Raimundo Fitero
DE REOJO

Lobato

Hoy será el último gran premio de Fórmula 1 que retransmitirá Antonio Lobato, el calvo de la tele más reconocible, que ha ido cambiando de cadena o canal según los derechos de los coches iban variando de manos. Una vida profesional ligada a Fernando Alonso, pues ha sido en estos años en los que el piloto asturiano ganó dos campeonatos del mundo, cambió de varias escuderías y subieron las audiencias televisivas de manera exponencial. Fue salir los coches de la pública estatal y empezar a ser rentable. O casi. Ahora hay revisión de resultados y derechos.

Esta despedida nos demuestra que de casi todo se puede aprender, siempre que se tenga humildad y se rodee uno de profesionales que sepan de verdad lo que está sucediendo tanto en la pista como en los boxes. Si se tiene humildad y algo de vergüenza profesional se puede ir adquiriendo conocimientos y limitar las meteduras de pata. Para entendernos, lo contrario que hace Nico Abad, el chillón de las motos en Tele 5  y Movistar que no tiene ni idea pero hace ver que es un experto. Decididamente ridículo. Y es reincidente, ha pasado por todos los deportes con la misma ignorancia y permeabilidad para aprender.

Lobato entró en la Fórmula 1, como un periodista deportivo que debe atender al fútbol y a una miscelánea de otras disciplinas que solamente pueden tener interés si existe un paisano o paisana que destaque. Es más, si es una mujer la que destaca, se tardan bastantes más campeonatos en saber de sus logros. Unirse con pilotos o ex pilotos para la retransmisión le ayudó a entender de estrategias. Su dedicación y subida de audiencias le dio tranquilidad. Su abandono asegura que es por cansancio, ya que son muchas semanas fuera de casa, en aviones y hoteles. A ver si siguen interesando los coches a las privadas.