Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista

Lo grosero

El perfil definitorio del mundo actual es un perfil profundamente grosero. Cualquier actividad se realiza con un antipático menosprecio de la elegancia. Incluso la corrupción reviste un aire insultante. En tiempo de mi juventud los grandes delincuentes amparaban sus tropelías en formas corteses, que conducían a relaciones más respetables socialmente. Esto mantenía vivible una sociedad poblada de canallas a veces muy apreciables. No se perdía nunca de vista el valor relacional de la estética.

Los ministros robaban, pero eran cultos y discretos. Los banqueros manejaban los grandes números con absoluto desahogo, mas acompañaban a la puerta de sus magníficos establecimientos al modesto deudor al que ayudaban a mantener el crédito para abrir una barbería. El comercio engañaba, pero cuidaba su renombre. Incluso las putas evitaban aparecer en las portadas de los grandes medios de comunicación, reservadas a generales heroicos o al santo obispo de la diócesis.

Todo eso ha desaparecido. Ahora la Wolkswagen estafa a millones de clientes y no ofrece siquiera entregar un coche nuevo a los estafados. Y el Sr. Rajoy convoca arteramente elecciones en los días en que los electores están borrachos.

Ya no hay vergüenza.