GARA
BANGKOK

Un atentado en una zona muy transitada de Bangkok deja una veintena de muertos

Al menos 19 personas murieron y otras 123 han resultado heridas en el atentado con bomba perpetrado ayer en una zona comercial muy frecuentada de Bangkok, según el último balance oficial, en el peor ataque indiscriminado en décadas en la capital tailandesa. Medios locales, por su parte, cifraban anoche en 27 los fallecidos y en más de 80 los heridos.

El Gobierno tailandés aseguró que el ataque, cuya autoría no había sido reivindicada, trataba de dañar a la industria turística del país, fundamental en la debilitada economía de Tailandia.

El lugar del atentado, situado junto grandes cadenas hoteleras y cuatro centros comerciales, es visitado a diario por miles de tailandeses, pero también por turistas extranjeros.

Las bombas fueron colocadas junto al templo de Erawan, uno de los más venerados de la metrópoli y ubicado en la céntrica intersección de Ratchaprasong, al que acuden fieles budistas para pedir fortuna.

Testigos dijeron a Efe que dos artefactos estallaron al término de la jornada laboral, en hora punta, con quince minutos de diferencia.

Las primeras investigaciones apuntaron a que al menos en una de las bombas se utilizó dinamita escondida dentro de una motocicleta estacionada fuera del templo budista, mientras que no se ha precisado los componentes del segundo artefacto.

La fuerte onda provocada por las explosiones reventó cristales y lanzó cascotes a un centenar de metros de distancia y varios vehículos quedaron calcinados frente al recinto religioso.

El general Werachon Sukondhapatipak, segundo portavoz de la Junta Militar, señaló que es pronto para sacar conclusiones sobre los motivos y la autoría del atentado. Aunque en otras declaraciones a la Thai PBS dio a entender que el ataque obedecería a motivos políticos.

Las motos bomba es una de las técnicas más utilizadas por la insurgencia musulmana del sur del país, que, no obstante, en muy raras ocasiones ha actuado en la capital.

Pero el Gobierno descartó que el ataque fuera obra de los insurgentes musulmanes a los que se enfrenta desde hace más de una década, que no suelen extender sus acciones fuera del bastión de la etnia malaya.

Tailandia es un país profundamente dividido tras casi una década de violencia política, repetidas protestas callejeras que acabaron con muertes y explosiones de bombas, aunque ninguna del calibre de las de ayer. Muchos analistas predijeron una oleada de ataques tras el golpe de Estado que en mayo del año pasado derrocó al Gobierno de Yingluck Shinawatra.