Belén MARTÍNEZ
Analista social

Licencia para masacrar

Para John Campbell, Comandante en jefe de los stormtroopers del Imperio y la OTAN, hubo un fallo en la cadena de mando americano al ordenar el bombardeo del hospital de Médicos Sin Fronteras, en Kunduz, provocando al menos 22 muertes y causando heridas a 37 personas. Justifican la barbarie calificándola de «daño colateral», aduciendo que en el hospital se ocultaban talibanes. Convierten el crimen de guerra en «trágico accidente». La violación grave del derecho humanitario internacional se utiliza como sinónimo de «error»...

Nasrat ama las sombrías montañas de su país cubiertas de cicatrices y heridas infligidas impunemente en nombre de la Igualdad. Una generación de adolescentes no ha conocido más que la guerra. Muchas no han podido ir a la escuela porque sus cuerpos y sueños han sido mutilados por bombas de racimo. ¿Cuántas niñas no podrán llegar a ejercer sus derechos sencillamente porque, para entonces, ya estarán muertas?

La condena como gesto político o reacción moral no nos reconciliará con la población afgana. Urge la denuncia, y convertir el campo de batalla en espacio humanitario. El espíritu de Malalai Anaa prende en los corazones de las niñas afganas dispuestas a sustituir el velo por el turbante, y una flor roja obscura («gul-e-dodi») por granadas de mano.