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PEKÍN

Llueven las críticas en Shenzhen, donde la búsqueda de supervivientes se eterniza

Los equipos de rescate que trabajan en Shenzhen, la ciudad china donde el derrumbe de una montaña de escombros enterró el domingo a decenas de personas, han recuperado por ahora sólo un cadáver, mientras arrecian las críticas por detener las labores de búsqueda durante la noche del lunes.

Se calcula que 76 personas están bajo la enorme masa de tierra y escombros que devastó unas 38 hectáreas del parque industrial Hengtaiyu, pero tras más de 48 horas de búsqueda sólo se han encontrado siete supervivientes y un fallecido.

Los familiares de algunos de los desaparecidos, que aguardan angustiados alguna noticia en las inmediaciones del accidente, se quejaron ayer de que las decenas de excavadoras que están en la gran extensión de escombros detuvieron sus trabajos entre las 11 de la noche del lunes y las 4 de la madrugada del martes, señaló el diario “South China Morning Post”, de la vecina Hong Kong.

Aumentan las críticas a las autoridades de Shenzhen, ya que el desprendimiento se produjo en una zona de depósito de escombros que por problemas de capacidad debería haber dejado de usarse en febrero de este año. El diario “China Business Journal” señaló que los vecinos de la zona se habían quejado en meses pasados del continuo flujo de camiones para depositar escombros en la zona, causando ruido, contaminación del aire y poniendo en riesgo el lugar, pero que las autoridades habían hecho caso omiso a esas quejas.

Ya en octubre de 2014, un artículo del diario local “Shenzhen Evening News” advertía de que la ciudad ya no tenía cabida para las enormes cantidades de escombros que sus grandes planes de construcción generaban (por ejemplo, construir 20 líneas de metro en 30 años). El desprendimiento afectó a las tuberías que transportan gas natural desde China a Hong Kong, destruyó 400 metros de esta infraestructura y obligó al administrador de esta red, el gigante petrolero estatal Petrochina, a realizar trabajos de vaciado y limpieza para prevenir posibles explosiones.

El suceso se produce en una ciudad mostrada por el Gobierno como ejemplo de rápido y exitoso crecimiento económico. Vecina a Hong Kong y construida a su imagen y semejanza, era hasta los años 70 un pequeño pueblo pesquero cuando Deng Xiaoping la designó como uno de los primeros lugares abiertos a la economía de mercado. Desde entonces, ha crecido hasta ser una metrópoli de rascacielos con 10 millones de habitantes.