Antton ROUGET
Periodista freelance

La ascensión de los nacionalistas corsos les lleva al poder

La noche del domingo, mientras en la oscuridad del panorama francés las direcciones de las formaciones políticas escrutaban en París una eventual victoria del FN, en la «isla de la Belleza» los nacionalistas celebraban con fervor un éxito inédito en la historia corsa.

En una cuadrangular que a priori se presentaba sin un pronóstico claro, la lista de unidad Pè a Corsica (Por Córcega) salió vencedera de la segunda vuelta de las elecciones territoriales (35,34%), aventajando en cerca de siete puntos a la candidatura de izquierda (28,49%) encabezada por el presidente saliente de la Asamblea, Paul Giacobbi, y a la de la unión de derechas (27,07) de José Rossi, mientras que la del Frente Nacional de Christophe Canioni se quedaba en el 9,09% de los votos emitidos.

Salvo sorpresa mayúscula, Gilles Simeoni, el cabeza de lista de Pè a Corsica y representante del ala moderada (autonomista), será elegido hoy al frente del ejecutivo de la colectividad territorial, lo que supone la consagración política de este abogado de 48 años –hijo de Edmond Simeoni, padre fundador del movimiento nacionalista– que ya logró una primera victoria histórica en 2014, al acceder a la Alcaldía de Bastia.

Junto a él, si no se produce un cataclismo político, el líder independentista Jean-Guy Talamoni será nombrado presidente de la Asamblea territorial. Emblemático portavoz de la coalición Corsica Libera, Talamoni, de 55 años, igualmente abogado, ha tomado parte en todas las luchas del movimiento independentista durante los últimos 25 años. Por ejemplo, fue quien condujo en 1999-2000 la delegación nacionalista en las negociaciones con el Gobierno francés durante el denominado proceso «de Matignon».

La victoria de las ideas

La victoria de los nacionalistas corona una progresión social constante. «Diferentes sondeos muestran que las ideas nacionalistas han ido extendiéndose en la opinión pública desde finales de los años 1990; hoy en día resulta evidente que estas ideas han avanzado mucho durante la última legislatura», comenta el politólogo André Fazi, profesor de la Università di Corsica.

«Hemos ganado la batalla de las ideas; nuestra familia política ha dejado su impronta en las decisiones más importantes de esta legislatura». Así se felicitaba Josépha Giacometti, candidata de Pè a Corsica, en vísperas de la segunda vuelta.

De hecho, entre 2010 y 2015, la colectividad territorial dirigida por Paul Giacobbi, miembro del Partido Radical de Izquierda (PRG) –formación aliada del Gobierno de Manuel Valls–, ha aprobado importantes propuestas nacionalistas: el estatus de cooficialidad para la lengua corsa, el estatus de residente en la isla para luchar contra la especulación inmobiliaria o el acercamiento de los prisioneros corsos.

El éxito de la lista de Gilles Simeoni sorprende, sobre todo, por su amplitud. André Fazi ofrece dos explicaciones. De entrada, considera que la unión de los nacionalistas en la segunda vuelta no es un fenómeno nuevo, pero «ha funcionado extremadamente bien» en torno a una «importante potencia militante». «El anuncio del cese de sus actividades por parte del FLNC, ha dado, sin duda, confianza a mucha gente», añade.

El investigador constata, además, la compartimentación de las fuerzas de izquierda y de derecha francesas: por un lado, Los Republicanos libran un combate feroz en el Consejo Departamental de Corsica del Sur, donde han constituido un monopolio político; por otro, el presidente saliente Paul Giacobbi, cada vez más agobiado por las investigaciones judiciales por delitos de corrupción, no recibió el respaldo de toda la izquierda.

Nuevo estatus y presos

El escrutinio del domingo abre, ciertamente, una nueva era para Corsica. «Es la culminación de cuarenta años de lucha. No tenemos derecho a defraudar la confianza de los corsos», indicó Jean-Guy Talamoni tras la proclamación de los resultados. Pero el margen de maniobra de los nacionalistas se antoja reducido. La colectividad territorial, que no tiene competencias fiscales ni legislativas, no es más que una limitada palanca para ejercer la acción pública.

Además, con el 35% de los votos, la lista Pè a Corsica no dispondrá más que de una mayoría relativa (24 consejeros sobre 51) solo durante dos años de legislatura, antes de las nuevas elecciones. A partir del 1 de enero de 2018, la nueva «colectividad de Córcega» sustituirá efectivamente a los actuales departamentos de Corsica del Sur y de la Alta Corsica. Por tanto, este es un periodo transitorio cuya gestión promete ser cualquier cosa salvo sencilla. «Los nacionalistas deberán entenderse con dos mayorías departamentales de derecha y de izquierda, y un Estado aún más inclinado hoy hacia la crispación debido tanto a la situación nacional como la internacional», previene Fazi.

Por contra, Pè a Corsica podrá «lanzar sus demandas a nivel del Estado», como estima el politólogo, entre ellas una muy hipotética modificación de la Constitución para que la lengua corsa sea reconocida o el acercamiento de los presos. Sobre este último punto, Fazi opina que «sería una gran victoria para los nacionalistas que, además, resultaría poco costosa para el Estado francés».