: «De 68 (diputados) para arriba gana el Sí, de 68 para abajo gana el No». ¿Y una mayoría tan ajustada serviría para seguir adelante con el proceso? La respuesta de Mas, en forma de contrapregunta, fue de manual: «Y una minoría tiene derecho a parar el proceso?».

Al margen del debate abierto sobre el recuento de los resultados del 27S, Mas aprovechó la comparecencia para abordar otros temas. Así, también fue preguntado sobre si estaría dispuesto a ceder el cargo de president a otra persona en caso de que los diputados de la CUP fuesen imprescindibles para formar gobierno. Aunque indirectamente Mas dio a entender que no es una opción, ya que recordó que en los pactos de Junts pel Sí se recoge que él será president, por lo que «es la CUP la que tendrá que decidir». «Yo entendí que no darían apoyo a un gobierno de Convergència, pero que tampoco le harían el juego a España, por lo que habrá que ver cómo combinan ambas posiciones», apuntó.

Mas también aprovechó la última comparecencia antes de irse de vacaciones para concluir con una consideración de carácter más general: «Nos dicen victimistas, pero no es cierto, porque el victimista es aquel que se queja y luego no hace nada. El que lo arriesga todo no es victimista, sino alguien que, además de resistir, tiene el anhelo, la energía y la ambición de cambiar cosas. No hay que caer en el fatalismo, la salida es complicada y nada será fácil, pero si la gente en Catalunya lo quiere, existe una buena salida».

El protagonismo de Mas durante los dos últimos días será sustituido hoy por las caras que forman la candidatura pactada por CDC y ERC con la bendición de las entidades soberanistas, Junts pel Sí, que presenta a algunos de sus candidatos en Barcelona. Junto a nombres como Lluís Llach o Muriel Casals, estará presente el cabeza de lista, Raül Romeva, que ayer aseguró que «Junts pel Sí es una candidatura instrumental que servirá para saber si Catalunya quiere la independencia».

El espacio de la izquierda, en disputa

El ya exdiputado de la CUP David Fernández lanza un dardo contra el exconseller de Interior (ahora de Industria), Felip Puig, a través de las redes sociales: «A Felip Puig no le reconozco ninguna legitimidad y ninguna palabra hasta que pida perdón a Ester Quintanta. Que ya toca. Nada que añadir». Un mensaje que el candidato de Catalunya Sí que es Pot (coalición entre Podemos e ICV-EUiA), Lluis Rabell, aprovecha para meter mano y llevar el agua a su molino: «Otros, en la lista de Mas, tampoco tienen (legitimidad). La Generalitat sigue como acusación particular de los activistas de las huelgas generales». Dos mensajes como pistoletazo de salida a una larga, numerosa y poco fructífera discusión virtual que sirvió, al menos, para evidenciar la pugna entre las dos candidaturas por el espacio de la izquierda alternativa, en auge tras las elecciones municipales de finales de mayo pasado.

Como se intuye en el mensaje de Rabell, la candidatura pactada por Podemos y los ecosocialistas catalanes no deja pasar ni una oportunidad para recordar que el objetivo independentista de Artur Mas es el mismo objetivo independentista de la CUP, obviando matices tan evidentes como que la Esquerra Independentista no participa en la lista unitaria. A su vez, desde la CUP se recrimina a Catalunya Sí que es Pot la subordinación del derecho a decidir catalán a un vago e improbable proceso constituyente español. «No hay peor mentira que el autoengaño», apuntó ayer Fernández.

Es apenas una muestra de la campaña paralela que las dos candidaturas protagonizarán hasta el 27 de setiembre, una jornada que, en palabras del candidato de la CUP-Crida Constituent, Antonio Baños, debe significar el fin «del autonomismo y del procesismo», en referencia al cada vez más largo proceso soberanista que copa la actualidad catalana desde hace ya cuatro años.B.Z.