Endika Zapirain Aranburu
Analista
GAURKOA

Violencia contra Violencia

Estamos viviendo momentos dramáticos de incertidumbre, como nunca. La violencia se está manifestando en su máxima expresión y agresividad que puede afectar a cualquier persona y en cualquier lugar y circunstancia. La incertidumbre es total. La gran violencia de los estados de las regiones, pero también de las grandes potencias que actúan directamente o través de los gobiernos de la región que estiman oportuno, arrasando bienes materiales y produciendo miles de víctimas en una escalada lamentable que no cesa. Y por otra parte, del capitalismo salvaje que actúa sin límites de ninguna clase, con tal de obtener los máximos beneficios, aunque sea a cuenta de la explotación de personas y pueblos enteros.

Esta actuación de extremada violencia combinada de gobiernos y gran capital genera, necesariamente, la respuesta violenta. Siempre ha sido así a lo largo de la historia y seguirá siendo, si no se cambian las condiciones objetivas. A esta espiral de violencia sin fin se ha añadido ahora la religión extrema y radical.

El componente religioso siempre ha sido y sigue siendo una cuestión muy difícil de controlar, porque es inmaterial, espiritual. Según la sensibilidad y orientación religiosa de los activistas y estimulados por sus líderes espirituales y/o militares, pueden imbuirse de fe y esperanza en el más allá que les impulsa a mantener la lucha hasta la muerte. Lo cual significa que las amenazas de ataques por parte de otras fuerzas, incluidas las fuerzas militares de los estados que deciden actuar con contundencia, no les afecta, en la práctica, para seguir actuando.

Se ha mantenido siempre que la violencia genera violencia. Esta es una verdad científicamente demostrada. Efectivamente, todos los seres humanos, sin excepción, desde que nacemos tenemos genéticamente un impulso natural a la violencia. Esta es la realidad aunque no se entienda. No es necesario entrar en detalles en este momento. La realidad es así. No es muy difícil constatarla si se observan con cierto detenimiento los comportamientos humanos.

La violencia siempre suscita y estimula la violencia de respuesta, tanto en el ámbito personal como en el de grupo. Cualquier tipo de violencia: física, militar, religiosa, cultural, sicológica, jurídica… dirigida a personas, grupos, pueblos, naciones… activa de forma inapelable la respuesta, que puede ser proporcional o no serlo. Ahí puede comenzar la espiral de la violencia, si no se resuelve la causa que ha generado la violencia inicial.

Ahora mismo, ante la brutal y salvaje acción de los islamistas en París, Francia y sus aliados para el mismo fin responden contundentemente con una violencia militar inusitada, que producirá miles de muertos, hombres, mujeres y niños, la mayoría de los cuales no tendrán nada que ver con la actuación del ISIS. Los daños materiales serán cuantiosos. Los gastos de los ataques militares serán enormes y los gastos de recuperación de las zonas debastadas impresionantes. Las compensaciones económicas irán con toda probabilidad en detrimento de los servicios sociales de la ciudadanía. Es decir, no lo van a pagar los potentes causantes iniciales de esta dialéctica de violencia, sino el pueblo llano.

Un líder político ha dicho que a los islamistas se les puede derrotar entre todos, como ocurrió con ETA. El que hace esta afirmación más que un político parece un maniquí de cartón piedra, o sea, no tiene ni repajolera idea de qué está hablando, lamentable. ¿Cuándo, dónde, cómo se le derrotó a ETA? ¿Qué tiene que ver ETA con el Estado Islámico? Absolutamente nada. Cuestión importante para hacer afirmaciones gratuitas. Esta es una cuestión demasiado sencilla de discernir. Una persona se puede preguntar si de otras cuestiones, básicas para la ciudadanía, tiene la misma solidez y consistencia. Da la impresión de que no.

La realidad es que la violencia no va a resolver la violencia. Las fuerzas militares por orden de los gobiernos de los estados implicados podrán, incluso, aniquilar a todas las células del Estado Islámico e interrumpir los atentados momentáneamente, pero en modo alguno aniquilará la semilla que les impulsa a actuar. Y tampoco van a acabar con la violencia de respuesta latente que anida en tantos miles, millones de personas que llevan mucho tiempo, demasiado, sufriendo la violencia de la explotación, la pobreza, condiciones de vida infrahumanas y malos tratos y torturas sistemáticas.

La violencia solo se superará y se resolverá si se atacan con voluntad auténtica, firme y sin contemplaciones las causas que la provocan. Es indispensable establecer un orden internacional nuevo. En el cual, el respeto exquisito a los derechos humanos constituya un principio elemental. A partir de aquí, es indispensable superar todos los factores negativos que hemos señalado en el párrafo anterior. ¿Esto es una utopía?

Somos veteranos para saber la gran dificultad que entraña este planteamiento, pero si se quieren evitar violencias como las del Estado Islámico y otras que sin duda surgirán en el futuro, es imprescindible que las grandes potencias del mundo se impliquen decididamente en la superación y resolución de las causas.

Es importante conocer las causas de la violencia, para tratar de evitar que se produzca en el futuro.

En Hego Euskal Herria nos encontramos ante las elecciones al Congreso y Senado españoles que no podemos pasar por alto. Hay que tratar de optimizar la capacidad de votar. Emitiendo un voto en apoyo a fuerzas que defienden principios democráticos básicos: 1- Respetar el derecho a decidir o autodeterminación de los pueblos: Euskadi, Catalunya… Los partidos españoles PP-PSOE-Ciudadanos, no solo no respetan este derecho básico, sino que lo persiguen y combaten. 2- División nítida de los poderes del Estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Actualmente brillan por su ausencia, especialmente cuando se trata de intereses manifestados por el gobierno de turno. 3- Derechos Humanos. No se respetan suficientemente, en algunos casos de forma flagrante se saltan sin contemplaciones. 4- Servicios básicos sociales. Los gobiernos españoles han seguido fiel y sumisamente las directrices emanadas de la Troika –Banco Central Europeo, FMI y Comisión europea– para aplicar, sin miramientos, medidas que favorecen a los fuertes y perjudica gravemente a los trabajadores y a los sectores populares de la sociedad.

En definitiva, los partidos españoles que han venido ocupando los gobiernos de turno de España no han respetado, sistemáticamente, principios democráticos básicos como los señalados. De los emergentes, el único que presenta visos de tener en cuenta estas cuestiones es Podemos.

A la ciudadanía de Euskal Herria nos quedan nuestros propios partidos residenciados aquí y que deciden aquí lo que interesa, necesitan y aspiran las personas que viven aquí. Y con las personas, las instituciones que constantemente deben actualizarse para ejercer sus funciones más eficazmente. Además, respetan los cuatro principios democráticos señalados más arriba. Lo cual no significa que no existan carencias funcionales y a veces conceptuales, pero están, sin duda, en la dinámica orientada a superar las deficiencias. A la ciudadanía de aquí, nos interesa que estos partidos que están y surgen de las entrañas de este pueblo y sociedad tengan la máxima representación allí.