Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
JOSEBA PONCE
MULTIINSTRUMENTISTA

«Me encanta la música de los 70. Fue una década en la que se experimentó mucho»

JP Lohian & Klonen Klana es el enérgico primer proyecto de Joseba Ponce, recordado por su trabajo a la guitarra en bandas tan sensibles para la historia como Dut y Kuraia. Ponce se adentra en un mundo de rock sombrío, espeso y con raíces en los setenta, dentro de una búsqueda temporal deliberada

La historia del hondarribiarra Joseba Ponce se escribe ligada al recuerdo del post-jarkore de Dut y el punk-rock de Kuraia. Meritorio legado, siempre que no pese en exceso el recordatorio y quede oxígeno para valorar en sí mismo “JP Lohian & Klonen Klana”, el álbum debut –quedan atrás pequeñas colaboraciones, préstamos de canciones– con el que Ponce descubre un mundo de rock turbio, opaco, denso como la niebla del pantano recorriendo cada texto, cada arbusto o acorde. Atmósferas heavys ligadas a un término que en sus inicios poco tenía que ver con lo que luego fue el heavy metal. No obstante, la propuesta de JP Lohian y sus clones –ha tocado la mayoría de los instrumentos– no se refiere solo a los setenta, aunque los conoce sobradamente, su lugar también rastrea las riberas del stoner, de la sicodelia, del space-rock y de arrebatos finales jarkores como en “Ez eguna”. Juega con el ritmo cansado, castigado, y melodías vocales hialinas, como Sabbath y Ozzy, por mucho que JP y Sabbath no se encuentren. Aquí priman las cabalgadas cósmicas del aire de “Hiruki beltza” o “Lobby ilobi”, que cala hasta el lugar perdido de los sueños, canción de esas que a veces se llaman “fumetas”, un hit, en cualquier caso. El álbum se cierra con “Sekretua”, que arranca el alma negra de cualquier escuchante. Es lóbrega hasta la belleza más angustiosa. Cae y crece, viaja en la espesura y llega al sol. Pedazo de adiós, regalo de un ultrahumano encerrado en casa (ahora en el barrio Mosku de Irun) creando, solo creando.

“JP Lohian & Klonen Klana” posee la fuerza del rock tupido, duro, ofuscado. Los veteranos verán las raíces en los setenta, los más jóvenes escucharán solo rock actual de extraña apariencia, es tal solo la falta de referencias.

En realidad, es mejor no agobiarse por clasificarlo, mejor sentirlo, un terreno emocional donde JP se muestra maestro y en continuo contraste entre su delicada voz, el sofocante vapor musical, las frágiles melodías y los breves y originales toques de guitarra que van picando por cada composición, incluso rítmicamente, como en “Beldurra”, una de las mejores canciones.

La autoproducción se publica en un espectacular vinilo blanco de doble carpeta, también en digital y cedé. Todo adquirible desde su bandcamp.

El clip de la sugerente “Alperrik da apaintzea” es de visión obligada. Blanco y negro y animación con JP y sus clonaciones mostrando la esencia del debut, conseguido desde el duro trabajo en casa y los estudios Bonberenea con el prolífico y conocedor Carlos Osinaga.

Cabe pensar que no es fan del fallecido John Lord, pero el inicio y el tono del disco nos conduce al final de los sesenta y primeros setenta con ese sonido pesado, sicodélico y más tenebroso que la tendencia hard-rock con blues-rock.

¡Joder si soy fan de John Lord! Me tuve que tragar los Purple en mi infancia por “culpa” de mi hermano. Me encanta la música de los 70. Fue una década en la que se experimentó muchísimo, superinteresante en mogollón de estilos diferentes. Me encanta aquel sonido, el espíritu… ¡Todo! Hoy en día sigo descubriendo bandas de aquella época. Para mi son referencia mucho más cruciales que las actuales. Si la canción te ha trasladado a aquella época, algo habré hecho bien porque, de alguna forma, eso era lo que buscaba: una sonoridad vintage, huir un poco del sonido actual.

