Raimundo Fitero
DE REOJO

Esvástica

E l brazo de ese joven atacado por unos desconocidos en Bilbo con la esvástica grabada a cuchillo es un símbolo de los tiempos. El número 88 que acompaña es una pista de la existencia de al menos ese grupo organizado dispuesto a ejercer la violencia extrema. Una señal de alerta que parece que los partidos del pienso no se lo han tomado en serio. No les interesa darle mucha publicidad porque les incomoda incomodarse con esos cachorros bien adiestrados que van a ir creciendo de manera sospechosamente ordenada. Varias veces hemos señalado aquí que no se debe banalizar al acusar de fascista o nazi al contrario de una manera ligera. Es un asunto muy grave, el movimiento de extrema derecha que se está alimentando con el trasiego de personas por la vieja Europa no es una casualidad, sino un auténtico peligro para los vestigios de democracia con los que todavía se alimentan esperanzas de regeneración.  Marine Le Pen  solicita que vuelvan las fronteras. Y volverán. Aquel muro que se derrumbó con rezos catedralicios y agentes secretos del capitalismo se está reconstruyendo de mil formas diferentes para nuestra vergüenza. Que el Señor X, alias Felipe González, ese gran líder de la derechona española compare la convocatoria electoral y la posibilidad de que gane el voto independentista en Catalunya con el fascismo italiano o el nazismo alemán es un acto de impudicia política. Que este antiguo falangista, el urdidor de todas las corrupciones morales y políticas intente dar lecciones ahora es un contrasentido, el que legitimó el terrorismo de Estado debería darse por satisfecho con lo que roba ahora nominalmente de una eléctrica y de sus otros negocios turbios. Esa esvástica y lo que representa es alarmante y debe atenderse con la seriedad que merece señor Fernández Díaz.