Ingo NIEBEL
Colonia

GUYANA ESEQUIBA, EL NUEVO FRENTE ABIERTO DE LA VENEZUELA BOLIVARIANA

David Granger, el nuevo presidente de Guyana, ha provocado una escalada en el conflicto territorial con Venezuela, con insultos y permitiendo a la petrolera Exxon Mobil la exploración en aguas disputadas en busca de crudo. El Mercosur quiere mediar en este conflicto poscolonial que le ha abierto un nuevo frente a Nicolás Maduro.

Cuando quedan cinco meses para las elecciones a la Asamblea Nacional, al Gobierno de Nicolás Maduro le ha surgido otro conflicto, quizás es el más peligroso hasta ahora. Su epicentro se encuentra en la vecina República Cooperativa de Guyana. El eje de la discordia es un territorio de 160.000 kilómetros cuadrados que se halla entre la frontera oriental de Venezuela y el río Esequibo.

Esta región selvática, administrada por Guyana pero que cuya soberanía reclama Venezuel, ocupa dos tercios del territorio nacional de Guyana, una excolonia británica habitada por descendientes de indios y africanos, que en 1966 se independizó de Londres, pero mantiene el inglés como lengua oficial de sus apenas 800.000 habitantes, divididos por etnias, y sus militares, así como su recién elegido presidente, David Granger, se gradúan en academias de Gran Bretaña.

Este hecho, entre otros, explica porqué Georgetown y Caracas no han podido llevar a un buen puerto las negociaciones por la disputada región terrestre y marítima que en los mapas oficiales venezolanos aparece como «zona de reclamación» y es llamada «Guyana Esequiba».

El origen del pleito se remonta al año 1899 y es producto del colonialismo europeo y estadounidense del siglo XIX, que sin representación venezolana directa y con intrigas por medio, trazó la frontera occidental de la colonia británica según los intereses de la entonces primera potencia colonial, a la que una una Venezuela debilitada por guerras internas no estaba en condiciones de enfrentarse en aquella época.

En los años 60 del pasado siglo, Caracas logró que en el Acuerdo de Ginebra Londres reconociese la invalidez de la sentencia de 1899 y que se llegase a una solución negociada en instituciones internacionales como Naciones Unidas tras la independencia de Guyana. Sin embargo, la cuestión sigue sin resolverse. Las razones, a ambos lado de la disputada frontera.

Hasta ahora, Guyana, que no puede competir con Venezuela, ha equilibrado su inferioridad poblacional, económica, política y militar gracias a los vínculos que le siguen uniendo a Gran Bretaña, miembro de la UE y de la OTAN.

En las últimas décadas no han faltado incidentes fronterizos , que no han ido más allá porque al final se encontró alguna solución para mantener el status quo. Pero las cosas empezaron a cambiar en 2011, cuando el Ejecutivo de Georgetown autorizó a la multinacional Exxon Mobil que explorara en la disputada zona marítima en busca de petróleo sin avisar previamente a Caracas. La Armada venezolana intervino y la diplomacia bolivariana tuvo que calmar los ánimos de sus irritados vecinos.

No obstante, la actual situación se distingue de las anteriores porque Granger aplica una política de hechos consumados y se muestra reacio a soluciones negociadas. Su estilo político, tal vez debido a su formación en la guerra de la selva, le lleva a ignorar la existencia de la ONU y del Mercosur que intervienen a diferentes niveles en este asunto. Recientemente, Maduro advirtió de que Granger rechazaría también la mediación de la Unasur, poniendo a prueba la capacidad de esta institución sudamericana para solucionar los problemas de sus miembros a margen de EEUU.

«Un mono a la espalda»

Antes de partir para Washington, el ex general de brigada Granger echó más leña al fuego calificando a Venezuela de «carga insoportable» y de «un mono a la espalda».

Sin caer en provocaciones, Maduro respondió que «nuestra diplomacia es la de la paz» y que «tenemos el marco jurídico muy claro» que, para él, es el Acuerdo de Ginebra. El mandatario bolivariano hizo las gestiones necesarias para que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pueda utilizar este mecanismo de solución. Con una inusual unanimidad, la Asamblea Nacional venezolana aprobó respaldar al Gobierno «en defensa soberana de la Guyana Esequiba».

El Ejecutivo bolivariano tiene que actuar con cuidado por la complejidad de este conflicto. Por un lado están los intereses de la Exxon Mobil, por otro los del afrodescendiente Granger, quien prometió hacer una política para los dos grupos étnicos que hasta ahora se han enfrentado por el poder político.

Pero fuera ya del continente americano, en enero también Berlín tomó cartas en el asunto al responsabilizar su Ministerio de Exterior de la tensión en las relaciones entre Venezuela y Guyana a las «tajantes declaraciones» de Maduro formulando «extensas reivindicaciones territoriales en la zona fronteriza del Esequibo». La diplomacia alemana crea así, junto a medios internacionales, la falsa imagen de un Goliat venezolano que acosa a un David guyanés en un conflicto que se encuentra mejor en la campaña antivenezolana que cualquier incidente con Colombia, aliado estratégico de EEUU.