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Alexiévich: «Es inesperado y casi una sensación inquietante»

La bielorrusa Svetlana Alexiévich, distinguida ayer con el Nobel de Literatura, aseguró sentirse sorprendida por el premio, que reconoce su escritura «polifónica», «un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo». Obsesionada por reflejar la realidad, creó un nuevo método literario tras muchos años de búsqueda.

«Lograr este premio es algo grande. Es algo del todo inesperado y casi una sensación inquietante. Pienso en los grandes autores rusos como Boris Pasternak», dijo Alexiévich por teléfono a la televisión pública sueca SVT.

En declaraciones a la edición digital del diario “Svenska Dagbladet”, la periodista bielorrusa se mostró convencida de que el galardón contribuirá a hacer más fácil su situación personal. «Esto significa que ya no les resultará tan fácil a los poderosos en Bielorrusia y Rusia rechazarme con un gesto con la mano», afirmó a ese diario.

Alexiévich, la primera periodista distinguida con el Nobel de Literatura, respeta «el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin. Tampoco me gusta ese 84 por ciento de rusos que llama a matar ucranianos». Así lo dijo en una rueda de prensa posterior.

El presidente ucraniano Petró Poroshenko felicitó a la escritora. Hizo lo propio la Cancillería de Bielorrusia, mientras el presidente Alexandr Lukashenko mantenía un riguroso silencio. El Kremlim, por su parte, criticó a la escritora por acusar a Rusia de instigar el conflicto en su Ucrania natal.

La autora era la principal favorita a suceder al francés Patrick Modiano. La premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Alexándrovna Alexiévich, es una periodista y escritora bielorrusa nacida en Stanislav (hoy Ivano-Frankivsk), en Ucrania en mayo de 1948, y es la decimocuarta mujer en lograr el premio.

Hija de un militar bielorruso y de madre ucraniana, Svetlana Alexiévich vivió desde pequeña en Bielorrusia, donde sus padres eran maestros.

Fue allí, en la capital bielorrusa, Minsk, donde en 1967 comenzó a estudiar periodismo. Tras dudar entre el periodismo o la enseñanza, tuvo la oportunidad de trabajar en un diario de Minsk, del que saltó a la revista literaria “Neman” para la que escribió reportajes y narraciones.

El lado humano

Alexiévich considera al escritor Ales Adamovich como su principal maestro y figura clave en su carrera. Gracias a él se decantó finalmente por la literatura. Su contribución a esta pasa por la llamada “novela colectiva” o “coro épico”, un género a caballo entre literatura y periodismo, donde la autora va yuxtaponiendo los testimonios individuales de sus entrevistas, con el que logra llegar al lado más humano de los acontecimientos. Un ejemplo de ello es su primera novela, “La guerra no tiene rostro femenino” (1983), donde a base de entrevistas y monólogos ahonda en el papel de la mujer rusa durante la Segunda Guerra Mundial y la postguerra. Esta obra será publicada en breve por la editorial Debate. Y Acantilado anuncia la publicación de “El fin del Homo sovieticus”.

Ya en su libro “Pueblo” –con monólogos de personas que abandonaron sus lugares de origen– se ganó la fama de periodista disidente, anti-soviética, que le costó que el Comité Central de Bielorrusia del libro la cuestionara, además de ser amenazada con perder el trabajo por no pertenecer al partido comunista.

En “Los chicos del zinc” (1989) narra los aspectos penales de la guerra afgano-soviética que se había ocultado al pueblo soviético durante diez años. Para recoger el material para el libro la autora viajó por todo el país durante cuatro años y recopiló los testimonios de madres y veteranos de la guerra de Afganistán víctimas de la guerra. En “Encantado con la muerte” (1993), trató el suicido como una opción para algunos tras la caída del sistema socialista, una historia que fue llevado al cine (“La Cruz”) y en “Voces de Chernóbil” (1997), su obra más conocida, recopila diez años de entrevistas a más de quinientas personas que fueron testigos de la tragedia.

Esta obra ha sido adaptada al cine en forma de documental que, dirigido por Pol Cruchten, se estrenará el próximo año.

La autora no se centra tanto en la catástrofe nuclear en sí, sino en sus consecuencias más humanas, las pasadas y las futuras, en un libro en el que entreteje cuarenta monólogos de otros tantos protagonistas. Alexiévich –que ha firmado más de una veintena de guiones para cine y documentales y escrito varias obras de teatro–, ha sido galardonada con otros premios internacionales. Sus libros son una crónica de la historia de sus hombres y mujeres, durante varias generaciones, antes y después de la URSS, a los que Alexiévich no puede dejar de entrevistar personalmente como la reportera que lleva dentro. Así se acercó a episodios más recientes como la guerra de Afganistán o la tragedia de Chernóbil.

En una entrevista publicada en su página web afirma que estuvo buscando durante mucho tiempo un método literario que le permitiera la aproximación más cercana posible a la vida real. «La realidad siempre me ha atraído como un imán, me torturaba e hipnotizaba, quería capturarla en papel», cuenta.