Raimundo Fitero
DE REOJO

Neurología

El fallecido Oliver Sacks ayudó a muchos de sus congéneres a comprender algo más al ser humano a través de sus libros de divulgación científica sobre casos de enfermedades neurológicas muy específicas con comportamientos difíciles de entender a primera vista y de síndromes que hoy reconocemos gracias a su calidad literaria y narrativa. Porque la grandeza de este neurólogo no era solo su capacidad de investigación, sino la manera primorosa con la que nos contaba estados y circunstancias de individuos a los que había tratado.

Se nos ha ido con un aviso conmovedor de hace unas semanas escrito por él, pero nos deja tanto para releer, para confiar en la ciencia, para entender a los seres humanos desde un plano científico, que le seguiremos amando eternamente. Debe ser una gran aventura tener la capacidad de mirar hacia dentro del cerebro, primero el mío, pero también el de otros, para poder detectar qué conexión existe en la cabeza de algunos individuos para saltar a una calle de un pueblo para correr delante de unos bóvidos resabiados. Los encierros en poblaciones pequeñas son fuente de  accidentes con consecuencias menores, pero en lo que llevamos de año se contabilizan ya doce fallecidos por asta de toro o contusiones tras atropello. Una cifra que supera las peores estadísticas. Algo que debería estudiarse para establecer planes de prevención. El último ha sido un donostiarra de sesenta y seis años en Cuéllar. Los miles de fiestas populares dejan estos dramas donde el jolgorio y la noche eterna que se remoja siempre en altas cantidades de alcohol que alteran la percepción del peligro. Los encierros y otros festejos taurinos se colocan en ocasiones de manera central dentro una tradición bárbara que se debe replantear en todos sus conceptos ya sean sociales o culturales y también neurológicos.