Anjel Ordóñez
Periodista
JO PUNTUA

Cosmogonía y emigración

La humanidad está en grave peligro de extinción. Por un lado, la certeza matemática de que existe vida extraterrestre nos coloca ante el panorama de una más que probable visita de alienígenas con intenciones desconocidas. Civilizaciones nómadas buscando conquistar planetas colonizables podrían aterrizar cualquier noche en Cadreita o amerizar en Muriola. Y claro, hablando de colonizar, no hará falta recordar a los lectores lo que les ocurrió a aquellos indígenas que «descubrió» el insigne navegante.

Por otro lado, está el cada vez más plausible riesgo de que la inteligencia artificial cobre independencia y acabe con el poder omnímodo de la mente humana. Los robots podrían llegar a tomar el control de la civilización después de que las computadoras alcancen el estadio de la toma de decisiones y una de las primeras sea rediseñarse para acabar con la tiranía humana.

Todo esto no lo digo yo. Faltaría más. Ni tampoco un charlatán de feria ni un telepredicador del canal por cable. Lo dice Stephen Hawking, una de las mentes más relevantes de la comunidad científica. Físico teórico, astrofísico, cosmólogo y autor de numerosos trabajos divulgativos, algunos de ellos grandes éxitos editoriales. Es miembro de la Real Sociedad de Londres, de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. En el proceloso ámbito actual de la ciencia, Hawking es alguien.

Y el científico británico, además del problema, define la solución: «La supervivencia de la raza humana dependerá de su capacidad para encontrar nuevos hogares en otros lugares del universo». Hay que emigrar. No queda otra. Y esto sí lo digo yo: que se preparen en Marte, Mercurio o a donde quiera Hawking que vaya a emigrar la raza humana. En apenas unos cientos de años nos hemos cargado nuestro planeta y, ahora que estamos en racha, entrenados y tecnológicamente pertrechados, no se nos resiste ni Plutón.

Dicen que han descubierto agua en Marte. Pronto les harán falta depuradoras. Y ya puestos, también incineradoras. ¿No?