«Ez eguna» corrobora la búsqueda de los setenta, aunque se permita la licencia de terminarla a mamporrazos jarkoreños.

No he querido sonar a ningún grupo en concreto. He buscado transmitir el espíritu vintage empezando por la batería. Con caja seca, grave y presente, timbales con los parches secos, bajos con mucho gain, solos de línea y con reverb, órganos procesados…, pero al final, con todo el cacao de mi subconsciente, pues sale lo que sale. En esta canción hay un batiburrillo de estilos y música de diferentes décadas bestial. Con ese final hard-core que no se lo espera ni cristo y que al final a cada uno le transporta a una tiempo o a un grupo o varios. 

«Beldurra» aparenta ser más noventera, como si Nirvana anduviese por ahí.

Esta es la única canción que sí que tiene algo en común con un grupo concreto, es mi particular homenaje a The Wipers (recomiendo sus tres primeros discos por si a alguien le interesa). Banda de Portland formado a finales de los 70 y que ha sido referencia para multitud de grupos. Nirvana, por ejemplo, nunca hubieran sido los mismos sin Wipers, a los que, por cierto, intentaron apadrinar ofreciéndoles giras y proyectos que su líder Greg Sage siempre rechazó. Quizá por eso te ha retraído a esa época, porque al final mucho de aquello es culpa de ellos. Greg Sage tenía una filosofía distinta del punk, del rock, de funcionar, y también de comunicar y de componer, que a mí siempre me ha cautivado. Los adoro.

Son muchos años sin grabar un disco propio o con banda, cabe imaginar que ha ido acumulando canciones, posibilidades. ¿Por qué llega el momento de grabar? ¿Un disco duro llegando al límite? ¿Una necesidad vital?

Nunca he parado de componer. Como bien dices tenía muchísimo material acumulado. Lo que pasa es que eran ideas desordenadas y muchas cosas incoherentes entre sí. El grabar un disco en solitario era algo que tenía en mente desde tiempo atrás, pero hasta hace dos años no me lo planteé seriamente. Eso sí, no quería ponerme una fecha de lanzamiento, lo prioritario era terminar el disco y luego sacarlo cuando fuera. Me daba igual tardar un mes, un año o cinco. Quería hacerlo sin presión y quedar contento con el resultado final. Lo he hecho para mí.

El tiempo acumula también sentimientos diferentes res pecto a la música. ¿Existió un problema serio a la hora de congeniar los rincones del ordenador?, ¿dar sentido al metafórico copia y pega?

Ha sido bastante duro. Me he tenido que multiplicar por 5 o 10 para hacer todo el trabajo (de ahí lo de Klonen Klana), y he discutido muchísimo conmigo mismo. No he querido compartir con nadie lo que hacía y al no tener en cuenta otras opiniones o ideas lo único que he conseguido es entrar en una espiral de dudas con el consiguiente proceso para alcanzar el resultado final.

Ha colaborado Libe, una de las autoras de uno de los discos del año. Y me consta la amistad. Un acierto en cualquier caso.

Si, ella está encantada de haber participado y yo de que lo haya hecho. Es de las pocas colaboraciones que tenía claro que tenían que estar. Libe tiene muchísimo talento y una voz brutal.

Y la suya inesperada...

Sé que no se esperaba ese registro tan melódico. Muchos incluso me dicen que no me han reconocido, pero quizá sea porque en Dut berreaba mucho más y las voces también estaban más ocultas y procesadas.

«Loby hilobi» es una flipada, los seguidores de Pink Floyd estarán encantados.

Aquí casi se me rompe el cerebro. Me ha dado mucha guerra. De hecho en algún momento pensé en hacer un disco doble y darle una cara entera con un desarrollo bastante marciano. Aquí también hay un special guest que no podía faltar, Fer Sapo, el mejor cantante del universo..