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DONOSTIA

Las empresas pagan cada vez menos impuestos y los ciudadanos más

La fiscalidad que soportan las empresas ha disminuido de forma significativa desde el comienzo de la crisis en 2007 (desde el 3,6% al 2,8% del PIB), mientras que las cargas que soportan los ciudadanos han aumentado, según revela un informe de la OCDE, que señala al Estado español como el que más ha reducido la presión fiscal global en ese periodo.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) hizo público ayer su informe anual sobre fiscalidad, en el que revela que los impuestos de las empresas pasaron de representar para el conjunto de los 34 países miembros del 3,6% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2007 al 2,8% en 2014. En ese mismo periodo, los ingresos por el impuesto sobre la renta subieron del 8,8 al 8,9% del PIB y los del IVA, del 6,5 al 6,8%.

Los impuestos sobre los beneficios de las compañías representaron un 10,5% de media del total de la recaudación fiscal de los estados miembros en 2007 –antes de que estallara la crisis– y bajaron al 8,5% en 2013, el último año con cifras disponibles.

En algunos países, ese descenso relativo de la contribución del impuesto fue particularmente pronunciado, como en el Estado español, donde se redujo a la mitad: del 12,4% en 2007 al 6,2% en 2013. También fue muy significativo el bajón en países como Eslovenia (del 8,6% al 3,3%), Grecia (del 7,9% al 3,9%) o Hungría (del 7% al 3,6%).

El director del centro de política fiscal de la OCDE, Pascal Saint Amans, hizo hincapié en que «las empresas siguen encontrando la forma de pagar menos, mientras los individuos acaban por saldar la cuenta».

Así, aseguró que la inmensa mayoría de las subidas de impuestos desde la crisis «han recaído en los individuos a través de mayores cotizaciones de la Seguridad Social, del IVA y del impuesto sobre la renta».

El impuesto de Sociedades en 2007 en términos de PIB tenía los niveles más elevados en Noruega (10,8%), Australia (6,8%), Luxemburgo (5,4%), Nueva Zelanda (4,8%), Estado español (4,5%) y República Checa (4,5%), frente a la media del 3,6% en la OCDE.

En 2013, sin embargo, en el Estado español se había reducido a menos de la mitad, un 2% del PIB, netamente por debajo de la media de la organización.

En ese último año, los porcentajes más altos se daban en Noruega (8,8%), Australia (4,9%), Luxemburgo (4,8%), Nueva Zelanda (4,4%) y Japón (4%).

Presión fiscal sobre el PIB

Al margen de los impuestos que pagan las empresas, el informe de la OCDE asegura que el Estado español fue el país de la OCDE donde más disminuyó en términos relativos la presión fiscal con la crisis.

En el año 2007, la presión fiscal era del 36,5% del producto interior bruto (PIB) y en 2014 bajó hasta el 33,2%, lo que significa una diferencia de 3,3 puntos porcentuales. En esos siete años, solo otros dos países redujeron la presión fiscal al menos tres puntos porcentuales: Israel (3,2 puntos) y Noruega (3 puntos).

Los niveles más elevados de presión fiscal se dieron en Dinamarca (50,9%), Estado francés (45,2%), Bélgica (44,7 %), Finlandia (43,9%) e Italia (43,6%). En el extremo opuesto, los países con menor fiscalidad eran México (19,5%), Chile (19,8%), Corea del Sur (24,6%) y EEUU (26%).

En términos de distribución de la fiscalidad por niveles de administración, el informe coloca al Estado español en una categoría de «país regional» en el que no hay ningún otro país. Los demás se reparten entre estados «federales» o «unitarios». No obstante, el Estado español se asemejaría a los federales, puesto que en 2013 (último año disponible) los impuestos destinados al Gobierno central representaban un 42,1% del total, los de las comunidades autónomas un 13,7%, los de los ayuntamientos un 9,9% y los de la Seguridad Social un 34%. Los más descentralizados eran Canadá (41,6% de fiscalidad para el Gobierno central), EEUU (41,2%), Suiza (35,2%) o Alemania (31,4%).