Con la fecha del 23 de marzo de 2016 en el horizonte, los colombianos se preparan para un escenario sin conflicto armado, al menos, entre las FARC y el Ejército colombiano. La construcción de la paz será, tal y como lo advirtieron los jefes negociadores de ambas partes en Oslo, una ardua tarea que conllevará años.

«La paz también está en tus manos», es el mensaje de un reciente spot realizado por el Gobierno en el que cuatro jóvenes que no se conocen entre sí –dos de ellos han vivido ajenos a la guerra, mientras que los otros dos han sido víctimas de desplazamiento y de la pérdida de familiares– se funden en un abrazo por «la paz» y contra la indiferencia.

Por su parte, el «noticiero insurgente» que la delegación de paz de las FARC emite cada domingo acaba de cumplir un año. A propósito de un reportaje emitido por una cadena colombiana sobre este informativo, los presentadores se preguntan, sin ocultar cierta incomodidad, si tendrán que «empezar a acostumbrarse a ver» a los integrantes de las FARC ejerciendo, en este caso, de periodistas. «Si todo termina bien, sí, porque esa es la idea de un proceso de paz», concluyen.

Los desafíos y retos que, indudablemente, se plantearán en la etapa posterior a la firma del Acuerdo Final requieren de una profunda pedagogía de paz y de una acertada estrategia de márketing para atrapar al conjunto de la sociedad colombiana, con independencia de su ideología, en torno a un mismo fin; aprender y ser capaces de dirimir las diferencias sin tener que recurrir a las armas y a la guerra sucia.