Dabid LAZKANOITURBURU

El presidente turco zanja el debate y adelanta el anuncio de elecciones

Fiel a su estilo de los últimos años, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, recordó quién es el que manda y decidió no esperar al final del plazo para poner fecha al adelanto electoral. Salvo sorpresa de última hora –o inesperada cura de humildad de alguien que no oculta su intención de convertirse en una suerte de sultán neotomano–, Erdogan convocará el lunes comicios el 1 de noviembre, en los que espera recuperar su perdida mayoría absoluta.

Recep Tayyip Erdogan decidió ayer deshojar la margarita y anunció que Turquía celebrará el 1 de noviembre elecciones, cinco meses después de unos comicios, los del 7 de junio, que dejaron al país en un impasse político por la pérdida de la mayoría absoluta por parte de su partido, el islamista AKP.

Aún faltaban dos días para que el domingo expire el plazo de 45 días para convocar elecciones en caso de que los partidos no logren formar Gobierno. Y no habían pasado ni siquiera unas horas desde que el primer ministro en funciones lanzara una última oferta de compromiso –y de exclusión a los kurdos– al partido kemalista CHP y a los panturcos del MHP.

Erdogan dejó claro que es él quien controla los tiempos. Y eligió el viernes –día festivo musulmán– y el escenario, una mezquita de Estambul, para adelantar el anuncio de elecciones. «Si Dios quiere, Turquía votará en unas nuevas elecciones el 1 de noviembre», dijo el líder del islamismo político turco a los periodistas que le aguardaban a la salida del rezo semanal.

La Junta Electoral propuso la víspera esa fecha, tras dar por fracasadas las negociaciones para un Gobierno de coalición.

«Aquí mando yo»

El jefe de Estado zanjó de cuajo toda polémica reivindicando sus prerrogativas para convocar elecciones y saltándose a la torera una disposición que prevé que el Parlamento se pronuncie sobre la oportunidad de unas nuevas elecciones. «¿Puede el presidente convocar elecciones anticipadas según la Constitución?», preguntó. «Sí, puede», se contestó a sí mismo Erdogan quien, cual concesión, anunció que «voy a celebrar una reunión con el presidente del Parlamento al final de los 45 días (el lunes) y luego llevaremos nuestro país a unas elecciones anticipadas, esperando lo mejor».

Lo mejor para él es que los nuevos comicios devuelvan al AKP la mayoría absoluta que hasta el 7 de junio había revalidado siempre desde su primera victoria electoral en 2002. Sin el control absoluto del Parlamento, Erdogan tendría grandes dificultades para imponer una reforma constitucional que instaure un régimen presidencialista en Turquía. Y sin este último, se acabaría su sueño de llegar a 2023, centenario de la fundación del nuevo Estado turco, como una especie de sultán neotomano plenipotenciario.

Lo malo para Erdogan, aunque vaya a ser transitorio, es que va a tener que nombrar un Gobierno en funciones con representantes de los cuatro partidos, incluido el kurdo HDP. Y lo que le duele más no es que no se haya dado un caso similar de una suerte de Ejecutivo transitorio de concentración nacional desde 1971, sino que en principio va a tener que contemporizar con ministros kurdos «terroristas» (Erdogan dixit).

Tanto el CHP como el MHP declinaron ayer la invitación de Davutoglu para formar un Gobierno de transición hasta los comicios pero sin los kurdos.

Pero, sin duda, la pesadilla para Erdogan sería volver a vencer –se da por descartado– sin mayoría absoluta.

No son pocos los que interpretan la ruptura del diálogo con los kurdos y el inicio de una ofensiva total contra el PKK en clave electoral. El AKP está utilizando los ataques del PKK –y de grupos de izquierda como el DHKP-C– para atraer el voto del miedo y pescar en caladeros como los de la oposición kemalista y panturca, buscando asimismo privar al HDP de sus apoyos entre el electorado turco de izquierda o progresista.

Pero los abucheos a sus ministros y altos cargos militares en los entierros de soldados y policías apuntan a un creciente hartazgo de la población turca, con lo que el tiro le podría salir por la culata. Hay encuestas que auguran al AKP un 39%, dos puntos menos que en junio.

Le quedaría el recurso de ilegalizar al HDP (la reciente detención de cuatro alcaldes kurdos apunta a ello), blindando así su supremacía.

Erdogan ha deshojado la margarita (empezó tras el recuento del 7 de junio). El del 1 de noviembre le dirá si «sí» o si «no».

Ankara reivindica la muerte de 771 kurdos en su ofensiva militar

La agencia oficial turca Anatolia ha cifrado en 771 los kurdos muertos desde que iniciara hace un mes una vasta ofensiva contra el PKK.

«Desde el 22 de julio hasta hoy (por ayer), 771 terroristas han sido puestos fuera de combate», anunció la agencia, que precisó que los bombardeos de los cazas turcos contra las bases de retaguardia del PKK en los montes Qandil se habrían saldado con 430 muertos, a los que habría que sumar los que posteriormente sucumbieron a sus heridas en el hospital. 260 combatientes kurdos habrían muerto en operaciones del Ejército turco en suelo de Kurdistán Norte.

Ankara lanzó oficialmente el 24 de julio una «guerra contra el terrorismo» que incluía tanto al PKK –con el que rompió una difícil pero vigente tregua desde 2013– como al ISIS. La realidad es que de las decenas y decenas de bombardeos, solo tres han sido oficialmente presentados como contra el ISIS. Principales cuando no únicas víctimas, los kurdos no se han quedado quietos y han matado a un medio centenar largo de uniformados turcos. Ayer mismo, un comando atacó un puesto policial en el barrio popular estambulí de Esenyurt. No hubo heridos, según las agencias.GARA