GARA
KABUL

La ofensiva talibán causa nuevas víctimas tras una jornada sangrienta

La ofensiva de la insurgencia que parece haber tomado un nuevo impulso tras la confirmación de la muerte del mulá Omar, y la polémica elección de su sucesor provocó ayer nuevas víctimas en un atentado con coche bomba en Kunduz, al día siguiente de la sangrienta jornada que dejó más de 50 muertos, entre ellos un soldado estadounidense.

A los tres atentados que golpearon Kabul el viernes y dejaron en al menos 61 muertos y cientos de heridos, les siguió ayer un nuevo ataque con coche bomba en Kunduz, que se saldó con veinte víctimas mortales, en la peor ola de violencia en Afganistán tras la retirada de las tropas de la OTAN y con la que los talibanes demuestran su fuerza pese a los conflictos internos.

El primer ataque se produjo en un barrio residencial del este de la ciudad, en la madrugada del viernes, donde un camión bomba mató a 15 personas e hirió a más de 240. Los talibanes no lo reivindicaron, en sintonía con una política de no atribuirse acciones contra civiles.

En cambio, sí que reivindicaron un atentado suicida, que mató a más de 40 cadetes, según el último balance del Ministerio de Interior, a la entrada de una academia de Policía y que desveló fallos de seguridad.

Unas horas después, los insurgentes lanzaron un ataque con disparos y explosivos contra Camp Integrity, una base cercana al aeropuerto de Kabul, donde están estacionadas fuerzas especiales estadounidenses, provocando once muertos, un soldado estadounidense y ocho «contratistas civiles», además de dos atacantes –cuatro según el portavoz talibán–.

Tras esta sangrienta jornada, ayer al menos veinte personas murieron por la explosión de un coche bomba en Khanabad, en Kunduz. Entre los fallecidos, al menos cuatro comandantes de grupos armados que combaten a los talibanes al margen de las Fuerzas de Seguridad para defender sus aldeas.

Demostración de fuerza

Esta serie de ataques es la primera en la capital desde la elección del sucesor del mulá Omar como jefe de los talibanes, en medio de un dubitativo proceso de paz en ciernes y cuando las fuerzas afganas se enfrentan por primera vez en solitario a los insurgentes tras la retirada de la OTAN en diciembre, aunque cuentan con el apoyo de 13.000 soldados de la Alianza.

Estos atentados demuestran que los talibanes conservan su fuerza pese a los conflictos internos provocados por la sucesión. Una parte de los talibanes se niega a reconocer al nuevo jefe, al que acusan de proximidad con Pakistán, y denuncia una elección demasiado apresurada. Además, el movimiento enfrenta la división interna con respecto a las conversaciones de paz iniciadas hace un mes con el Gobierno de Kabul.

«Esta nueva ola de atentados es una táctica utilizada por la nueva dirección de los talibanes para mostrar que siguen estando operativos», considera el experto afgano Abdul Hadi Jaled. «La muerte del mulá Omar ha dividido al movimiento y afectó la moral de sus tropas. Golpear Kabul con una ola de potentes ataques es una forma de mostrar su fuerza», agregó.

Islamabad afirma que el mulá Omar no murió en Pakistán

El ministro de Defensa paquistaní, Khawaja Asif, aseguró ayer en el Parlamento que el líder de los talibanes afganos, el mulá Omar, ni murió ni está enterrado en Pakistán y aseguró que su país no controla a los insurgentes. «Nunca estuvo en Karachi ni en Quetta», indicó Asif contradiciendo la versión de Kabul, que anunció su muerte en Karachi en abril de 2013. Negó que Pakistán controle a los talibanes afganos y dijo que solo ejerce de mediador en la negociación entre insurgentes y Gobierno de Kabul.GARA