Natxo MATXIN

AMAIA OSABA, TRES DÉCADAS MARCÁNDOSE RETOS PARA CONTINUAR EN LA BRECHA

Amaia Osaba ya mamó el deporte desde muy pequeña. Su padre, Fernando, fue delantero de Osasuna a finales de la década de los 60 ostentando la marca histórica de ser el primer futbolista que anotó un gol en El Sadar. Amaia, en cambio, se volcó en el piragüismo, su pasión.

T res décadas practicando dicho deporte dan para mucho, desde aglutinar un extenso y laureado palmarés hasta marcarse nuevos retos, con el objetivo de que la motivación no decaiga. A sus 40 años y por primera vez, hoy competirá en Tahití en el mundial de kayak de mar –versión surf ski– con la misma ilusión de quien acaba de comenzar en esto. «Me inicié en esta modalidad hace tres años, pero fue hace uno cuando empecé a tomármelo en serio, viendo regatas de este tipo y yendo a entrenar una vez a la semana a Hondarribia, además de todo el mes de agosto en aguas gallegas. Se trata de una modalidad muy técnica, con el viento siempre a favor y en la que debes saber coger las buenas olas para ganar en velocidad. En mayo quedé primera en el campeonato estatal que se celebró en Cartagena y ello me dio derecho a competir en Tahití», explica a GARA bajo el murmullo de las aguas del río Arga antes de viajar a la mayor de las islas de la Polinesia francesa.

Con dicha prueba, Osaba dará por concluida la presente campaña, muy provechosa, para disponer de algo menos de un mes de descanso, ya que «aunque sea invierno, hacemos piragua durante la pretemporada, así como acondicionamiento físico, que se prolonga hasta enero, más o menos. Para marzo, ya comienzan los campeonatos estatales, generalmente en zonas con una climatología más benigna, como por ejemplo Sevilla», describe. Transmite ilusión en lo que hace y ello se refleja en resultados. A principios de este pasado mes de agosto consiguió su quinto triunfo en el Descenso Internacional del Sella, quizás la prueba que mayor eco mediático concita en el Estado español.

En esta ocasión, la piragüista navarra logró el primer puesto en la modalidad de K2, gracias a la amplia experiencia que ha ido acumulando con el tiempo y al conocimiento que tiene de regatas y circuitos. «El Descenso del Sella tiene mucho prestigio y popularidad. Es importante conocer el río y ser habilidosa en algunas partes complicadas, con corrientes y piedras, además de que la participación es muy numerosa en un cauce estrecho lo que, en el caso de las palistas femeninas, nos complica mucho más la carrera, pues salimos las últimas y nos vemos obligadas a remontar a chicos que son menos rápidos. Es bastante complicado, pero este año, por fortuna, todo salió muy bien», señala Osaba.

Desde luego, no es el único título que ostenta. En su casa guarda como tesoros la medalla de bronce que conquistó en 2004 en el campeonato del mundo de maratón disputado en Noruega y la de plata del campeonato europeo del año siguiente, que se celebró en la República Checa. Fueron la cúspide de su carrera deportiva, que ya se antojaba prometedora cuando comenzó a destacar a nivel internacional en categorías inferiores. Posteriormente llegaron varios campeonatos estatales en diversas modalidades y lo que tiene más mérito, haber sabido mantenerse en la élite competitiva de manera tan prolongada. Su secreto, mantener la ilusión, no tener lesiones y acomodarse a un estado físico que ha ido variando con el paso del tiempo. «Pierdes condiciones, pero ganas en experiencia. Antes mi estrategia era tirar y tirar porque el cuerpo respondía, ahora mis rivales andan mejor que yo y estoy obligada a esperar, ver cómo reaccionan, pero adaptarse a esa nueva situación también me gusta, aparte de que me encanta la competición y la práctica diaria deportiva. Lo cierto es que tampoco he tenido lesiones graves, solamente tuve problemas con un hombro, que me impidió entrenar durante tres semanas», recuerda.

En su vocabulario no existe retirada

Osaba rememora cómo comenzó con doce años a dar paladas en el Club Natación, aunque antes había probado con unos cuantos deportes más, fruto de su inquietud por experimentar. «Hice natación durante cuatro años, pero también judo, patinaje y gimnasia rítmica, me gustaba todo. Finalmente, la piragua me enganchó después de dar algunos cursillos y comenzar a participar en pruebas», relata. Tres décadas después, sigue dando mucha guerra esta rara avis, pues «a mi edad no es habitual que haya chicas compitiendo, el cansancio y la recuperación física es mayor, por eso selecciono regatas y me dosifico, pero me sigue gustando entrenar y encuentro nuevas opciones que me motivan», como el citado kayak de mar.

La palabra retirada no encaja en su filosofía de vida. «En su momento, estuve haciendo la modalidad olímpica, que requería dedicación a tiempo completo, pero aquello se terminó y puede decirse que fue una especie de retirada entre comillas. A partir de entonces, la competición se convirtió para mí en mi ocio, llegará un momento en que mis resultados deportivos irán bajando, como ya me ha sucedido en las pruebas de velocidad, pero seguiré practicando deporte y piragüismo, además de que hay otras alternativas, como la enseñanza», destaca.

En ello está volcada ahora por completo. Tras seis años como orientadora sociolaboral de deportistas de alto nivel, Amaia Osaba se encarga de la gestión del Club Piragüismo Pamplona, ubicado en el iruindarra Molino de Caparroso, y de transmitir sus conocimientos a las generaciones venideras, que vienen pegando fuerte. «Gracias a la infraestructura de que disponemos, el futuro es muy prometedor y la práctica del piragüismo se está popularizando. Y los resultados comienzan a llegar, ya tenemos varios chavales compitiendo a nivel internacional y un alumno, Ander de Miguel, ha sido décimo en el campeonato mundial de free style».