Los gobiernos de la Unión Europea comienzan a preparar las medidas para devolver sistemáticamente a sus países a los migrantes económicos, a los que, como dejó claro la canciller alemana, Angela Merkel, ante el Parlamento Europeo, no tiene intención de abrir sus puertas.

Los ministros del Interior acordaron ayer acelerar los procesos de repatriación de inmigrantes sin derecho a recibir asilo y utilizar incluso las detenciones. «Hay que proteger a los que necesitan protección internacional, pero los que no tienen ese derecho deben volver a su país», afirmó el ministro de Inmigración y Asilo en Luxemburgo, Jean Asselbon, cuyo país ocupa la Presidencia de turno del Consejo de la UE. Aseguró que «el futuro del espacio Schengen depende del control de las fronteras exteriores».

Según Bruselas, en 2014 solo el 39 % de los inmigrantes irregulares obligados a abandonar la UE dejó realmente el territorio europeo. «Solo podemos aceptar a las personas que necesitan protección si los que no la necesitan no vienen o son devueltos rápidamente», opinó el ministro alemán, Thomas de Maizière. Y la británica Theresa May insistió en que «hay que reprimir a los que abusan de nuestro sistema de asilo».

Los ministros del Interior concluyeron que utilizarán «una mezcla equilibrada entre presiones e incentivos con terceros países» para que cooperen en esta política de devoluciones, un asunto que será tratado con los países africanos del próximo 11 de noviembre. Por otro lado, los ministros abordaron la forma de reforzar las fronteras exteriores de la UE, que perciben como demasiado permeables, por lo que algunos Estados miembros han restablecido los controles de sus fronteras en el interior del espacio Schengen.

Asimismo, dieron relevancia a la puesta en marcha de los centros de acogida y registro en Italia y Grecia, que será el primer filtro para rechazar a los que la UE crea que «no tienen amenazada su vida, y serán devueltos».

Merkel pasa a la ofensiva ante las críticas

La canciller alemana, Angela Merkel, ha pasado a la ofensiva para defender su política de apertura de fronteras a los refugiados, frente a las críticas crecientes en su propio partido y en la sociedad alemana, donde aumentan las manifestaciones xenófobas. Frente a su habitual contención, Merkel se mostró enérgica en un programa de televisión donde dijo que «no tengo ganas de participar en un concurso de ver quién es más antipático con los refugiados» para reducir el atractivo de su país. También negó haber creado un «efecto llamada», una de las principales acusaciones de los conservadores alemanes, y reconoció que la integración de los recién llegados «no será fácil». El diario «Bild» opinó que la canciller se defendió bien, pero añadió que la crisis de los refugiados puede decidir su futuro político, cuando hace unos meses la reelección para un cuarto mandato parecía una mera formalidad. Igualmente, el «Frankfurt Allemaigne Zeitung» señalaba que nunca se había visto a Merkel tan a la defensiva. GARA